jueves, 31 de octubre de 2019

Music Corner n° 181 - King Crimson

"In The Court Of The Crimson King” (1969)
A 50 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL ROCK PROGRESIVO

Hay discos cuyo impacto es tan fuerte y su influencia es tan absoluta, que no solo son relevantes desde su lanzamiento sino que con el paso de los años su imagen se agiganta. En el caso de “In The Court”, hablamos de un disco fundamental en la historia del rock, pero su impronta arrasó con los estándares de su época y marcó el inicio del rock progresivo como tal.

Corría el mes de julio de 1969 cuando el hombre pisaba por primera vez la Luna. Durante el transcurso de ese verano boreal, la escena del rock era una de las más ricas de todos los tiempos: los Beatles estaban en su apogeo y eran Dioses; futuros popes del progresivo como Yes y Genesis estaban dando sus primeros pasos; y otros grandes como Pink Floyd experimentaban la psicodelia de la mano de Syd Barret. En ese caldo de cultivo, también estaban los Rolling Stones comenzando a tener peso propio tras toda una década a la sombra de los Beatles. El 5 de julio de ese año, Mick Jagger y los suyos vuelven a tocar en vivo (tras un hiato de casi dos años) en el Hyde Park de Londres. Entre los teloneros se encontraban unos jovencísimos King Crimson: Robert Fripp (guitarra), Greg Lake (voz y bajo), Michael Giles (batería y percusión), Ian McDonald (flauta, mellotrón, teclados, vibráfono y más) y el letrista Peter Sinfield. La reacción del público fue al principio de gran sorpresa al escuchar “21st Century Schizoid Man”, para luego quedar subyugado ante bellezas como “Epitaph”. Se trataba de una audiencia de más de 500.000 personas que quedó o bien embelesada o bien confundida ante la presentación de esta aún desconocida banda. Las puertas para resucitar la grabación de un postergado álbum debut se abrieron en ese preciso instante.

Envalentonados tras el revuelo causado por su performance en vivo, los King Crimson volvieron a los estudios de grabación y el 16 de julio despidieron con determinación al productor Tony Clarke, famoso entonces por su trabajo con The Moody Blues. Nunca había habido química con Clarke, por lo que Fripp y los suyos recibieron la bendición para convertirse en los propios productores de su primer álbum. Tal vez el error de Tony Clarke había sido considerar a sus producidos como muy verdes en la materia, cuando en realidad se trataba de músicos con mucho vuelo, obstinados y exigentes. La riqueza y perfeccionismo de los integrantes de Crimson quedó plasmada en un álbum de rock que consolidó la fusión de variados elementos de jazz, música clásica y sinfónica.

La apertura con “21st Century Schizoid Man” es arrolladora: casi 7 minutos y medio de una rola con la voz de Lake distorsionada y múltiples variaciones. A los 2 minutos el tema sale de un tiempo de 4/4 para acelerarse por primera vez y dar lugar al lucimiento del saxo y luego el solo de guitarra de Fripp, para regresar al saxo a posteriori. Recién al minuto 5:50 termina la sección netamente instrumental y se vuelve al tempo original y a la voz de Lake por un instante, para finalmente dar lugar a un cierre cacofónico completamente caótico en modo free time. Es la historia de un hombre moderno que ha visto los horrores de la humanidad y cede ante la paranoia. Se considera a “Schizoid Man” una pieza clave para el metal progresivo, y se anticipó por unos meses al lanzamiento del primer álbum de Black Sabbath, considerado fundacional para el heavy metal. La canción fue lanzada en single de doble cara el 12 de octubre de 1969, como lado B de “Epitaph”. “I Talk To The Wind” es lo que sigue, un evidente contraste con “Schizoid Man” que calma las aguas con su flauta de apertura, su tono de paz y su serenidad. Una pieza folk que coquetea con la inspiración clásica. Hacia el minuto 2:50 se da el solo de viento que abre lugar al posterior punteo de Fripp, y luego continúa la canción. La flauta retoma su solo en el minuto 4:50. En resumen, es una bella balada folk donde todos se lucen pero especialmente la voz dulce de Lake y la inquieta flauta de Ian McDonald, quien co-escribió el tema. Para cerrar la primera cara del disco, esa obra maestra de apocalíptica solemnidad que es “Epitaph”, un auténtico himno envuelto en melancolía y tristeza. La canción reflejaría el miedo a una eventual guerra nuclear, dejando su lírica un dejo de confusión y desesperación: “The wall on which the prophets wrote is cracking at the seams / Upon the instruments of death, the sunlight brightly gleams”. Si, la letra es un bajón, y muchos la pueden encontrar intolerable, más si tenemos en cuenta el dramatismo que en la misma imprime el mellotrón de McDonald. Según Lake, “Epitaph” se trata de una mirada de incomprensión a un mundo que se ha vuelto loco. Es difícil explicar con palabras lo que este tema produce, pero tal vez ayude explicar que su contenido existencialista y desesperanzado fue perfectamente expresado por la banda.

Damos vuelta el vinilo y nos encontramos con “Moonchild”. Así como los demás tracks del disco (excepto “I Talk To The Wind”) están divididos en secciones, en este tema las dos partes son fácilmente diferenciables. La primera es una balada basada en el Mellotrón que se titula “The Dream”, de tono dulce y menos dramática que “Epitaph”, y que luego de los 2:30 minutos deviene una improvisación instrumental free time de tinte jazzístico titulada “The Illusion” hasta completar los más de 12 minutos de tema. Personalmente lo veo como la parte menos interesante de la obra, aunque por tratarse de una pieza conceptual, sigue siendo objeto de culto por su cuota de experimentación e innovación. Llegamos sí a la canción final homónima del álbum. A lo largo de sus 9:25 minutos de duración asistimos a uno de los pasajes más ricos del disco, musicalmente hablando. Comienza con la épica introducción de su melodía de base, para luego ir combinando jazz con elementos sinfónicos. Al igual que una pieza clásica, consta de 4 movimientos. La canción es solemne y majestuosa, destacando los coros, y hace referencia a una reina negra, una marcha fúnebre y una bruja de fuego en una mítica corte real medieval. Al igual que en el resto del disco, la música corresponde a McDonald y la letra a Sinfield.

