"TELLIN' STORIES": De Madchester al Brit Pop
El 22 de julio de 1996, a los 33 años, muere en un accidente de auto el tecladista y miembro original de The Charlatans Rob Collins. La sorpresiva muerte, que dejó pasmados a sus colegas y amigos, sucedió unas semanas antes de la histórica presentación de Oasis en Knebworth, donde los Charlatans serían uno de los artistas teloneros. Liam Gallagher dedicaría el tema “Cast No Shadow” a Rob en dicho concierto. Antes de partir, Rob había comenzado a grabar las partes de teclado y órgano de lo que sería el quinto álbum de su banda.
Asimilando el golpe con rapidez, The Charlatans continuaría trabajando en el estudio para cumplir con los tiempos previstos, y ya en agosto de ese año llegaría “One To Another”, primer corte adelanto de la nueva producción. La exposición recibida en esos meses sumado al innegable punch del single que incluía un loop de batería realizado por Tom Rowlands (The Chemical Brothers), lo convertirían en #3 en Inglaterra y pasaría a ser el sencillo que más alto rankeó en la historia de la banda. Inmejorable situación que les permitió tomarse el tiempo necesario para la reorganización y finalización del trabajo en estudio. Rob fue temporalmente reemplazado por Martin Duffy, tecladista de Felt en los 80’s, y que en ese momento ya tocaba con Primal Scream.
El segundo adelanto de lo que vendría fue “North Country Boy”, que también fue un éxito Top 5 en Inglaterra y al igual que “One To Another”, fue #1 en Escocia. Finalmente “Tellin’s Stories” sería editado el 21 de abril de 1997. El disco tuvo una recepción excelente y llegó al número 1 del UK chart, como ya lo habían logrado antes sus álbumes “Some Friendly” y “The Charlatans”, solo que “Tellin’ Stories” certificó platino y fue su producción más vendida hasta la actualidad. El sonido neo psicodélico que Rob Collins había logrado imprimir en producciones anteriores continuaba vivo, más notoriamente en tracks como “Get On It” u “Only Teethin” que eran fieles al sonido Madchester que supo darles notoriedad. Pero la banda había logrado mimetizarse bien con la movida brit pop en auge y este disco sonaba fresco y apto para un nuevo público más orientado al rock alternativo.
Animándose a jugar con un perfil más acústico por momentos florecen temas como “You’re A Big Girl Now”, pero la electrónica no deja de estar presente a través de beats mecanizados en temas como “Area 51”. Como bien dijimos, los temas que sonaban más actuales y que mejor representaban la adaptación de The Charlatans al sonido mainstream británico de 1997 (dominado por Radiohead y Oasis) eran los pasajes más rockeros de la placa. El tercer corte “How High” era el típico hit de manual de aquellos años, potenciado por el aporte que un artista experimentado en las mieles del acid rock puede ofrecer, al igual que la ya mencionada “One To Another” o la perfecta apertura con “With No Shoes”, para obtener el punto óptimo de equilibrio en el tema más logrado: el que da nombre al disco.
Como no podía ser de otro modo, el cierre del álbum se trata de un track instrumental co compuesto por todos los miembros del grupo incluido Rob Collins, llamado a modo de homenaje “Rob’s Theme”.
Sería el último disco bajo contrato con Beggars Banquet, ya que el siguiente trabajo “Us And Us Only” ya sería firmado con Universal Records. Una nueva etapa había comenzado. Pero 20 años más tarde, “Tellin’ Stories” se ha convertido en un clásico del indie rock.
martes, 30 de mayo de 2017
martes, 23 de mayo de 2017
Music Corner n° 147 - Depeche Mode
"Canciones de dolor y agradecimiento"
Hacía mucho que no veía a Dave en aquellos años, y cuando lo volví a ver lo noté, básicamente, destruido. Y no es que no supiera que Dave la había estado pasando muy mal (o muy bien) con determinados consumos en exceso, pero una cosa es leerlo y otra es verlo. Así de variados fueron los sentimientos que me invadieron cuando aprecié por primera vez el video de “Barrel Of A Gun”, primer single adelanto del que sería el regreso de Depeche Mode tras el monumental “Songs Of Faith And Devotion”. No por nada sería un álbum íntegramente compuesto por Martin Gore, algo que por lo visto solo puede ser una garantía de excelencia. Aun así, no es un tema menor el alcoholismo que transitaba Martin, ni la etapa depresiva por la que pasaba Andy Fletcher. Todas estas experiencias personales enriquecerían la música y las letras de “Ultra”.
