viernes, 28 de diciembre de 2018

Music Corner n° 175 - Placebo

“WITHOUT YOU I´M NOTHING" - 20 AÑOS
BIPOLARIDAD CONDUCTORA

Tras un promisorio debut y con un primer corte Top 5 en el UK Chart con “Nancy Boy”, Placebo era una banda que empezaba a generar interés público a mediados de los 90’s. Entre aquellos que se sintieron atraídos resultó estar nada menos que David Bowie, con quien Placebo tuvo el lujo de tocar en varios conciertos durante el año 1996, hasta incluso para el cumpleaños n° 50 del Duke en el Madison Square Garden. El espíritu de Bowie continuó haciéndose carne en Placebo, ya que el siguiente paso del trío consistió en su participación con un cover de “20th Century Boy” en la banda de sonido de la película “Velvet Goldmine” inspirada en la escena Glam Rock de los años 70´s (y directamente relacionada con las vidas de Bowie e Iggy Pop). Esta fue toda la previa al segundo álbum de Placebo, que ya se estaba gestando.

Contar en la producción con el entonces ascendente Steve Osborne (ya tenía en su cartera trabajos con U2, Happy Mondays o Lush) no fue un tema menor, y aunque la relación que tuvo el mismo con la banda fue bastante conflictiva, los resultados no dejaron de ser óptimos. Aun así, temas icónicos de la placa en cuestión como “Pure Morning” (primer single cortado) contaron, como otros temas, con la producción de Phil Vinall. Sorprendería a más de uno enterarse que “Pure Morning” fue originalmente concebido como un cara B de algún futuro single, pero el resultado final daba obviamente para mucho más que eso. Junto a “Never Let Me Down Again” de Depeche Mode, podemos considerarla una de las más grandes odas a la amistad, y al igual que el tema de Depeche, es oscuro, envolvente y adictivo. Ideal para dar apertura a sus respectivos álbumes. Así fue como el adelanto del nuevo disco, que ya estaba terminado, fue justamente un tema que se metió por la ventana. “Pure Morning” fue lanzado el 3 de agosto de 1998, alcanzando el #4 en el UK singles chart. El sombrío video en cámara lenta muestra a Brian Molko amenazando suicidarse desde el borde de un edificio londinense, para terminar caminando por las paredes en lugar de caer al vacío. Androginia y desafío de leyes físicas en un mismo acto.


La consigna de este segundo disco era mostrar el lado más netamente glam rock de Placebo con ribetes de electro-punk similares al Sonic Youth o Pixies que supieron sacudir la escena under a comienzos de aquella década. Un pasaje furibundo como “Brick Shithouse” da cuenta de esta cólera desatada, que se complementa con saturaciones y acoples en otros tracks desbordantes de contundencia como “Every You Every Me” o “Scared Of Girls”. Incluso en el hidden track “Evil Dildo”. Pareciera que los puntos más elevados se encuentran en esos arrebatos, pero la violencia en Placebo se sublima en los momentos de mayor profundidad emocional que reside, con natural peculiaridad, en sus producciones más lentas, lúgubres y melancólicas. El tipo de amor que se describe en una letra como “Without You I´m Nothing” es aquel que desgarra, que no permite vivir, que arrastra a la desesperación del saber que no hay salida más que el abismo. Ese tipo de situaciones se describen una y otra vez a lo largo de exquisitos 65 minutos. Así como el momento bisexual de Molko entonando la romántica y sufrida “My Sweet Prince” (no “Princess”) con estrofas como “Never thought I’d get any higher / Never thought you’d fuck with my brain”. Así es medio difícil que las cosas funcionen, diría un tradicionalista! By The Way, yo entiendo que es un gran honor que David Bowie quiera grabar una canción a dúo con tu banda, pero realmente me quedo con la versión del álbum antes que con la del single “Without You I´m Nothing” con la voz de Bowie grabada encima. Te quiero Duke, te amo: no me odies desde el más allá por decir esto!