“In The Court” cuenta con una de las tapas más icónicas de la historia del rock, tan trascendente como el disco que porta, pintada originalmente por Barry Godber. Godber murió en febrero de 1970, al poco tiempo del lanzamiento del álbum, y fue el único diseño para un álbum que realizó. En la tapa se representa al “Schizoid Man” y en el interior al Rey Carmesí. La curiosa anécdota sobre la noche en que Godber llegó al estudio y le mostró a los miembros de la banda su creación, es que ese día habían grabado “21st Century Schizoid Man” y al ver la pintura, los Crimson asociaron inmediatamente esa cara con el personaje de la canción sobre la que habían trabajado: fue una increíble coincidencia. Según Robert Fripp, los diseños de Godber reflejan a la perfección el contenido de toda la placa, y hoy en día el dibujo original se encuentra en su poder.

Solo un par de semanas antes del lanzamiento de “In The Court of the Crimson King”, había salido al mercado “Abbey Road” de The Beatles, y el segundo álbum de Led Zeppelin salió unos días después. Pero pese a esta durísima competencia, nada impidió el éxito comercial del debut de King Crimson. Muchos piensan que es el mejor disco del grupo y que nunca pudieron superarlo: yo coincido con ese parecer. Y curiosamente la presencia del hoy reconocido como líder de Crimson, Robert Fripp, no tuvo aquí el peso que si tuvieron otros miembros del grupo, algunos de los cuales partieron hacia nuevos horizontes luego de este trabajo. Esta formación de King Crimson no volvería a repetirse en el futuro. ¿Fue este el primer disco de rock progresivo de la historia? Podemos decir que objetivamente no, pero si que fue por lejos el mejor de los primeros: ya había sido editado el primer disco de Yes, ya Pink Floyd comenzaba a sobresalir, ya Frank Zappa mezclaba sonidos y géneros bajo su estilo netamente vanguardista. Pero ningún otro disco tuvo, hasta ya entrados los 70, la importancia y la influencia en el rock progresivo que tuvo “In The Court”. A 50 años de su edición, es un disco que marcó generaciones: extraordinario y trascendental. Pero vale la pena aclarar: no es un disco que pueda escuchar cualquier persona que no esté habituada a la complejidad.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Music Corner n° 180 - Ed Sheeran

"No 6 Collaborations Project” (2019)
HOMESICK RED HAIR Y SUS AMIGOS

En lugar de ir por menos (“-” debería haberse llamado este cuarto álbum, siguiendo la lógica de los símbolos matemáticos que dieron nombre a sus producciones anteriores), Ed Sheeran fue por más, en el sentido que rompió sus propios esquemas. Despegándose del folk pop que tan buenos resultados le ha dado en estos pocos pero fructíferos años de carrera, nuestro colorado amigo sacó un disco que da protagonismo a terceros a través de diversas colaboraciones, y abre el abanico a variados estilos que no le son ajenos (Ed Sheeran ha colaborado en diversos proyectos con todo tipo de artistas) pero que conforman un trabajo completamente diferente a lo previo.

Todo comenzó a darse a conocer con el primer corte a dúo con Justin Bieber “I Don’t Care”, un obvio y certero disparo al número 1 de las listas de hits en todo el mundo, y los resultados fueron los esperados: llegó a la cima en 26 países, además de liderar el ranking global de Spotify durante 6 semanas. Pero aún no se sabía que esta nueva juntada con Bieber iba a ser parte de un disco con esta particularidad. Ni lerdo ni perezoso, Sheeran asestó un segundo golpe 15 días después al lanzar como segundo single “Cross Me” junto a Chance The Rapper y PnB Rock. Siguió a este una catarata de 4 cortes más hasta el lanzamiento del álbum “No. 6 Collaborations Project” el 12 de julio de 2019, que fue recibido con bombos y platillos.

La experiencia previa de Sheeran había sido con el EP editado en el año 2011, llamado “No. 5 Collaborations Project”, el que fue en realidad su debut discográfico. Claramente, en aquellos años el buen Ed no tenía la fama mundial con la que cuenta hoy, y los artistas que acompañaban en aquel entonces no tenían el reconocimiento que sí tienen los que figuran en “No. 6”. Hoy en día, Ed Sheeran se puede dar el lujo de grabar con quien tenga ganas, ya que tiene una cola de gente rogando por sacarse una foto con él. Y si hay alguien a quien le puede pesar la camiseta, es al invitado. En estos años, Ed ha compartido micrófono con artistas de la talla comercial de Beyoncé, Eminem o Justin Bieber. Algunos de esos nombres se repitieron en más de una oportunidad.

Vayamos a aquello de lo que se trata “No 6”. Es una producción camaleónica, mutante y experimental si se quiere. En un amplio rango de géneros, podemos hablar más que de evolución, de capacidad de adaptación (lo que al fin y al cabo, define la evolución). Desde “+” (2011) hasta hoy, Sheeran pasó de ser un inglesito introspectivo y tímido, a ser capaz de sacudir cuerpos, pistas de baile y estadios: no hay estilo que le salga mal. Lo que si parece es haber una orientación cada vez más clara hacia lo mainstream, pero en este caso no molesta para nada. Aquellos que disfrutan del lado más íntimo y orientado a la balada pop romántica tendrán menos para elegir, aunque de calidad: “Best Part of Me” es el Ed más inseguro y timorato, capaz de expresar cuestiones como “She loves me, she loves me, why the hell she loves me / when she could have anyone else?”, a dúo con Yebba, una cantante emparentada con el góspel. Al menos el romanticismo se expresa en otros ritmos, como en el ya mencionado electropop “I Don’t Care” junto a Bieber. En este caso, el mismo muchacho inseguro y tal vez socialmente inadaptado encuentra cobijo en la compañía de esa chica que lo hace sentir especial. La otra melosa balada partecorazones es la más rítmica “Way To Break My Heart” con la participación del multipremiado Skrillex.