Como tantas otras veces en la historia, la prensa hizo en 1996 un vaticinio donde le erró de acá a la China. La predicción (o pifie descomunal) era que tras la salida de Alan Wilder, el fin de Depeche Mode era inevitable. Si a eso sumamos la mencionada adicción de Dave Gahan a la heroína, tal vez no era tan descabellado: fue ese el verdadero motivo que llevó a Gore y a Fletcher a considerar la expulsión de su cantante, lo que hubiera derivado en “Ultra” como un álbum solista de Martin Gore. Hoy en día resulta irónico pensar en semejante posibilidad, viendo lo precisión con la que Depeche reagrupó sus piezas como trío, y los años de vida activa que le sucedieron a la partida de Wilder, llegando al día de hoy (2017) con un novísimo lanzamiento (“Spirit”) para reafirmar su vigencia.
Dejando atrás todas estas anécdotas, “Ultra” nos coloca frente a una de las producciones más logradas de la banda. El álbum abre precisamente con la mencionada “Barrel Of A Gun”, inspirada en una experiencia límite padecida por Dave. En mayo de 1996, producto de una sobredosis, Gahan estuvo clínicamente muerto durante dos minutos antes de ser revivido por paramédicos. La oscuridad de este primer corte sería un anticipo de los estados por los que nos conduciría el disco: “What do you expect from me? What is it you want? Whatever you planned for me I´m not the one” canta Dave comenzando la estrofa dulcemente pero terminándola con una voz que entremezcla furia y desidia. La oscuridad del Depeche más industrial de antaño regresaba pero recargado. La sensación de dejadez y negligencia se vuelve a poner de manifiesto en “It’s No Good”, segundo corte en cuyo video Dave representa una suerte de proxeneta y juerguista que vive cada noche como si fuera la última y se desempeña como un artista de bajo nivel cantando en tugurios de cuarta categoría. Aun así, toda esta locura no deja de sangrar belleza sonora por donde se la escuche.
En busca de algún tipo de redención, la pluma y la maestría de Gore se manifiestan a través de canciones como “The Love Thieves” o “Sister Of Night”. El primero es una oda a aquellos para los que el amor representa un desafío ante el cual fracasan constantemente pero aún así no dejan de intentarlo. Casi un homenaje a “La inutilidad de la existencia y la necesidad del eterno retorno” de Friedrich Nietzsche, donde todo lo vivido ha de repetirse hasta la eternidad pero siempre regresa de un modo diferente. Uno de los dos temas junto a “Freestate” con una musicalización más volcada a lo acústico y en detrimento de lo electrónico (que no desaparece) con el fin, tal vez, de conectar más desde lo humano. En cambio, lejos del alternative folk, “Sister Of Pain” vuelve a la base electrónica con batería cargada, en una tribulación prácticamente dedicada a un ser sobrenatural a quien se eleva una plegaria suplicando protección y sanación. En resumen, el leit motiv de todo el álbum.
En un disco de temas largos, probablemente los interludios instrumentales como “Uselink” o “Jazz Thieves” sirvan para alivianar todo el dolor y la angustia que sobrevuelan sobre cada paso de este recorrido. El otro gran paleativo es la voz con la que nos acaricia Martin Gore en dos temas estratégicamente colocados en el track list. Uno es “The Bottom Line”, regocijante metáfora fantástica donde el propósito final parece ser plantear el amor como aquella línea de fondo hacia donde todo se dirige y todo acaba inexorablemente. Y el otro es el mejor tema del álbum, la conmovedora balada “Home”. Si un tema resume a la perfección el agradecimiento a que este disco se haya hecho realidad contra todos los obstáculos, es este: “And I thank you for bringing me here, for showing me home, for singing these tears. Finally I’ve found that I belong here”. Aquel que conociendo la historia de este disco no se le escape una lágrima ante este himno a la gratitud tan finamente orquestado, será un insensible sin remedio.
“Ultra” debutó en el #1 del ranking inglés, en el #5 del Billboard 200, y es considerado por la crítica como uno de los mejores álbumes de Depeche Mode, tanto desde lo musical como desde lo lírico. Ningún aplauso será más sentido que el de los fans, que recibieron el disco con los brazos abiertos y adoraron la ultra-introspección que el ahora devenido trío supo manifestar en un disco excelente y por momentos salpicado de genialidad.
Hacía mucho que no veía a Dave en aquellos años, y cuando lo volví a ver lo noté, básicamente, destruido. Y no es que no supiera que Dave la había estado pasando muy mal (o muy bien) con determinados consumos en exceso, pero una cosa es leerlo y otra es verlo. Así de variados fueron los sentimientos que me invadieron cuando aprecié por primera vez el video de “Barrel Of A Gun”, primer single adelanto del que sería el regreso de Depeche Mode tras el monumental “Songs Of Faith And Devotion”. No por nada sería un álbum íntegramente compuesto por Martin Gore, algo que por lo visto solo puede ser una garantía de excelencia. Aun así, no es un tema menor el alcoholismo que transitaba Martin, ni la etapa depresiva por la que pasaba Andy Fletcher. Todas estas experiencias personales enriquecerían la música y las letras de “Ultra”.
