domingo, 26 de abril de 2020

Music Corner nº 183 - Depeche Mode

30 AÑOS DE “VIOLATOR"
LA DULCE PERFECCIÓN

“Let me take you on a trip around the world and back / And you won’t have to move, you just sit still” son las primeras líneas que entona Dave Gahan en la apertura del inmortal álbum “Violator”: toda una premonición de la travesía en la que nos sumergiríamos en los siguientes 47 minutos de deleite auditivo, y que constituiría una de las mejores producciones de la década que acababa de arrancar. Nacía un fenómeno atemporal que no perdería vigencia ante el (para otros) implacable paso del tiempo.

Había llegado la hora para Depeche Mode de dejar de desempeñar un papel secundario. Los planetas se iban alineando y el muchas veces obstruido oído yankee de aquellos años se había dignado a tenerlos en consideración: su reconocimiento fue tardío en el gran país del norte. La gira mundial del Music For The Masses Tour reflejaba ese flamante enamoramiento norteamericano hacia la banda, el cual había quedado plasmado en el álbum en vivo + documental “101”. Antes de eso, Depeche solo había logrado un hit de mediano impacto en el American Top 40 con “People Are People”. Pero hacia 1988, los adolescentes de ese país ya lo consideraban una banda under de culto, tal como sucedía con otros artistas de origen inglés como The Cure, The Smiths o New Order. En aquellos años sin internet, uno se enteraba de las novedades muchas veces de casualidad. Viendo un programa de música pop español llamado “Rockopop”, me llegó el adelanto del próximo disco del entonces cuarteto, llamado “Personal Jesus”. Quedé totalmente impactado: me pareció algo super novedoso dentro de lo que ellos venían haciendo. El mismo Martin Gore declaró: “Decidimos que nuestro primer disco de los 90’s tenía que ser diferente”. La cuestión era definir cómo lograrían esa meta.

La incorporación de Flood en el estudio a título de co-productor y mezclador fue un detalle no menor a la hora de enriquecer con su conocimiento técnico el trabajo de Alan Wilder. Flood ya había trabajado con Depeche Mode como ingeniero de sonido pero su curriculum desbordaba pulgares aprobatorios tras haber participado en proyectos de artistas como U2, New Order, Erasure o Nick Cave & The Bad Seeds, entre muchos otros. El trabajo con Flood alternó entre Londres y Milán, ciudad esta última donde se gestó “Personal Jesus” a mediados de 1989, siendo un ícono clave en lo que al espíritu de “Violator” refiere. “Personal Jesus” fue radicalmente distinto a cualquier cosa que Depeche hubiera hecho antes. Su ganchero riff de guitarra como instrumento dominante en el entorno de una fuerte base de batería dejaba un poco de lado la imagen de Depeche como grupo synth-pop para darle una mística de banda blues rock. El single salió muy adelantado respecto al álbum, pero generó la expectativa deseada. La promoción en UK consistió en la colocación de avisos en distintos diarios con la leyenda “Your own personal Jesus” y el agregado de un número de teléfono al que se podía llamar y escuchar la canción. Siempre pensé que “Personal Jesus” constituía una socarrona crítica a la catarata de iglesias que inundan a los EEUU y que explotan a sus inocentes creyentes vendiéndoles milagros inexistentes a cambio del diezmo. Algunos se sintieron ofendidos por considerarla blasfema. Sin embargo, nadie mejor que Martin Gore para explicar de qué se trataba, en una entrevista para la revista Spin de julio de 1990. Inspirada en el libro de Priscilla Presley “Elvis and me”, “Personal Jesus” trataría sobre el valor de convertirse en alguien que da esperanzas a otra persona, y sobre el impacto que esto tiene en las relaciones amorosas, donde el ser amado se convierte en esa suerte de Dios. Como reza la lírica: “Your own personal Jesus / Someone to hear your prayers, someone who cares”.


Si ya con “Personal Jesus” el álbum por salir había despertado altas expectativas y varios estábamos ansiosos y atentos a su lanzamiento, no hace falta detallar el efecto que produjo el siguiente adelanto. Martin Gore había compuesto una nueva balada acústica y antes de fines de 1989, el grupo entró a grabarla a estudios. Pero Alan Wilder convenció a Gore de que esa canción iba a quedar mejor con un tempo más acelerado. La letra era simple: un corazón destrozado que siente que ya no puede volver a construir otra relación, y demanda al mundo solo silencio para no incrementar su tormento: “Words are very unnecessary / They can only do harm”, parece suplicar. A fines de diciembre salió un promo limitado del nuevo single, pero el release oficial fue el 5 de febrero de 1990. Este auténtico himno al dolor llamado “Enjoy The Silence” catapultó a Depeche Mode a la difusión masiva en las radios norteamericanas y por supuesto, también europeas. En USA fue el único top 10 logrado por la banda en el Billboard chart, pero además abrió la puerta a toda una masa de nuevos seguidores a nivel mundial. El video del tema fue dirigido (al igual que “Personal Jesus”) por Anton Corbijn, viejo conocido de la banda: está inspirado en “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, y recibió alta rotación por la cadena MTV. Y un año después, en los Brit Awards 1991, “Enjoy The Silence” se llevaría el galardón a Best British Single.