En la película “Yesterday” (2019), donde Ed Sheeran tiene un papel bastante importante haciendo de sí mismo, hay una escena donde Joel Fry le aconseja dejar el rap en manos de los “hermanos” (negros, se entiende), siendo que los pelirrojos y el rap no cuajan. Más allá de la escena que apunta a despertar sonrisas, la crítica puede considerarse parcialmente cierta. Pero “No 6” está lleno de rap y quienes se ocupan de esta cuestión no son improvisados. La obviedad sería mencionar a Eminem y 50 Cent, que en “Remember The Name” vienen a hacer el back to back con un inicio de rapeo por parte del dueño de casa, continuado por estas sendas celebridades en dicho campo, en el entorno de una rola fantásticamente pegadiza. El ya mencionado “Cross Me” sería otro digno ejemplo en esta línea, con Chance de Rapper haciendo lo suyo y PnB Rock sampleado. La seguidilla de rap se extiende fusionándose al más puro Grime, ese estilo de música bailable electrónica tan londinense, con la participación de Stromzy en un track casi homenaje a una ciudad en la que fácilmente se echan raíces: “Take Me Back to London” (otro hit #1 en UK) representa el llanto de un pobre muchacho extrañando su lugar en el mundo. El rap continúa multiplicándose a lo largo de toda la placa, y tal vez de ahí caiga de maduro la broma de Joel Fry en la película. En la línea de la música negra pero más orientado al R&B, se encuentra esa belleza de starter del álbum que es “Beautiful People” a dúo con Khalid. Nuevamente, es una oportunidad de conectarnos con la lírica más intimista de Sheeran y esos resabios de un tímido niño pelirrojo de Halifax que no se sentía identificado con ese mundo al cual, mal que le pese, hoy pertenece. Pero demos una chance a lo que “Beautiful People” quiere expresar: puede ser pertenecer, pero no quiere decir sentirse parte. Como referencia, menciona lo que sería el ambiente de un sábado a la noche en Los Angeles, las fiestas locas, las conversaciones vacías, ropas de diseñador, shows de moda, champagne a borbotones, flashes de paparazzis y sobre todo, muchos Lamborghinis (tema que Eddie deberá analizar en terapia, dada la reincidencia en la referencia). Todo acompañado por un más que elocuente video sobre una pareja insertada en lugares en los que no encaja.

Abriendo aún más la paleta de colores, hoy en día no se puede hacer un proyecto de estas características sin incluir artistas del ascendente universo latino. Cuidadosamente seleccionados, por Sudamérica el ganador fue el argentino Paulo Londra, que en esta ocasión comparte micrófono con el rapper británico Dave en “Nothing On You”. Ed aprovecha así para tachar dos casilleros en la lista de “cómo hacer un disco tan polifacético que sea difícilmente encasillable”: aquí tenemos representada a Latinoamérica y también al género trap, pero con un resultado bastante más potable al contar con cadencia y melodía aunque evitando caer en la sofocante reiteración libidinosa tan propia de ese género (que es la opinión que me merece el trap en general). Y si de artistas latinos seguimos hablando, la otra acertada elección fue la destellante Camila Cabello (tan en boga en estos días gracias a sus dúos con Mark Ronson y Shawn Mendes). En este caso, los Lamborghinis y Buenos Aires vuelven a impregnar el ambiente para dar lugar a una de las gemas más destacables a nivel dance floor que es “South Of The Border”, donde un madonnesco “Ti amo, mami” se repite tanto del lado de Ed como de una Camila enamorada de esos ojos verdes a los que declara un atrevido “Quiero sentir tu cuerpo en mí, estás temblando”. La frutilla de la torta en este single la facilita la wannabe Nicki Minaj que ya tiene peso propio: la rapera Cardi B (que dicho sea de paso, se encuentra en guerra declarada contra Minaj).

No vale la pena seguir mencionando la catarata de raperos y hiphoperos que seguirá inundando el álbum ni el nivel de importancia comercial de los mismos: Travis Scott, Young Thug, Meek Mill, además de los ya mencionados. Pero sí vale la pena aclarar que pese a la base negra que cimienta toda la producción, Sheeran logró que la esencia pop de sus producciones no se pierda en estas múltiples exploraciones, y “No 6” es agradable a la escucha de cualquier público. El track n°15 del disco y que da cierre al mismo, es la última de todas las extrañezas que hemos venido escuchando durante casi 50 minutos, y es que de repente Sheeran se acordó que había un par de muchachos que no tenían mucho que ver con el rap y que también habían sido invitados. Bueno, tal vez Bruno Mars si, dadas sus raíces emparentadas con el R&B, soul y funk. Pero aquí lo que harán Bruno y el otro invitado que es Chris Stapleton (que viene del palo de la música country y el rock sureño yankee) es un poco de buen rock al estilo más clásico y bordeando el hard inclusive. “Blow” fue el quinto corte del álbum y vino acompañado de un simpático video donde los 3 protagonistas son representados por sus alter egos femeninos que sacuden cabezas y agitan glamorosamente a la concurrencia del Viper Room de Sunset Boulevard.

Polifacético a un grado disfuncional para muchos, “No. 6 Collaborations Project” recibió la crítica de ser una producción algo incoherente, como un Frankenstein de la música. Definitivamente no se trata de una obra conceptual y si de varias canciones juntadas como un popurrí en un mismo espacio, pero el que esperaba otra cosa es porque no leyó el título del disco. Al menos desde las letras, hay un hilo conductor: un Ed Sheeran que reniega de ser parte muchas veces de círculos con gente vacía. En este disco, quiere transmitir que en el fondo el sigue siendo aquel chico tímido y simplón que tocaba en bares y calles de Londres, y deviene un nostálgico que extraña las delicias de la vida cotidiana y la cercanía a su gente más querida. Y con esto es con lo que quiero quedarme: con la esencia de un proyecto que me encanta!

jueves, 22 de agosto de 2019

Music Corner n° 179 - The Dead Weather

"HOREHOUND” (2009)
EL LADO OSCURO DEL SR. WHITE

“Another Way To Die” es el nombre del que es, para muchos, el peor tema Bond de la historia (Tema Bond = canción perteneciente a alguna película de la saga del agente 007, James Bond), contenido en el film “Quantum of Solace” del año 2008. Pero si hay algo para lo que este verdaderamente olvidable tema de Jack White a dúo con Alicia Keys ha servido, fue para propiciar el reencuentro de White con el instrumento que supo tocar de niño: la batería. Entrañable instrumento que insistiría entonces en interpretar en su próximo proyecto alternativo, por entonces aún no conformado.

