jueves, 20 de agosto de 2020

Music Corner nº 187 - Soda Stereo

“CANCION ANIMAL"
TANGO ANIMAL BAILADO DE A TRES

Que Soda Stereo fue la última gran banda del rock argentino en influenciar a toda Latinoamérica no es ninguna novedad, y que para la mayoría “Canción Animal” es su obra más lograda, tampoco. Por eso vale la pena hacer un repaso de lo que aconteció en aquellos meses entre 1989 y 1991 en los que se gestó y finalmente editó un disco e inicio una gira que marcó la historia del rock en castellano.

Gustavo Cerati ya tenía varios demos guardados en un cassette que había grabado en la casa de su madre, y lo que faltaba era llevarlos al estudio y darles el formato final. Para lo cual ya estaba pensando en un cambio trascendental respecto a lo que había sido el álbum de 1988 “Doble Vida”, que había incluido mucho funk, toques de R&B, disco y hasta un poco de rap. Primaron allí las bases rítmicas y bailables, con una fuerte presencia afroamericana. Pero para “Canción Animal” el trío se retrotraería a un sonido netamente más rocker, con mucha guitarra eléctrica, batería más contundente y caracterizado por la influencia de bandas fundacionales del rock argentino de los años 70´s, como Pescado Rabioso, Aquelarre y Vox Dei. Resaltando estas diferencias, dijo Cerati: “Es el reflejo de que somos un grupo pop, pero absorbimos la cultura rock”. El lugar elegido para plasmar este nuevo desafío era Miami, y los productores serían los mismos Gustavo Cerati y Zeta Bosio.

Mi vinilo de "Canción Animal"
Descubrí “Canción Animal” el día que el trío lo presentó en el programa de Mario Pergolini en la radio Rock & Pop, y quedé fascinado: desde la primera oída supe que estaba ante el mejor disco de Soda Stereo (al menos hasta ese momento). Lo cual no era de extrañar: Soda Stereo era una banda que con cada nueva producción se superaba a sí misma. El álbum se lanzó el 7 de agosto de 1990. Eran 10 canciones muy directas y con letras que reflejaban contraposiciones, situaciones difíciles, o crudas, o salvajes, y por eso fueron colocadas bajo el paraguas de un título como “Canción Animal” (que por poco no fue titulado “Tensión e Integridad”). Esta tensión se vive desde la misma portada, donde 3 símbolos representan a los 3 músicos: los leones copulando a Cerati (la furia sexual), la veleta a Charly Alberti (la fuerza de la juventud), y el tensegrid a Zeta (el equilibrio en el conflicto). El diseño de tapa, dicen algunas versiones, fue un trabajo conjunto de Gustavo y su novia de 19 años Paola, que estudiaba Bellas Artes, aunque los créditos del disco señalan a Cerati y Bosio como autores. “(En) el séptimo día” abre el disco con la primera novedad: un tema que no respeta la tradicional métrica del tema pop en 4x4, rompiendo esquemas que para el rock en español eran casi estándares. La referencia obvia de la lírica es a la creación del universo y el dilema sobre si somos producto de esa explosión generada por una presencia divina, y cuál es el rol que desempeñamos ante ese supuesto creador. Pero Cerati dijo en su momento que el 7 hacía referencia a la métrica de 7x8, y lo de la creación vino después (como sea, el “no descansaré” hace clara referencia al día en que Dios descansó). Gustav Dracko, experto en Gustavo Cerati, afirma que el “beso en la pantalla del autocine sin gozar” hace referencia a la que por entonces era una relación secreta entre Cerati, de 29 años (en una relación con Paola Antonucci), y Cecilia Amenábar, una menor de solo 17 años, y la imposibilidad de mostrarse en público. Por su potencia y su impacto, “(En) el séptimo día” sería desde entonces la apertura ideal para las presentaciones en vivo.