Para darle empuje comercial al disco, la rola elegida como segundo corte fue la simpática y bailable “You Don’t Care About Us”, que también logró ser top 5 en Inglaterra. Con dos hits en el bolsillo el álbum fue bien recibido por la crítica y Placebo pudo ampliar su universo de fans, lo que sirvió para una aún mejor performance de su obra posterior “Black Market Music”. En una escena musical mundial donde artistas como Marilyn Manson pisaban fuerte, una concepción como la de “Brick Shithouse” puede parecer menos extrema que lo que realmente es: una persona asesinada viendo desde el más allá a su novia acostándose con otro hombre mientras le canta algo tan intimidante como “I’ll be watching when he’s around”. Creepy. Tampoco resulta tan revolucionario ya (ni lo era en 1998) pegarle a la Iglesia en un tema como “Allergic (To Thoughts of Mother Earth)”. De modo que nada de lo que aquí se dijera resultaba escandaloso, pero si en muchos aspectos movilizador con momentos creativos.

Como sea, “Without You I’m Nothing” es un disco que no se molesta en evitar mostrar una completa inestabilidad emocional. Un sube y baja desbocado es la línea que caracteriza toda la obra: de “The Crawl” saltamos a “Every You Every Me”; de la deliciosa melodía de “Summer’s Gone” pasamos a la tormentosa “Scared Of Girls”. Tal vez sea “Every You Every Me” la canción que resume todo aquello que somos y que sentimos: todos tenemos algo viejo y algo nuevo, todos tenemos algo prestado y algo triste. Todos podemos ser egoístas o crueles. Todos podemos ser Placebo. Me encantan este tipo de discos donde, pese a la bipolaridad, hay un hilo conductor que hace que nada desentone. Ese es el pilar: abusar de ese placer que siente el oído del sufriente ante los altibajos. Frenesí y abatimiento en una constante ida y vuelta, todo por un mismo precio. No se puede pedir más: por algo es esta la producción que mejor representa a Placebo.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Music Corner n° 174 - Muse

“SIMULATION THEORY"
FICCIÓN DISTÓPICA RETROFUTURISTA

Los genios como Matt Bellamy tienen estas cosas: muchas veces resultan incomprendidos. Las críticas sobre la última producción de Muse vienen siendo en algunos casos un poco injustas, y he visto ejércitos de opinólogos rasgarse las vestiduras proclamando a viva voz la absoluta e irreversible decadencia de Muse, afirmando que el octavo disco del trío es un fiel reflejo de dicha catástrofe, y añorando el regreso a las buenas y sagradas épocas de “Origin of Symmetry”, que era cuando Bellamy, Wolstenholme y Howard conformaban una banda vanguardista que te “volaba el marulo” según la jerga rioplatense. Tratemos de corrernos por un momento de algunas obviedades.

Por empezar, Muse nunca volverá a ser la banda que fue en “Origin of Symmetry” o mucho menos “Showbiz”. Nadie le hubiera pedido a Pink Floyd que después de hacer “The Wall” volviera a hacer un “Atom Heart Mother”, ¿no? It´s evolution, baby, como nos supo enseñar Pearl Jam, para bien o para mal. Muse maduró, creció como banda y cada uno de sus miembros como músico. Cada uno de ellos fue nombrado Doctor Honoris Causa en el año 2008 por la Universidad de Plymouth, solo para mencionar algunos créditos. En segundo lugar, lo que en otros tiempos era bien visto, que era la experimentación, hoy en día es percibida por una parcialidad como carencia de ideas: el concepto de “banda que no se puede encasillar” pasó a ser un delirio megalómano de Matt Bellamy... En fin, no a todos tiene necesariamente que gustarnos el nuevo rumbo: pero de ahí a proclamar decrepitud, hay una gran distancia.