El 19 de marzo de 1990 fue la fecha indicada: cayó el telón y finalmente conocimos “Violator”, el séptimo hijo de Depeche Mode. La portada era también trabajo fotográfico de Anton Corbijn, la icónica tapa con la rosa roja sobre un fondo completamente negro. Y básicamente en eso consistía todo el arte de la edición: variaciones de la rosa pero ya en blanco y negro. Lo más valioso estaba adentro: solo 9 canciones. No es un disco de rock, aunque tampoco era simplemente más synth pop del que tan bien le sale a Depeche ¿Era rock alternativo? Era distinto. Era un rock sintetizado con ecos de oscuridad, matizando tonos sombríos con ritmos y melodías entradores. Abriendo con “World In My Eyes” y su pegadizo ritmo electrónico, el viaje comienza de la mejor manera. Techno Pop con aire a Kraftwerk: una canción fresca, positiva y desprovista de las atmósferas oscuras que envuelven al resto de la placa. Ya con el segundo track “Sweetest Perfection” comenzamos a sumergirnos en esos ámbitos más lúgubres, entrelazando en este caso el sexo y la adicción: “The sweetest infection of body and mind / Sweetest injection of any kind”. La canción progresa como una olla a presión que va hinchándose con distintos cantos y efectos. Climas similares se alcanzan en otros pasajes del disco como “Waiting For The Night” o “Clean”, encadenando un sombrío pesimismo. En el caso de “Waiting For The Night”, la obra de Gore se pierde entre armonías perturbadoras y capas de voces que nos envuelven, mientras Gahan endulza su voz al punto de convertirse en la esperanza que nos arrastra hacia un sueño utópico al que preferimos escapar, el camino a la redención, y un cierre a esta primera etapa de “Violator”.

“Halo” es una rola tecno-gótica que refiere al dolor como mecanismo de liberación, una suerte de expiación de pura cepa cristiana: admite que viviste en la lujuria, acepta el castigo y te beneficiarás con la gracia del perdón. Sombría pero intensa, exótica y bailable, es uno de los momentos más pegadizos del álbum. Fue pensada originalmente como single pero finalmente solo fue un promo, que cuenta con un video que se conoció varios años después. La cara B del vinilo abre con “Enjoy The Silence”, y mediante un interludio conocido como “Crucified” (se puede escuchar a Fletcher diciendo esa palabra) se conecta con lo que sería el tercer single del disco, “Policy of Truth”. Bien podría considerarse que “Enjoy The Silence” y “Policy of Truth” son parte de una misma historia, una metamorfosis: el ser padeciente de la primera, que clama por silencio y retiro, se convierte en el embustero de la segunda, que encuentra que las relaciones solo pueden llevar indefectiblemente al engaño y la infidelidad. El cinismo vanaglorificado que incita al ocultamiento y la mentira.

Empalmamos con el tramo final de este recorrido, y llegamos a “Blue Dress”. Es una oda a la histeria, enigmática amalgama de deseo y amor, una canción minimalista y envolvente. Con su característica voz tierna, Martin Gore sugiere que la sensualidad no está en el desnudo sino en el vestido que lo recubre, y pide una y otra vez a esa belleza “Put it on… Put it on…” ya que de eso se trata, de algo que no se puede entender con simples palabras: “Something so simple, something so trivial, makes me a happy man”. Esta última manifestación de deseo carnal se engancha mediante otro interludio con el último tema. “Clean”, como terminación de la obra, es una proclamación de ruptura, un compromiso con el cambio que nos emancipa de aquello que nos ha lastimado, poniéndole un fin… aunque con la incertidumbre de la recaída, manifiesto en el “Sometimes” que se interpola con una voz más grave y tenebrosa luego de toda esa fuerte declaración de intenciones. Una pieza que esconde una agresividad contenida atrás de su base dramática y un hipnótico riff de bajo que emula la línea de “One Of Those Days” de Pink Floyd.

Si “Music For The Masses” (1987) había sido el cierre de una primera etapa para Depeche Mode, y “101” había sido el disco bisagra, no había dudas que “Violator” estaba llamado a ser la apertura de un nuevo ciclo y en ese papel se lució. Si bien el nuevo material estaba recubierto por el velo de post-punk rock característico de “Black Celebration”, el gothic rock se fusionaba con la impronta bailable que ya había marcado anteriormente a temas como “Strangelove” o “Never Let Me Down Again” y convertía a “Violator” en el hasta ahora (y tal vez por siempre) disco más comercial de la banda. Pero más que nada por la amplitud de géneros que cubría: estilos como rock, techno y house estrechaban sus manos con satisfacción. La crítica especializada siguió en su gran mayoría el entusiasmo de los fans. AllMusic.com le da nada menos que 5 estrellas y sostiene que “Depeche Mode alcanza aquí alturas verdaderamente asombrosas”. Similares niveles de aprobación otorgaron Rolling Stone, The Guardian o Spin. Pero donde realmente no cabe duda sobre el impacto que produjo “Violator” en la opinión pública, fue en la reacción del oído consumidor. El World Violation Tour fue visto por aproximadamente 1,2 millones de fans en todo el mundo. Y aseguró el éxito comercial de “Songs Of Faith And Devotion”, el siguiente álbum, que debutó en el puesto #1 tanto en UK como en USA. “Violator” es Depeche Mode en la cresta de la ola, sin desmerecer en absoluto sus trabajos anteriores o posteriores. Es un álbum brillante, sin desperdicios, emotivo y fundamental. La dulce perfección que se convirtió en un fenómeno de masas.