Nuestro prolífico amigo White estaba en aquellos años muy ocupado con dos bandas en actividad: la hoy ya legendaria The White Stripes, y su proyecto alternativo The Raconteurs, con quienes se encontraba de gira en compañía de la banda post punk e indie The Kills. Inesperadamente afectado por una bronquitis aguda en el medio de la gira (además del natural desgaste), White perdió su voz y The Raconteurs solicitó a Alisson Mosshart, cantante de The Kills, que colaborara interpretando algunas canciones, especialmente como voz principal en “Salute Your Solution” y “Steady As She Goes”. Los resultados agradaron y dieron lugar a que Jack, Allison y Jack Lawrence (bajista de The Raconteurs) se volvieran a juntar en el estudio Third Man Records para grabar una canción juntos y aprovechar la energía que se había desatado en el escenario. La idea original era grabar solo un single. De casualidad esa noche de enero de 2009 andaba por ahí el guitarrista Dean Fertita, miembro de los Queens Of The Stone Age, se armó una zapada improvisada entre los cuatro y se dieron cuenta que la química originada daba para mucho más que una canción. Así nació The Dead Weather, de una manera espontánea y natural, y su primer disco fue escrito y grabado en solo 21 días.

Hacia marzo de 2009 se presentaron por primera vez en vivo, en el ámbito de una fiesta privada para 150 personas, introduciendo al público al material del álbum debut a editarse en junio que se llamaría “Horehound”. Junto a las tarjetas, los afortunados invitados recibieron un single en vinilo del tema “Hang You From The Heavens” pintado a mano por los integrantes de la banda (digno material de colección). Con todo este background, la atención de la prensa estaba garantizada. “Hang You From The Heavens” es una excelente demostración de lo que TDW representa: “I’d like to grab you by the hair / And drag you to the devil”, composición de Mosshart y Lawrence. Blues rock con riff metalero, muy del estilo The Kills, banda claramente influenciada por Sonic Youth y PJ Harvey entre otros. El siguiente corte adelanto fue la super furibunda “Treat Me Like Your Mother”, acompañado por el terapéutico video donde White y Allison descargan, recargan y vuelven a descargar y recargar para continuar acribillándose a quemarropa con sendas ametralladoras, a medida que la rola se va poniendo más frenética mientras deletrean a los gritos la palabra MANIPULATE en el supuesto contexto de una relación sádica con tintes edípicos. El video termina cuando ya no quedan más balas para disparar y Jack se retira hacia el horizonte atardeciendo, con los rayos del sol rellenando los agujeros provocados por los proyectiles.

Con todas estas simpatías precediéndolo, “Horehound” vería la luz en julio de 2009. Ruidoso y oscuro, podemos considerarlo el proyecto menos radio friendly de Jack White (aunque ninguno de sus proyectos, directamente, lo es). Los Kills boys aportaron tenebrosidad mientras que White arroja, como siempre, destellos de Hendrix, Zeppelin y progresiva setentosa en todo lo que toca.

Un excelente ejemplo de esto sería el tercer single de difusión “I Cut Like A Buffalo”, fusión entre el blues rock, la psicodelia progresiva y el dub: Rick Wakeman se da la mano con Peter Tosh. La psicodelia también sobrevuela a lo largo de “Bone House”, un himno a la posesión obsesiva post mortem, que se sustenta sobre una base de sintetizadores.
El disco alcanza su clímax de oscuridad opresiva con “Rocking Horse” y sus punteos demoníacos inspirados en algún western retorcido, momento inquietante que se prolonga con la versión que hace TDW del tema de Bob Dylan “New Pony”. Este pasaje del disco se continúa con el track instrumental “3 Birds”, que viene a traer cierta dosis mínima de calma hasta que en el minuto 1:50 White imprime nuevamente su huella con uno de sus ya acostumbrados cambios de ritmo, pero en un agradable ir y venir de la tensión hacia un deambular más popero. Ya más frescos, todo listo para dar lugar al siguiente tramo sombrío de la placa, la zeppelinezca “No Hassle Night”. Ya para cerrar, “Will There Be Enough Water?”, una balada hipnótica que representa un duelo entre JW y Allison, con remembranzas al encuentro entre PJ Harvey vs Nick Cave en “Henry Lee”.

Desde la portada, el disco transmite lobreguez. “¿Tenés el disco de The Dead Weather?” le pregunté a mi disquero amigo el día que fui a comprarlo; frunciendo el ceño, me respondió “¿Cuál, el que tiene una bruja en la tapa?”. Blues gótico sureño podría ser el resumen de la amalgama entre estos cuatro músicos unidos por el destino. Un álbum de espeso sonido que puede llegar a resultar claustrofóbico y angustiante para el oído liviano. Un folk marginal de escaso o nulo tinte comercial, que como curiosidad puede resultar patológicamente pegadizo. Una mezcla nada convencional que abrió el espacio para dos placas posteriores, la más reciente del año 2015. Aunque como algunos sugieren: The best shot is often the first shot. Algo indudablemente aplicable en el caso de “Horehound”.

viernes, 19 de julio de 2019

Music Corner n° 178 - Madonna

30 AÑOS DE “LIKE A PRAYER"
TRIBULACIONES DE UNA REINA NO IMAGINARIA

En febrero de 1989 el mundo esperaba ansioso frente a la pantalla de TV el nuevo comercial de Pepsi. Anunciado con la debida antelación, el estreno tendría lugar la noche de la entrega de los Grammys. No era un simple spot publicitario: se trataba del puntapié inicial del contrato entre la afamada gaseosa y la ya devenida reina del pop, Madonna. Ambas potencias se unían para mutuo beneficio: la canción “Like A Prayer” era la banda de sonido de la campaña de Pepsi, al mismo tiempo que anticipaba la llegada del 4° álbum de la diva. Como siempre, el escándalo se hizo presente por culpa del video que acompañó a la canción, y la campaña de Pepsi fue cancelada ante reiteradas protestas de grupos religiosos (si bien el spot comercial era bastante naif). Así comenzaba este nuevo round donde en una esquina se sentaba Madonna Louis Ciccone, y en la esquina opuesta la vapuleada Iglesia Católica.