Cerati y Antonucci
La novia de Cerati en aquel momento, Paola Antonucci, fue la inspiración para varios de los temas aquí presentes. Dijo la misma Antonucci: “Cada canción de este disco fue creada en casa, largas noches, largas charlas, mucha pasión”. Entre esas creaciones, está esa maravilla que es el segundo track “Un millón de años luz” y su emotivo riff de guitarra, que ya es épico y que Gustavo solía extender en las presentaciones en vivo, homenajeando al tema “Tempted” de Squeeze. Cuando describió la canción, el mismo Cerati hizo referencia a Paola: “Surgió de una cosa muy de amor con mi mujer, empecé a tocar algo en la sala que fuera hasta heroicamente emotivo, la armonía es como tan previsible, y al mismo tiempo decía ‘No Vuelvas’ y repetía eso como un mantra, y fue desembocando en el tema”.

Cerati y Melero
La otra persona que influyó notablemente a Cerati en esta producción fue Daniel Melero, con quien co-compuso las letras de los temas “Canción animal” y “Hombre al agua”. Según la percusionista Andrea Álvarez, Gustavo y Daniel estaban en un viaje propio: “Era como un apoyo místico”. Melero escribió la letra del tema que da nombre al disco a partir de una película porno llamada “Café Flesh” de 1982, a la que describió como “el ‘Blade Runner’ de la pornografía”. Lo que dice la letra es lo que dice un comediante de stand-up en el café donde se desarrolla la película, pero el estribillo fue un agregado de Gustavo. En cuanto a cómo trabajó la sociedad Cerati-Melero en este tema y también en “Hombre al agua”, fue similar: Gustavo le dijo a Daniel: “este tema se tiene que llamar ‘Canción Animal’, así que en algún lado de la letra debe decir eso”. En “Hombre al agua” fue parecido, solo que además del título le pasó el concepto: el hombre cae al agua pero de un barco que ya está a la deriva, y el mar está revuelto, describiendo un verdadero caos. Se refiere a alguien que está muriendo poéticamente pero que está deslumbrado por las nuevas formas que crecen y “son tan atractivas”, y quiere dejarse llevar por esas olas. Cuenta Melero que previo a “Canción Animal” Cerati estuvo a punto de grabar un disco con Charly García y Pedro Aznar que se iba a llamar “Tango 3”, y él “lo salvó” de que hiciera eso. Ojalá no lo hubiera salvado, ya que hubiera sido por lo menos más que interesante escuchar un disco con esos tres monstruos: García y Aznar sacarían finalmente “Tango 4” un par de años después, mientras algunas canciones del nunca editado “Tango 3” terminarían en “Canción Animal”, donde quedaron algunos arreglos vocales de Pedro Aznar. Y la sociedad de Cerati con Melero se prolongaría hasta el proyecto que saldría a la luz en 1992 llamado “Colores Santos”. Como diría Martín Ciccioli, otro “Die Hard Fan” de Soda: “en aquel momento, la gente estaba más interesada en un nuevo disco de Soda Stereo, que en un disco de Cerati, García y Aznar”.

Cuando hablábamos del rock argentino más propio de los 70’s como referencia, estamos hablando de “Sueles dejarme solo”, el tema que cierra el lado A del álbum. Era la canción más pesada de Soda hasta el momento, con un fuerte y agresivo sonido hard rock elevado por un solo de guitarra en el que Gustavo solía quedar poseído cuando la interpretaba en vivo, llegando incluso a veces a romper la guitarra. Este era uno de los temas que iba a estar en “Tango 3” como producto de una zapada entre Aznar y Cerati. La furia que desencadena la letra es a partir de la desazón de un hombre rechazado por una mujer que lo enloquece, ya que nunca va a poder ser el superhombre que ella espera.

Coldplay tocó en vivo "De música ligera"
Respecto al single que dio vuelo mundial al álbum, la rítmica y ganchera “De música ligera”, recuerda Andrea Álvarez: “A esa canción Gustavo la vivía como con culpa de hacer un hit. No iba a quedar, y quedó”. Fue un tema que compuso junto a Zeta de un tirón estando en una prueba de sonido en Morelia, México, en 1989, y Cerati mismo dijo después: “Estaba convencido de que este iba a ser un superhit”, y no se equivocó. Y del mismo modo que fue compuesta, cuenta Charly Alberti que fue grabada en una sola toma, algo que no era habitual para ellos. El inicio de la letra dice “ella durmió al calor de las masas, y yo desperté queriendo soñarla”, haciendo referencia a esa canción que se elabora con la intención de que sea un éxito, y es en lo que finalmente se convirtió. Así pensaba Gustavo el concepto de un tema pop: “no podés zafar de ello y siempre está bueno escuchar una canción así, donde no tenés ni qué pensar, porque simplemente está y te arrasa”. La idea la tomó Gustavo de una colección de discos que tenían sus padres cuando él era chico, titulada “Clásicos ligeros de todos los tiempos”. Es la única canción del disco cuya música fue co-compuesta por Gustavo y Zeta, y es hoy en día considerado un himno del rock en español. Miles de veces reversionada, es un clásico que hasta forma parte de la mismísima discografía de Coldplay, que hizo un cover en vivo para su disco “Live In Buenos Aires”. La versión en vivo de la gira “Me verás volver” de Soda, supo tener a “De música ligera” como cierre del último show de su carrera, donde fue coronada con la inmortal frase “Gracias… Totales!” en boca de Gustavo. Cae un justificado lagrimón.