“Simulation Theory” amenazaba ser una caja de pandora que algunos temían abrir. Los adelantos de los últimos meses no habían sido muy alentadores con ejemplos como “Something Human”, pero en mi caso personal, hubo algunos temas como “Dig Down” que, al mejor estilo de un buen vino añejado, maduraron bien con el tiempo. Veamos más en detalle cómo nos fueron llegando estos anticipos. Todo empezó en el año 2017, cuando hacia mayo se lanzó “Dig Down”, una mezcla de synth pop con glam rock que resultó interesante como primer adelanto. Hubo que esperar a los inicios de 2018 para conocer la siguiente novedad, “Thought Contagion”, donde se reiteraba la orientación al rock electrónico pero ya se empezaba a perfilar el concepto que hilvanaba los distintos singles, y que confirmamos con la salida en julio del mismo año del polémico “Something Human” y su correspondiente video. Los sintetizadores comenzaban a entremezclarse con algo de space rock, y si se observa la estética de los covers de cada sencillo junto a la línea de producción de los videos, había una idea rectora.

En todos los casos se evidencian ineludibles alusiones a películas y clips de los años 80’s. El director en todos los casos es Lance Drake, y las referencias son icónicas: Max Headroom (en “Dig Down”), el video de “Thriller” de Michael Jackson (en “Thought Contagion”), el culto al VHS y “Back To The Future” (en “Something Human”), y los video juegos “Cyberpunk 2020” y “Grand Theft Auto: Vice City” (en “The Dark Side”, continuación de “Something Human”). Tanta cultura pop retrofuturista se extendió hasta el video de “Pressure” y su remembranza de la escena del baile de graduación de “Back To The Future”. Hablar de todo esto y mencionar la serie de TV para cuarentones melancólicos “Stranger Things” es como decir que todo queda en familia: más cuando el arte de tapa de “Simulation Theory” fue diseñado por Kyle Lambert, artista visual que trabajó precisamente en “Stranger Things”.

Habiendo mencionado todas estas simpáticas referencias, es menester focalizar un poco en la materia musical propiamente dicha. La placa abre con “Algorithm”, agradable sorpresa ya que en lo que refiere a grandes aperturas de sus discos, Muse continúa manteniendo el nivel épico característico. El segundo track es “The Dark Side”, que era el mejor single de los editados como adelanto, así que nada nuevo para el fan (que lo seguirá disfrutando) pero si un gran tema por descubrir para los neófitos: synth pop noventoso que se nutre del sonido original de Muse y de la impronta que la banda ha decidido imprimir en ésta placa. Se continúa con otro de esos hits propios de Muse con estribillos muy pegadizos que terminan siendo adictivos con el tiempo: el efectivo “Pressure”. La simulación en su apogeo, donde a través de una canción alegre se transmiten mensajes de sofocación como “I´m grinding it out / The pressure’s growing exponentially”. En cuarto lugar llega “Propaganda”, una suerte de “Supermassive Black Hole” remozado y con un solo de guitarra muy Black Rebel Motorcycle Club. Aquel touch funky de “Panic Station” (de “The 2nd Law”) sigue vivo. Cinco productores colaboraron en este tema, incluido el nunca bien ponderado Timbaland, pero afortunadamente aquí los resultados fueron óptimos.