Que a esa altura Madonna era la Reina del Pop mundial, era algo de lo que no cabía ya la más mínima duda. A lo sumo, podía haber una reina negra que era Whitney Houston, pero su perfil era otro, más inocente y más acotado a USA. Madonna, que solo unos años atrás competía con Cindy Lauper por el trono, había pulverizado a su contrincante y nadie le hacía sombra ya. Pero no solo por su performance en la industria de la música, sino también por su papel en la industria de la controversia. Con el disco anterior “True Blue” algunos miembros del clero habían sudado la gota gorda ante la proclama de una adolescente que defendía una maternidad natural en “Papa Don’t Preach”. ¿Y ahora? “Like A Prayer” mezclaba en su video erotismo interracial y Ku Klux Klan sin evadir las referencias a la fe católica. El éxtasis sexual y religioso entremezclados con una Maddy pecadora que se entrega en el altar a un Padre de raza negra y baila entre cruces ardiendo en llamas. Capaz que ahora esto no es nada pero en el ’89 la sociedad era más pacata.

Si la idea de Madonna era provocar (y ciertamente, lo era), logró su objetivo con creces. Pero atrás de todo eso, se había gestado una producción que daba sustento al fenómeno. No era un hecho fortuito ni pasajero: “Like A Prayer” era una bomba que mezclaba elementos del pop, rock, funk y góspel; un hit demoledor, una canción que a primera escuchada se apoderaba de tu cabeza y de ella no podrías expulsarla con facilidad. El single fue lanzado el 3 de marzo de 1989, y pese a su horripilante lado B se clavó en el número 1 de la mayoría de los países del mundo, y donde no llegó al #1 fue #2. Fue el mayor suceso comercial de Madonna a nivel singles en la década del ’80, y en toda su carrera solo sería superado un año después por “Vogue” (curiosa anécdota: “Vogue” pudo haber sido el lado B de “Keep It Together”. Habría sido soberano desperdicio). A los pocos días saldría a la calle el flamante y tan esperado nuevo álbum de Madonna, producido por Patrick Leonard, Stephen Bray en menor medida, y Prince en un tema a dúo con la diva. El disco abría con el tema que le daba nombre, y después… todo lo que venía después!

A través de sus muy cuidados videos, Madonna había tenido una llegada masiva que no dejó de usar para promocionar el nuevo disco, y tras el impacto de “Like A Prayer”, llegaría “Express Yourself”, que era el segundo track del disco. Que podemos decir del “Express” que ya no se haya dicho… un video impecable, provocativo y altamente erótico. En mi caso personal: si bien amaba a Madonna desde sus inicios, nunca me había despertado atracción física, hasta que vi el video del “Express” que mostraba a Maddy como la dama glamorosa, masoquista y encadenada que seducía a un ejército de modelos masculinos trabajadores y extremadamente musculosos. Desde que salió el álbum a la venta, caía de maduro que “Express Yourself” tenía que ser single, y tanto el video como su nueva versión del “Express” tan diferente a la del álbum estaban hechos para atrapar la atención del mundo. Empecemos por la versión del álbum: dance pop muy fiel a su época con abundante instrumentación de vientos y palmas, era irresistible en una pista de baile. Por otro lado, el video era mucho más oscuro, inspirado en el clásico film de Fritz Lang “Metropolis”, dirigido por el maestro David Fincher y presentaba la nueva versión de “Express Yourself” remixada por Shep Pettibone que era igualmente efectiva en el dancefloor.

Continuemos la recorrida: el tercer track era el tan esperado trabajo que fusionaba a Madonna con Prince, dos íconos de la década del ’80. Había altas expectativas con una juntada de este nivel! Pero es un tema… de Prince. Y este es un disco de Madonna. O sea, no está mal, pero en este disco queda totalmente fuera de lugar: sería como un producto de Pitbull en un disco de Greta Van Fleet. Si lo ponían en “Sign ‘O’ The Times” de Prince, hubiera estado en el lugar preciso! Pero que se le puede reprochar a la Maddy de aquel entonces… si en la actualidad canta a dúo hasta con Maluma! La cuarta canción era, una vez más, autobiográfica: el romance y consecuente matrimonio de Madonna con Sean Penn había llegado a su fin, y “Till Death Do Us Apart” fue un alegato de aquella terminación tormentosa. Tan exitosa en su carrera como bipolar en el amor, Maddy esgrimía la amargura de otra relación rota donde el corazón destrozado era el de ella. Las cosas habían llegado al extremo: en diciembre de 1988 Madonna presentó cargos contra Sean Penn por entrar borracho a su casa en Malibu, golpearla y atarla. Según el propio oficial que tomó la declaración, difícilmente pudo reconocerla (se la veía desorientada, con el labio sangrando y en estado de shock) al momento de presentarse en la oficina del Sheriff. A los pocos días (5/01/1989), Madonna solicitó el divorcio por diferencias irreconciliables. Curiosamente, en el año 2015 Madonna despojó de toda culpa y cargo a Sean Penn, afirmando que nunca fue maltratada por él. Sin embargo, las líricas de “Till Death Do Us Apart” parecen contradecirla. ¿Por qué pretendería reescribir la historia? Un motivo puede ser para conservar una vieja amistad. Otro motivo sería que Sean Penn fue el amor de su vida. Para cerrar la primer cara del disco, una balada. “Promise to Try” es una sentida dedicatoria a su madre, un tema capaz de conmover hasta las lágrimas. Al igual que su madre, ella se llamó Madonna, una caricia que la acompañará toda su vida. Madonna madre murió a los 30 años de cáncer de mama, cuando su hija solo tenía 5 años. Y Madonna hija le canta a la niña que fue: “Little girl, don’t you forget her face / Laughing away your tears / When she was the one who felt all the pain”… Es la misma canción que suena en el documental “Truth Or Dare” cuando Madonna visita la tumba de su madre. Como dos caras de una misma moneda, de un lado del disco se encuentra “Promise to Try”, y del otro lado “Oh Father”, de la que hablaré más adelante.