Como tantas otras veces en la historia, la prensa hizo en 1996 un vaticinio donde le erró de acá a la China. La predicción (o pifie descomunal) era que tras la salida de Alan Wilder, el fin de Depeche Mode era inevitable. Si a eso sumamos la mencionada adicción de Dave Gahan a la heroína, tal vez no era tan descabellado: fue ese el verdadero motivo que llevó a Gore y a Fletcher a considerar la expulsión de su cantante, lo que hubiera derivado en “Ultra” como un álbum solista de Martin Gore. Hoy en día resulta irónico pensar en semejante posibilidad, viendo lo precisión con la que Depeche reagrupó sus piezas como trío, y los años de vida activa que le sucedieron a la partida de Wilder, llegando al día de hoy (2017) con un novísimo lanzamiento (“Spirit”) para reafirmar su vigencia.
Dejando atrás todas estas anécdotas, “Ultra” nos coloca frente a una de las producciones más logradas de la banda. El álbum abre precisamente con la mencionada “Barrel Of A Gun”, inspirada en una experiencia límite padecida por Dave. En mayo de 1996, producto de una sobredosis, Gahan estuvo clínicamente muerto durante dos minutos antes de ser revivido por paramédicos. La oscuridad de este primer corte sería un anticipo de los estados por los que nos conduciría el disco: “What do you expect from me? What is it you want? Whatever you planned for me I´m not the one” canta Dave comenzando la estrofa dulcemente pero terminándola con una voz que entremezcla furia y desidia. La oscuridad del Depeche más industrial de antaño regresaba pero recargado. La sensación de dejadez y negligencia se vuelve a poner de manifiesto en “It’s No Good”, segundo corte en cuyo video Dave representa una suerte de proxeneta y juerguista que vive cada noche como si fuera la última y se desempeña como un artista de bajo nivel cantando en tugurios de cuarta categoría. Aun así, toda esta locura no deja de sangrar belleza sonora por donde se la escuche.
En busca de algún tipo de redención, la pluma y la maestría de Gore se manifiestan a través de canciones como “The Love Thieves” o “Sister Of Night”. El primero es una oda a aquellos para los que el amor representa un desafío ante el cual fracasan constantemente pero aún así no dejan de intentarlo. Casi un homenaje a “La inutilidad de la existencia y la necesidad del eterno retorno” de Friedrich Nietzsche, donde todo lo vivido ha de repetirse hasta la eternidad pero siempre regresa de un modo diferente. Uno de los dos temas junto a “Freestate” con una musicalización más volcada a lo acústico y en detrimento de lo electrónico (que no desaparece) con el fin, tal vez, de conectar más desde lo humano. En cambio, lejos del alternative folk, “Sister Of Pain” vuelve a la base electrónica con batería cargada, en una tribulación prácticamente dedicada a un ser sobrenatural a quien se eleva una plegaria suplicando protección y sanación. En resumen, el leit motiv de todo el álbum.
En un disco de temas largos, probablemente los interludios instrumentales como “Uselink” o “Jazz Thieves” sirvan para alivianar todo el dolor y la angustia que sobrevuelan sobre cada paso de este recorrido. El otro gran paleativo es la voz con la que nos acaricia Martin Gore en dos temas estratégicamente colocados en el track list. Uno es “The Bottom Line”, regocijante metáfora fantástica donde el propósito final parece ser plantear el amor como aquella línea de fondo hacia donde todo se dirige y todo acaba inexorablemente. Y el otro es el mejor tema del álbum, la conmovedora balada “Home”. Si un tema resume a la perfección el agradecimiento a que este disco se haya hecho realidad contra todos los obstáculos, es este: “And I thank you for bringing me here, for showing me home, for singing these tears. Finally I’ve found that I belong here”. Aquel que conociendo la historia de este disco no se le escape una lágrima ante este himno a la gratitud tan finamente orquestado, será un insensible sin remedio.
“Ultra” debutó en el #1 del ranking inglés, en el #5 del Billboard 200, y es considerado por la crítica como uno de los mejores álbumes de Depeche Mode, tanto desde lo musical como desde lo lírico. Ningún aplauso será más sentido que el de los fans, que recibieron el disco con los brazos abiertos y adoraron la ultra-introspección que el ahora devenido trío supo manifestar en un disco excelente y por momentos salpicado de genialidad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)