Si vamos a hablar de rolas adictivas que invitan a sacudir la cabeza al mejor heavy metal style o mínimamente seguir el ritmo con el pie, “Break It To Me” es un inmejorable ejemplo. Cualquier DJ principiante lograría con facilidad un enganche perfecto entre este hitazo y “Bulls On Parade” de Rage Against The Machine ¿es acaso un homenaje a una banda que supo inspirar a Muse en sus inicios? Como sea, Tom Morello levanta sus pulgares aprobando. Veníamos genial, era todo 9 puntos para arriba, hasta que llegamos a…
“Something Human”. Ok, si hay que nombrar un tema que haya levantado polvareda en la carrera de Muse, es precisamente este. Desde que lo escuché por primera vez, y aún hoy, me sigo acordando de “A Little Respect” de Erasure. Lo que no es un problema porque lo amo, pero esto es Muse. Otros han llegado a encontrar aquí plagios a George Michael o hasta a Christina Aguilera (si, “Genie In a Bottle”, algo tiene de eso). Es un folk pop muy cheesy que podría tocar REO Speedwagon pero no Muse, o al menos no debería, y por algo no la están haciendo actualmente en la gira. Voy a ser totalmente honesto: de tanto machacarla, ha terminado agradándome. Pero aun así, en el medio de este disco o de cualquier otro disco de Muse, esto no tiene, literalmente, un pedo que ver. Y gran parte de la culpa por algunas críticas destructivas que le han hecho a “Simulation Theory”, la tiene este track perdido en la nebulosa.

Para evitar la hecatombe, llega justo a tiempo “Thought Contagion”, otro de los temas que ya conocíamos, y que dicen que en vivo suena de la ostia. Si bien Bellamy ha sido acusado de querer sonar aquí como Imagine Dragons, el tema es muy efectivo. La lírica es la más fiel a la línea de Muse y su constante paranoia: pensamientos invasivos y contagiosos como virus nos atacan todos los días. Hábilmente representado en un video con coreografías onda Michael Jackson donde todos se convierten en cyber vampiros punk que se mueven como zombies. Divertidísimo! “Get Up and Fight” es el octavo tema. Nuevamente se repite una fórmula ya usada en el pasado (clara referencia a “Mercy”) y que a muchos molesta. Tampoco es novedad la temática tratada: “estamos siendo oprimidos, tú lo sabes, y por eso te pido que te unas a nuestra lucha porque sin ti no podemos”. Listo, pongámosle unos coritos de Tove Lo (artista sueca de la que me hice fan con su álbum “Queen of The Clouds” en el 2014) para hacerlo aún más pop, y cartón lleno. La rebeldía adolescente fluye a borbotones, Matt imprime un tinte romántico con su piano, y aun así es un momento flojo del disco y lleva tiempo asimilarlo. “Blockades” es el tema Muse de manual, y por eso no puede no gustarle a nadie que ya sea seguidor. Los que extrañan “Origin Of Symmetry” o “Absolution” tienen aquí un pequeño oasis, ya que este track es una mezcla de “Bliss”, “Stockholm Syndrome” y varias otras cosas buenísimas del pasado. Luego viene “Dig Down”, que nos pilló a los oyentes en un momento en que estábamos ávidos de nuevo material, y tal vez por eso ha tenido buena acogida y nos simpatiza. Y así llegamos al último tema. Así como “Algorithm” es la típica apertura, “The Void” es el típico cierre al mejor estilo “Exogenesis”. Pero en este caso, con un aire a Jean-Michel Jarré meets Giorgio Moroder, metidos en la batidora Muse. Espectacular. Como plus hay versiones alternativas de casi todos los temas en las 2 ediciones deluxe, destacando entre ellas la Alternate Reality Version de “The Dark Side”, tremendamente conmovedora.

El álbum ha tenido buena recepción del público, y ya fue #1 en varios países europeos incluyendo Inglaterra. La crítica, como ya vimos, es variada: un medio como Metacritic, le asignó un promedio de 63/100. Así de peleada está la cosa. Vivimos en una simulación virtual de la realidad digna de The Matrix, y desde ese concepto quiso partir la banda para darle forma a este trabajo. Me gustó que para manifestarlo, hayan recurrido a la estética sci-fi propia de los años 80’s. Y respecto a las canciones, encuentro en general muy buen material, salvo honrosas excepciones. Aquel que se sienta decepcionado, puede dar por seguro que, gracias a la constante pasión innovadora de Matt Bellamy, el próximo disco nos sorprenderá con algo completamente imprevisible.