“Cherish” es frescura, es agradecimiento, es esperanza. Es la contracara de “Till Death Do Us Apart”, ya que trata del amor que todavía sentía Madonna por su ex marido. Es la fe en que el amor todavía vive aún después de las peores rupturas, ya que siempre podemos rescatar aquello que valió la pena. Fuerte, positiva y especialmente pensada para la radio, “Cherish” fue el tercer single del álbum y en su video se metaforiza lo antedicho a partir de esa mutación de ser humano a sirena: ese nuevo amor que la espera en la orilla hacia el final.
El continuo de optimismo nos lleva a “Dear Jessie”, una reflexión sobre las fantasías infantiles y la inocencia. Parece mentira que en el mismo disco donde hay temas tan fuertes y provocativos como la crítica a la religión, la libertad femenina, el maltrato infantil o el amor convertido en amargura, haya espacio para un contraste emocional de este tipo. Pero al fin y al cabo, no es total la desconexión: es la nostalgia de la diva por su propia infancia perdida. Está dedicada a la hija de Patrick Leonard (Jessie), con quien Madonna entabló una dulce relación. Con remembranzas a la psicodelia beatlemaníaca, la canción es básicamente encantadora. Fue el cuarto single europeo del álbum, alcanzando el top 5 en UK.

Llegamos a lo que para mí es una joyita oculta en este disco, si bien lo de “oculta” es relativo ya que fue editada como simple. Injustamente, fue el primer corte de Madonna en muchos años en no llegar al Top 10 de Billboard (apenas llegó al 20), pero para mi, es uno de los temas con mayor carga emotiva y donde se vuelcan sentimientos más íntimos y dolorosos sin ningún tipo de sobreactuación (algo para lo cual, reconozcamos, Maddy está creada a la perfección). Me refiero a “Oh Father”: un tema que saca a la luz un conflicto interno en su vida personal, un duelo inconcluso que recién (aparentemente) se cerraría más adelante según lo que se refleja en el documental “Truth Or Dare” (1991, patéticamente conocido en Argentina como “A la cama con Madonna”). Nuevamente es David Fincher quien dirige el video de “Oh Father”, dándole a la canción el tinte oscuro y dramático que la misma requiere. Focalizado en la muerte de su madre, la dificultosa relación con su padre en la infancia y los traumas que la misma generó en su adultez, el video traza un hilo conductor entre la niña inocente y un Edipo no resuelto que se refleja en la repetición de una historia con un novio violento, confundiendo por momentos si quien se encuentra en el lecho es o no su propio padre. MTV había solicitado que se remueva del video la escena de la madre muerta con los labios cocidos, pero aunque el requerimiento no tuvo lugar, se convirtió en video de alta rotación en Canadá. Si hay una canción que me ha llevado a través de los años a volver a escuchar “Like a Prayer”, esa canción es “Oh Father”.

En consonancia con la cuestión familiar, “Keep It Together” trata sobre los lazos de amor/odio en la propia familia, y la innegable importancia que ella le dio siempre. El tema fue un hit en los rankings Dance Club, y no por casualidad muchos encontraron alguna ligera referencia a “We Are Family” de Sister Sledge. De base funky, fue dedicada a la banda norteamericana de soul/funk Sly and the Family Stone. Los latinos amaban a Madonna, y ella lo sabía. Por eso, no dejaba de dar guiños cómplices en cada lanzamiento desde “True Blue”. Comenzando con la remera impresa con la frase “Italians Do It Better” en el video de “Papa Don’t Preach”, pasando por “La Isla Bonita” y su video españolizado, hasta el abuso en hits megacomerciales como “Who’s That Girl”. Ahora, se despachaba con “Spanish Eyes” y por supuesto, la acogida en la comunidad latina fue total. El romance con los hispanoparlantes seguiría a lo largo de toda la carrera de Madonna hasta la actualidad. Pero esta canción tiene raíces más profundas: el SIDA y la lucha de un ser querido, su profesor de danzas y mentor Christopher Flynn, quien falleció finalmente en octubre de 1990. Todo llega a su fin, en este caso es “Act Of Contriction” un delirio que toma por raíz una plegaria católica, la que va deteriorándose lentamente detrás de un asfixiante loop hasta terminar con un alarido de una furiosa Madonna a la cual se le ha cancelado una reserva en un restaurante.

La gira a la que dio lugar “Like A Prayer” junto con el siguiente disco de Madonna “I´m Breathless” fue la icónica “Blond Ambition World Tour”. Es considerada hoy en día una de las mejores giras de la década del 90 y por supuesto, fue tan altamente controversial como el principal álbum del cual se nutría. A 30 años de aquel lanzamiento que colocó a Madonna para muchos medios especializados (MTV o Billboard entre otros) como “Artista de la Década”, ningún elogio es excesivo. Un disco que reafirmó a Madonna en la cima del pop. Y a partir de ese instante, allí siguió eternamente. Fue “Como una plegaria”, si analizamos el disco en su conjunto: por los que estuvieron y partieron, por los que están y pelean, y por los que vendrán. Definitivamente, “Like A Prayer” está en mi Top 3 de álbumes favoritos de la Reina.

lunes, 3 de junio de 2019

Music Corner n° 177 - New Order

"TECHNIQUE” (1989)
HOOKED ON A FEELING

El quinto álbum de New Order fue claramente distinto a su predecesor “Brotherhood”, del que se distanciaba cronológicamente por 2 años y monedas. Empecemos destacando dos características en esta nueva producción: existe una serie de temas que conlleva la esencia de raíces tradicionalmente post punk, pero se da lugar a otra tanda de canciones notablemente influenciada por la escena Acid House que estaba arrasando Europa en aquellas épocas.

