jueves, 28 de septiembre de 2017

Music Corner n° 155 - The Verve

THE VERVE – “URBAN HYMNS” (1997): La fábula agridulce

Cuando Oasis reinaba sobre Inglaterra, cualquier cosa que salía de la boca o la escritura de Noel Gallagher merecía como mínimo un análisis detallado. Y que pudo ser mayor espaldarazo para Richard Ashcroft que recibir una dedicatoria dentro del disco que hacía furor en 1995, “(What’s The Story) Morning Glory?”. La referencia corresponde a la canción “Cast No Shadow”, y dice Noel que cuando se la cantó por primera vez, Richard se emocionó al borde de las lágrimas. Oasis había sido telonero de The Verve en 1994 y dos años después habían pasado al frente.

Lamentablemente The Verve no estaba pasando por su mejor momento a nivel humano, pese a las críticas positivas y el apoyo de los fans. Tras la publicación de su segundo álbum “A Northern Soul” (la canción que da título al disco sería una devolución de gentilezas de Richard Ashcroft a Noel Gallagher), la banda se separaría por tres meses. Ashcroft se dio cuenta que no podían desperdiciar la oportunidad que se les estaba presentando: el sonido del cual habían sido en parte precursores, estaba arrasando en Gran Bretaña y la ola parecía no detenerse. Por ese motivo se esmeró en volver a unir a la banda, pero la negativa de Nick McCabe pareció ser terminante. Ni lerdo ni perezoso, Richard juntó a lo que quedaba del grupo e incorporó a Simon Tong en reemplazo de Nick en la guitarra. En el medio de la grabación del siguiente álbum, McCabe volvió a sumarse al grupo sin que Tong se retirara, y así dieron forma entre todos (junto a Simon Jones en bajo y Peter Salisbury en batería) a su obra “Urban Hymns”.

El 16 de junio de 1997 saldría como adelanto el hit que le representó a The Verve un éxito sin precedentes y que alcanzó ambos lados del Atlántico: la inmortal “Bitter Sweet Symphony” sigue siendo hoy en día una de esas melodías que puede agradar a cualquier oído y que el paso del tiempo no desgasta. La controversia que generó tampoco había tenido semejanzas: el riff en el que estaba basada “Bitter Sweet Symphony” provenía de uno muy similar del tema “The Last Time” de The Rolling Stones (1965). Si bien se había solicitado permiso para su uso, los poseedores de los derechos entendieron que se había ejercido un abuso y la cuestión llegó a la corte. Finalmente, aunque la canción había sido escrita por Richard Ashcroft en su totalidad, se dispuso que los créditos se compartieran con Mick Jagger y Keith Richards. Todo esto resultó anecdótico a la hora de medir las puertas que este sencillo abrió para The Verve. El siguiente corte, la conmovedora e intensa “The Drugs Don’t Work”, fue el primer hit #1 de The Verve en el chart británico, lanzado unos días antes de que el nuevo álbum viera la luz.

Con estos antecedentes, “Urban Hymns” se mantuvo en la cima del UK chart durante 12 semanas. El disco es extraordinario desde su inicio. Abriendo con “Bitter Sweet Symphony”, las expectativas son inmejorables, y de hecho, los primeros 4 temas conforman una de las más sobresalientes aperturas en la historia del rock alternativo. El segundo track es la balada mid-tempo “Sonnet” y con una estructura de base similar a “The Drugs Don’t Work” en cuanto al uso de guitarra acústica y eléctrica, y la presencia de una sección de cuerdas (principalmente de violines). Una canción bellísima. A continuación, una rola asombrosa y bien cargada de un poder eléctrico rockero que la primera vez que escuché me trajo reminiscencias a Ozzy Osbourne: la hipnótica y saturada “The Rolling People”. Y para cerrar el cuarteto de bienvenida, la ya conocida “Drugs Don’t Work”: un clásico instantáneo. El disco no puede evitar tener una ligera caída luego de este despliegue, pero la misma es insignificante siendo que el paisaje sonoro se expande en diversos momentos como “Weeping Willow”, “One Day” o el tercer single “Lucky Man”, alcanzando picos notables que nos permiten llegar intactos el magnífico cierre que nos brinda “Come On”, palpitante y empapada de esas guitarras rockeras que tan bien supo imprimir The Verve.