“Entre Caníbales” es de las canciones que más me embelesó en mi primera audición del disco. Si bien el tema fue excluido de la gira “Me Verás Volver” del año 2007, la frase que inicia la canción “una eternidad esperé este instante” fue recurrentemente usada por Gustavo en la mencionada gira, en comunión con su público. La única balada del álbum es “Té para tres”: representa un momento amargo y real en la vida de Gustavo. Acababa de separarse de su mujer y estaba viviendo temporalmente en la casa de sus padres. Una tarde, se sientan a tomar el té los 3, Gustavo con su mamá y papá, y recibe la noticia: se entera que su padre tiene cáncer. Esta letra cuenta la intimidad de una familia que comienza a ver el final como algo muy concreto. Diría Lilian Clark, madre de Gustavo Cerati: “Muchos piensan que ‘Té para tres’ es una historia de amor, y lo es, pero una historia de amor a su padre”. La placa cierra con uno de mis temas favoritos, “Cae el sol”. Una rola bien rockera con reminiscencias al tema “The Ocean” de Zeppelin e inspirada en “Here Comes The Sun” de Los Beatles. Estaría rememorando el encanto de la naturaleza, en aquellas cálidas tardes que solía pasar Gustavo con su novia Paola en el barrio de Nuñez. Los leones descansaban tras el acto, viendo el sol caer en el horizonte: una mezcla de algo melancólico y al mismo tiempo esperanzador.

El carácter permanentemente innovador del trío permitió gestar una placa con garra, con importantes canciones dentro de lo que sería su legado, y para no perder la costumbre, muchos buenos cortes comerciales. Es un disco muy potente que tuvo amplia llegada, con canciones sencillas y fáciles tanto de tocar como de asimilar, y tal vez por eso fue tan bien recibido. La sensación que dan las canciones es de frescura y naturalidad, a diferencia de otros temas más complejos que supo hacer Soda en producciones anteriores como “Signos”, o que haría más adelante en “Dynamo”.

La gira que promocionó el disco fue bautizada “Gira Animal” e hizo honor a su nombre: más de 30 ciudades en Argentina, y posteriormente se proyectó al exterior, pasando por Venezuela, Colombia, México, España y USA. Personalmente pude asistir al histórico show que brindaron el 22 de diciembre de 1990 en el estadio de Vélez Sarsfield, un increíble espectáculo que convocó a más de 40.000 espectadores. Aunque el momento más espectacular de aquellos años de Soda Stereo sería el show gratuito que el trío brindó el 14 de diciembre de 1991 ante casi 300.000 personas en Avenida 9 de Julio, lo que dejó en evidencia el fenómeno que representaba la banda a nivel popular. Dijo Gustavo Cerati en el año 2007: "Me imagino que los que estaban en San Juan y la autopista no escucharon nada, pero querían estar. Esa energía es muy generosa y trasciende el show. Para que esto ocurra tiene que haber una verdadera conjunción de energías planetarias". Sería el cierre de un ciclo dorado.

¿Se puede decir algo más? 30 años han pasado y la consigna sigue siendo la misma del insert: tomar el disco “Canción Animal”, colocarlo en la bandeja, “y para mayor placer animal, escuchalo a todo volumen”. 

 

viernes, 7 de agosto de 2020

Music Corner nº 186 - Coldplay

“PARACHUTES"
THANK YOU, TRAVIS!