El disco fue lanzado el 30 de enero de 1989, con el anticipo del single “Fine Time” en noviembre del año anterior. Este adelanto era Acid House de la más pura cepa y se abría a todo un moderno abanico de posibilidades, dándole a la banda un sonido mucho más fresco que el under donde se había encasillado en algún otro momento, lo que algunos fundamentalistas encontraron como un crimen. Desde este punto de vista, el cambio es radical: la oscuridad se había disipado por completo en lo instrumental, más no así en las letras, lo que permitió gestar variados climas a lo largo de sus 9 canciones. Mientras “Technique” se iba gestando, Bernard Sumner estaba transitando el proceso de divorcio de su primera esposa. Esto quedó plasmado en diversos pasajes del disco: “I spent a lifetime working for you / And you won’t even talk to me” (“Love Less”), o también en “Vanishing Point”: “My life ain’t no holiday / I’ve been through the point of no return”. Teniendo en cuenta que New Order era la banda continuadora de la melancólica Joy Division con su lírica plagada de opacidad y depresión, la actual formación acarreaba esa herencia que se plasmaba con mayor evidencia en la padeciente persona de Bernard. Con una pesada historia personal, Sumner reflejó siempre en sus composiciones esa oscuridad latente y eso era lo que hacía aún más interesante a “Technique”, donde se contrastaban dichas huellas del pasado con la música club baleárica (o Ibiza House), exaltada y voluptuosa.

Estamos entonces ante un disco ecléctico y conciliador de diversas tendencias, estados de ánimo e historias agridulces. La música será obviamente el factor que armonizará en forma mágica todos los elementos que conforman este trabajo en su conjunto. Si hay algo para destacar en el sonido de “Technique” es la preponderancia del bajo de Peter Hook, que adquiriría protagonismo desde entonces y durante los próximos lanzamientos de New Order. Empecinado en mantener a New Order dentro de los carriles de una banda de rock, Hook define su titánica tarea como una batalla épica entre él y los secuenciadores, acontecimiento que saludamos con alegría. El segundo corte de difusión “Round & Round” es una de las pruebas más acabadas de esta afirmación de Hook, aunque más que una batalla parece un romance: rítmico hasta la médula, las líneas de bajo se pliegan gentilmente al objetivo final del tema y su compromiso con la pista de baile. Curiosamente, “Round & Round” trataría sobre la intensa y en aquellos momentos amarga relación del grupo con Tony Wilson, el dueño de Factory Records (la discográfica que lo editó). Algunas versiones sostienen que el tema “Vanishing Point” remarcaría el mismo conflicto.

Los tiempos cambian. El camino iniciado junto a Ian Curtis y su constante pesimismo nato se fue ramificando y abriendo espacios al humor, como en el caso de “Mr Disco” (inimaginable título para una creación de Joy Division), o al acid dance más auténtico como en la irresistible “Vanishing Point”, synth-pop del más alto nivel. La coloración fuerte también supo teñir todo lo relacionado con “Technique”, sus simples y 12 pulgadas: las tonalidades flúo y saturadas contrastan de plano con todo el arte de las producciones previas de Sumner y compañía. Tal vez no sea casualidad: eran los años donde se gestaba la explosión que significaría la “movida de Manchester”. Alrededor de la historia de Joy Division y New Order, orbitaban Tony Wilson como epicentro de Factory Records y el mítico club nocturno The Hacienda, y los ascendentes Happy Mondays. Y todo el descontrol lisérgico que eso implicaba se filtró en distintos recovecos del álbum. Por otro lado, los fans de más larga data encontraban refugio en rolas como “All The Way”, tan “the curesco” y fiel al estilo imprimado en placas como “Brotherhood” o anteriores. Lo mismo sucede en los casos de “Guilty Partner” o “Run”.

La respuesta del público a “Technique” fue la esperable en las islas británicas: se convirtió en el primer disco de New Order en llegar a la cima del chart inglés. Nunca se habían conjugado a tal grado de perfección todas las capacidades de New Order como banda como sucedió en esta producción. Sin soltarle la mano a su esencia dance-rock ni a la rumia del dolor constante y los conflictos arraigados que sangran de la pluma de Bernard Sumner, el disco fue un éxito en los chart de Hot Dance de Billboard, logrando un reconocimiento mainstream al que la banda no había accedido hasta hacía muy poco en USA con “True Faith”. Volviendo a la cuestión de Peter Hook y su rol protagónico en esta placa, creo que se trata del hilo conductor a lo largo de este camino de casi 40 minutos. Hook se traduce al castellano como “gancho”, y creo que ese es el quid de la cuestión: “Technique” fue un crisol de sonidos y estados de ánimo como nunca hasta entonces lo había logrado otra obra de New Order. Recién con el paso de los años recibió todo el reconocimiento que merecía.

lunes, 18 de marzo de 2019

Music Corner n° 176 - Milli Vanilli

OTRA GRAN ESTAFA DEL ROCK N’ ROLL

Fue exactamente hace 30 años cuando de pronto nos empezaron a taladrar imágenes de un video con 2 muy simpáticos danzarines morochos ex breakdancers (en cuyos curriculums se acreditaban como ex bailarines de la cantante pop italiana Sabrina Salerno) que vestían anchas hombreras y zapatos payasescos. Sus nombres eran Fab Morvan (de origen francés) y Rob Pilatus (alemán el muchacho), y de fondo sonaba un tema muy ganchero, muy adictivo: su primer single “Girl You Know It’s True”. Si bien el single fue lanzado a mediados de 1988 en Europa, la fama mundial llegaría luego de que el álbum debut fuera lanzado en Estados Unidos en enero de 1989 y Milli Vanilli se convirtiera en un fenómeno masivo.

Simulemos por un instante que no sabemos nada sobre todo este asunto. El single “Girl You Know It’s True” ya había llegado al número 3 en Inglaterra, y no tardó en llegar al 2° puesto en USA, abriendo la puerta para un año inolvidable (en todo sentido) para el dúo de Munich. Aprovechando el impulso de este primer hit, en USA el disco salió con el nombre del single debut (en Europa se llamaba “All Or Nothing”, nombre por el que se lo conoció también por Sudamérica). A partir de ahí, clinc caja!: 30 millones de singles y 14 millones de álbumes vendidos. La idea prometía y alcanzó sus objetivos: el productor germano era Frank Farian, que ya había logrado éxito con Boney M. (tal vez por eso se incluyó un cover de “Ma Baker” en este disco) y ahora se jugaba a mezclar el pop europeo con el rap más arraigado en Norteamérica.