Era el disco que conjugaba a la perfección todo el sonido que habían luchado por conseguir desde los mismos inicios como grupo. Y el reconocimiento no fue mezquino, ya que en 1998 The Verve se alzó con los dos premios mayores en los Brit Awards: Mejor Grupo Británico y Mejor Álbum (venciendo a pesos pesados del momento como Oasis y Radiohead), y la bienvenida al mercado norteamericano incluyendo una nominación al Grammy para “Bitter Sweet Symphony”. Pero la banda no pudo soportar el trajín del éxito masivo, y sobrevino la separación por segunda vez. Richard Ashcroft se embarcó en su primer álbum solista, y Simon Jones junto a Simon Tong formaron un supergrupo llamado The Shining en compañía de John Squire (ex guitarrista de The Stone Roses). The Verve tardaría 8 años en volver a juntarse para grabar “Forth”, un digno sucesor del hoy clásico “Urban Hymns” que cumple 20 años este 29 de septiembre.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Music Corner n° 154 - Primal Scream

PRIMAL SCREAM – “VANISHING POINT” (1997): Una experiencia envolvente y lisérgica.

Aquel 24 de abril de 1998 nos encaminamos con un grupo de amigos a Museum, en San Telmo. Yo no dominaba mucho el material de Primal Scream por aquel entonces, pero si los había oído nombrar con frecuencia. Visto a la distancia, puedo parecer peligrosamente poco culto por confesar que en abril del ‘98 aún no había escuchado entero “Screamadelica”, pero nadie es perfecto. Puedo decir a mi favor que después de experimentar a Primal Scream en vivo aquella noche, al día siguiente no dudé en ir corriendo a mi disquería de cabecera (por aquellas épocas, “El Oasis” en Belgrano) a adquirir mi ejemplar de “Vanishing Point”. Años después caería en la cuenta de que de las veces que tocaron en Buenos Aires, aquel fue el mejor show ofrecido y tenía mucho que ver con que probablemente la banda presentó el mejor álbum en su haber. Sí, creo que “Vanishing Point” es mejor que “Screamadelica”, y si tuviera que hacerlo competir por el primer puesto con alguno de sus otros discos, sería con el demoledor “XTRMNTR” que lo sucedería.

Bobby Gillespie y sus muchachos se lucieron en esta ocasión. Tras considerar seriamente la disolución luego del fracaso del decepcionante “Give Out But Don’t Give Up” (1994), y con algunos cambios de formación (Gary “Mani” Mounfield, ex Stone Roses, en el bajo y Paul Mulreany en batería), “Vanishing Point” es lanzado en julio de 1997. El single adelanto había salido en mayo y significó el regreso del grupo al Top 10 británico: “Kowalski”, una hipnótica rola trip-hopera que incluye samples de “Halleluhwah” de CAN y “Get Off Your Ass and Jam” de Funkadelic. Densa, oscura y atrapante, permitió al flamante integrante Mani lucirse con una línea de bajo grandiosa. “Kowalski” fue promocionada con un video que se jactaba de contar con la presencia estelar de la supermodelo Kate Moss. A decir verdad, el adelanto más temprano había sido un año antes, cuando acertadamente Primal participó en la banda de sonido de “Trainspotting”, una de las más exitosas de 1996, y ni más ni menos que con el tema que daba nombre al film.

El quinto álbum de Primal Scream es una elegante combinación de distintos géneros como el ambient, el dub y el krautrock, felizmente orientados hacia el club dance londinense de aquellos años. De modo que se supieron rescatar algunas fusiones que ya se habían destacado en “Screamadelica”. La reverberación en el sonido de las guitarras y los teclados psicodélicos imprimen a la obra una resonancia envolvente y lisérgica, bien trippy como las tendencias del bullicio under supieron imponer. Optima apertura del disco con “Burning Wheel” y nuevamente Mani en primer plano con una canción de ritmo marcado, toques dub y reminiscencias al pop de los 60’s. Tras el hit “Kowalski”, sobreviene el momento más exquisitamente sinestésico de la placa que es “If They Move, Kill ‘Em”, sin desmerecer la narcótica “Stuka”, otro espacio magnético con tufillo a raga rock promediando la mitad la producción. No falta un instante extremadamente “rolinga” como “Medication” para quebrar tanto éxtasis, que emula al hit “Rocks” de su lanzamiento anterior, pero a no asustarse: en la dosis justa cae bien. “Motorhead” es el típico dance rock track donde Primal se da el lujo de saturar guitarras sobre un ritmo adictivo. Entremezclados con los referidos remolinos de acid rock, se encuentran momentos calmos e instrumentales como “Get Duffy” o la ya mencionada “Trainspotting” para equilibrar: un pasaje cannábico en el medio de tanta electrónica acida.

Las críticas fueron positivas tanto del público como de la crítica especializada. NME lo consideró un disco brillante. Llegó incluso a ser incorporado en el libro “1001 Albums You Must Hear Before You Die” (2005). Alcanzó el puesto número 2 en el ranking británico, certificando Oro tanto en UK como en Japón. Lo más significativo es que Primal Scream revalidó con esta producción todo el crédito que se creía dilapidado años antes. “Vanishing Point” pudo haber sido para el futuro de la banda lo que su nombre literalmente indica, pero fue lo contrario. Ironías de la vida.