Hacia fines del milenio el rock alternativo mostraba su máximo exponente en Radiohead, que ejercía su influencia sobre toda una nueva generación de artistas británicos. Si tomamos el sonido de Radiohead y lo escindimos en dos mitades, podemos aseverar que el más digno heredero de su cara brit rock o progresiva fue Muse, y el lado melancólico se lo llevó la banda escocesa Travis. Sin embargo, un año después de la salida del exitoso “The Man Who” (1999) de Travis, la posta le fue arrebatada a los chicos de Glasgow por un álbum debut que haría historia e iniciaría la carrera de una de las bandas más importantes de los siguientes 20 años: Coldplay.

Chris Martin (voz y piano), Jonny Buckland (guitarra), Guy Berryman (bajo) y Will Champion (batería) eran amigos de la universidad y venían tocando juntos desde 1996. Con un par de EP’s bajo el brazo (“Safety” de 1998 y “Blue Room” de 1999), los miembros de Coldplay se juntaron con el productor Chris Allison para empezar a dar forma al proyecto del primer LP hacia fines del 99. Se les uniría un segundo productor, Ken Nelson, cuando todo estaba todavía muy verde. Pero mientras giraban y se presentaban en vivo, había tiempo para trabajar en el estudio. Se dice que lo que sería el primer single de Coldplay en rankear es un tema que Chris Martin dedicó a Natalie Imbruglia, pero si bien Chris nunca lo confirmó, si sabemos que es una canción sobre alguien arrepentido y con cierto aire acosador. “Shiver” representaba el perfil más indie de la banda, describiendo las tribulaciones y promesas de un corazón roto y obsesionado que clama por una oportunidad. Influenciada por el tema “Grace” de Jeff Buckley, desde ya que la canción anduvo bien, fue lanzada en marzo del 2000 y llegó al puesto #35 en UK.

Tras el segundo corte adelanto que fue “Yellow”, lanzado el 26 de junio del 2000, el long play “Parachutes” vería la luz un par de semanas después, en julio. Los dos primeros cortes ya difundidos no hacían presuponer que el disco tendría toda esa ambientación atmosférica y cambiante, caracterizada por una tonalidad triste. Sin embargo, Will Champion supo hacer una apreciación sobre esta crítica, al comparar (teniendo en cuenta solo este punto) a “Parachutes” con el trabajo de Lou Reed en la canción “Perfect Day”: una canción con una letra muy alegre pero sumergida en una música que inspira aflicción. Lamento opinar que Will nos está timando: en algunas letras hay mucha tristeza y dolor. El producto resultante fueron unas 10 canciones (considerando el hidden track) y un interludio (el tema “Parachutes” de solo 44 segundos) que pese (o gracias) a su carácter apesadumbrado y melancólico, atrapaba desde la primera oída.

Abriendo con “Don’t Panic” tenemos ya una perspectiva de la influencia de U2 en esta placa debut de Coldplay. Cancioncita simple y gentil, ofició de 4º single de “Parachutes”. Como muestra basta un botón, y en esta carta de presentación tendríamos un resumen de la idiosincrasia de la banda a lo largo y ancho de las líricas en el resto de su carrera hasta hoy, y que es el positivismo en su expresión más manifiesta: “There's nothing here to run from, 'cause here, everybody here's got somebody to lean on”, luego de que Chris repitiera una y otra vez envuelto en guitarritas de ensueño “We live in a beautiful world, we live in a beautiful world”. Luego del segundo track “Shiver”, llega una delicia de canción llamada “Spies”, una belleza que comienza casi acústica con un afligido rasgueo de guitarra y la suave voz de Chris Martin con un relato de impronta paranoide que se contrapone al optimismo de “Don’t Panic”. Tras el primer estribillo, la canción se impregna de una melodía majestuosa sostenida sobre un bajo envolvente y tambores retumbando, cubriendo la voz de Chris con un halo de misterio mientras el canta en un hilo de voz “They’re all spies”, como escondiéndose entre las sombras. La rola alcanza picos aún más emotivos a medida que la guitarra eléctrica va tornándose más estridente. Uno de los mejores momentos del álbum. “Sparks” es la canción acústica que sigue, donde el riff lo pone el bajo que es acompañado por un rasgueo constante y la voz de un Chris abatido que comienza preguntándose “Did I drive you away?”, en otro clásico lamento sobre el amor que terminó y del que solo quedan chispas en el aire.