Convertidos en poco tiempo en una sensación mundial, el camino quedó allanado para que Fab y Rob cosecharan 3 hits #1 consecutivos en el American Top 40. Los singles eran “Baby, Don’t Forget My Number”, “Girl I´m Gonna Miss You” y “Blame It On The Rain”. ¿La imagen lo es todo? Digamos que no, porque su música cumplía con todos los requerimientos para sonar una y otra vez en las radios de aquella época. Dance europeo, R&B, y algo de hip hop metidos en la batidora del pop, y todos felices. Pero la cuidada apariencia de estos dos modelos de raza negra, las voces que representaban tan bien, los ojos celestes de Rob Pilatus y los looks meticulosamente elaborados, vendidos a través de videos muy bien producidos, arrojaron los resultados que las discográficas tanto buscan en artistas pop con estas características: sex symbols que hacen delirar a fans enardecidas.

La primera señal de que no todo lo que brilla es oro se destapó en un concierto en la ciudad de Bristol, Connecticut, en julio de 1989. Mientras sonaba “Girl You Know It´s True”, la pista de audio comenzó a saltar y repetirse en el medio del show. Según el mismo Fab describió en el documental de MTV “Behind The Music”, tanto él como Rob entraron en pánico al quedar descubierta la farsa: se trataba de un playback. Aun así, intentaron manejar la situación y lo cierto es que al público poco le importó este desliz. Pero para los críticos el episodio no pasó desapercibido y comenzaron los cuestionamientos. No era menor el hecho de que en el lanzamiento europeo del álbum se mencionaba a Fab y Rob como integrantes del grupo pero no se especificaba que los mismos fueran los intérpretes de los temas, crédito que sí se le daba a ambos en la edición yankee. Y como bien saben (y a los que no lo saben, les cuento), Fab Morvan y Rob Pilatus no cantaban ni una nota en este disco: ellos habían sido contratados solo como las caras visibles de un proyecto al que se buscó imponer desde lo visual. Y en eso, no fallaron, pero fueron partícipes de un fraude. En diciembre de 1989, Charles Shaw (uno de los cantantes reales de Milli Vanilli), enfurecido por los créditos dados a Morvan y Pilatus en la edición norteamericana, reveló que los mismos eran unos impostores. Frank Farian le pagó a Shaw 150.000 dólares para que se retracte de sus dichos, pero aun así la bola ya había empezado a correr.

Ahora bien: ¿por qué los medios se ensañaron con tanta furia contra Milli Vanilli? ¿Será que no pudieron soportar haber sido engañados con tanta facilidad, sin haber sospechado nada desde el inicio? Casos como Technotronic o Black Box, por mencionar algunos de la misma época, también vendieron videos de poderosos hits #1 bailables usando la imagen de una modelo que no era quien realmente cantaba. Claro, Milli Vanilli llegó más lejos que nadie por su nivel de ventas y por haber levantado premios American Music Awards o Grammy. Ahí es donde el engaño no pudo ser tolerado. El Comité de los Grammy le retiró a Milli Vanilli el premio a Mejor Artista Revelación otorgado en 1990; no fue así con los American Music Awards que había ganado el dúo como revelación R&B y por Pop/Rock single, ya que el criterio usado se relaciona en ese caso más con una decisión de los consumidores que en la fidelidad del trabajo realizado por los artistas. Como sea, la condena social fue acompañada por la de toda la industria discográfica, que pasó de mimarlos a considerarlos villanos indignos de perdón alguno cuando Frank Farian contó en noviembre de 1990 la verdad y nada más que la verdad: todo lo que habían hecho Fab y Rob era “lip sync” (más conocido como playback) de pistas pregrabadas, tanto en los videos como en los conciertos u otras presentaciones. Era un completo fraude.

No hubo recuperación posible para Milli Vanilli: ni para los auténticos, ni para los truchos. Frank Farian intentó en 1991 relanzar a los cantantes originales bajo el nombre de The Real Milli Vanilli en un nuevo álbum titulado “Moment of Truth”, pero aun lanzando 3 singles de difusión con un sonido fiel al primer L.P., el intento hizo agua. Por el otro lado, Morvan y Pilatus se convirtieron en Rob & Fab, proyecto en el cual cantaron con sus mismísimas voces. Pero el disco contó con poca publicidad y mala distribución, lo que sumado al escándalo nunca superado, contribuyó al fracaso de una placa que solo vendió unas pocas copias en 1993. Era mayormente cantado por Fab Morvan y digámoslo sin tapujos: la calidad del primer lanzamiento de Milli Vanilli estaba muy por encima de este burdo intento comercial donde se copiaban todos los clichés de los artistas R&B de principios de los 90’s. “We Can Get It On” fue el nombre del flojo primer corte de promoción. Habría lugar para un último manotazo de ahogado en 1997, cuando Farian acordó con Fab y Rob la realización de una nueva producción de Milli Vanilli con las voces de los ahora tan menospreciados chavales. La nueva producción iba a llamarse “Back and In Attack”, y contaría incluso con algunos de los cantantes de estudio del exitoso “Girl You Know It’s True”. Se programó también una gira de promoción para el nuevo material. Pero Rob Pilatus había caído hacía unos años en una profunda depresión y se había convertido en un drogadicto y en un delicuente, lo que lo condujo a ser sentenciado a 3 meses de prisión y 6 meses de rehabilitación por su adicción. Farian intentó rescatarlo pero ya era demasiado tarde: el 2 de abril de 1998 Rob fue encontrado muerto en una habitación de hotel en Frankfurt. Se determinó que la causa de la muerte había sido por sobredosis de alcohol y drogas. Luego de esto, se canceló tanto la edición del nuevo álbum como la gira.

¿Y Fab Morvan? Siguió con proyectos que nunca lograron trascendencia, incluso llevó adelante un proyecto como solista en 2003, llamado “Love Revolution”. El mismo se vuelca definitivamente a un estilo más identificado con Lenny Kravitz y fue calificado con 4.5/5 por los usuarios de AllMusic Guide, lo que no es poca cosa. Y ya hubo proyectos (truncados hasta hoy) para hacer una película con la apasionante historia de Milli Vanilli: en algún momento se hará realidad. Lamentablemente, el título de “La Gran Estafa” ya ha sido tomado!