El nuevo himno de la camada de bandas conocidas como post-britpop sería el segundo single de “Parachutes”, que cierra su lado A. Aquí es donde Coldplay toma prestadas por un rato las guitarras distorsionadas más prototípicas de Radiohead para hacer un riff tan simple como memorable. Inspirada en el estilo de Neil Young, es uno de los momentos más positivos del disco con una letra más que elocuente en todos sus párrafos. “Look at the stars, look how they shine for you / and everything you do” hace referencia al ser amado responsable de nuestra felicidad. La verdadera génesis del tema la conocen ellos ya que dieron varias diferentes versiones, y al fin y al cabo no es eso lo que importa sino el resultado final: primer Top 5 de Coldplay en Inglaterra y otros países europeos, favorita de los fans de ahí en más e infaltable en vivo. El otro gran caballito de batalla del álbum se encuentra abriendo el lado B, que si bien figura acreditada como co-compuesta por los 4 miembros de la banda, Chris Martin contó que fue escrita pensando en sí mismo y en su actitud hacia sus compañeros, en los momentos en los que no se comportó como debe con aquellos a quienes ama, considerándose a sí mismo como un verdadero estúpido. Y por eso pide perdón una y otra vez, angustiado tras una melodía que emociona desde la primera escucha por su lírica y su intensa línea de piano. Otro éxito de ventas en UK y punta de lanza para la proyección de Coldplay a nivel mundial.

Como ya habíamos comentado, Coldplay le arrebató a Travis algo que los originarios de Glasgow parecían merecer por legítimo derecho. Nos referimos esencialmente a la fama y la trascendencia que Fran Healy y sus muchachos no supieron capitalizar luego del suceso de su álbum “The Invisible Band”. Pero además, a su sello melancólico, al sonido embebido de aflicción y pesadumbre que fue tanto glorificado como hipercriticado en el “The Man Who” de Travis, y que se hizo carne en la parte final de “Parachutes”. Si hay una canción que representa a la perfección toda esa nostalgia envolvente es “High Speed”, seguida por la más acústica “We Never Change”. No en vano Chris Martin declaró en un programa de la BBC Radio 1 en 2007: “Travis (was) the band that invented my band and lots of others”. “High Speed” narra, curiosamente en contraposición a su ritmo aletargado, la sensación que produce un mundo que no se detiene y nos lleva insertos en él a toda velocidad, haciéndonos vivir en una burbuja donde tenemos la sensación de que vamos a explotar de un momento a otro. “We Never Change” es otro momento en el que nos sumergimos en el desánimo de saber que siempre vamos a tropezar con las mismas piedras, nuestros bloqueos mentales que nos impiden cambiar y ser más libres, más buenos con los demás y no lastimarlos. “Everything’s Not Lost” es esa pieza final que no solo sirve para levantar el tempo de los tracks anteriores, sino también para dar una terminación más luminosa y esperanzadora, en una rola que recoge mucha de la energía que se había disipado desde el cierre del lado A con “Yellow”. Después de todo el machaque negativo que va desde “Trouble” hasta “We Never Change”, necesitábamos que nos dieran una palmadita en la espalda y nos dijeran: “Pero mirá que no todo está perdido, eh!”. Gracias muchachos!

Este primer disco de Coldplay fue un suceso comercial que llegó al puesto número 1 del ranking inglés y levantó todo tipo de reseñas positivas. Además ganó, entre otros premios destacados, el premio a Best British Album en los Brit Awards de 2001, y el Grammy a Best Alternative Music Album en 2002. “Parachutes” constituye un crisol que fusiona diversos elementos nobles que habían influido a Coldplay en sus primeros pasos en la música: además de Radiohead, se percibe la presencia de U2, Pink Floyd u Oasis. Una cautivadora secuencia de aflicción y ensoñación que intercala momentos de regocijo, esperanza y la devoción por la vida que Coldplay expondría de modo por momentos en forma exagerada en producciones más recientes (ganándose el mote de “impostadores de felicidad”). Quien sabe si serán unos posers de las buenas vibras o no, dejaremos de lado los comentarios haters, para concluir que tras 20 años de vida, “Parachutes” es el puntapié inicial de una gran trayectoria y hoy en día, sigue vigente.