30 AÑOS DE “LIKE A PRAYER"
TRIBULACIONES DE UNA REINA NO IMAGINARIA
En febrero de 1989 el mundo esperaba ansioso frente a la pantalla de TV el nuevo comercial de Pepsi. Anunciado con la debida antelación, el estreno tendría lugar la noche de la entrega de los Grammys. No era un simple spot publicitario: se trataba del puntapié inicial del contrato entre la afamada gaseosa y la ya devenida reina del pop, Madonna. Ambas potencias se unían para mutuo beneficio: la canción “Like A Prayer” era la banda de sonido de la campaña de Pepsi, al mismo tiempo que anticipaba la llegada del 4° álbum de la diva. Como siempre, el escándalo se hizo presente por culpa del video que acompañó a la canción, y la campaña de Pepsi fue cancelada ante reiteradas protestas de grupos religiosos (si bien el spot comercial era bastante naif). Así comenzaba este nuevo round donde en una esquina se sentaba Madonna Louis Ciccone, y en la esquina opuesta la vapuleada Iglesia Católica.
Que a esa altura Madonna era la Reina del Pop mundial, era algo de lo que no cabía ya la más mínima duda. A lo sumo, podía haber una reina negra que era Whitney Houston, pero su perfil era otro, más inocente y más acotado a USA. Madonna, que solo unos años atrás competía con Cindy Lauper por el trono, había pulverizado a su contrincante y nadie le hacía sombra ya. Pero no solo por su performance en la industria de la música, sino también por su papel en la industria de la controversia. Con el disco anterior “True Blue” algunos miembros del clero habían sudado la gota gorda ante la proclama de una adolescente que defendía una maternidad natural en “Papa Don’t Preach”. ¿Y ahora? “Like A Prayer” mezclaba en su video erotismo interracial y Ku Klux Klan sin evadir las referencias a la fe católica. El éxtasis sexual y religioso entremezclados con una Maddy pecadora que se entrega en el altar a un Padre de raza negra y baila entre cruces ardiendo en llamas. Capaz que ahora esto no es nada pero en el ’89 la sociedad era más pacata.
Si la idea de Madonna era provocar (y ciertamente, lo era), logró su objetivo con creces. Pero atrás de todo eso, se había gestado una producción que daba sustento al fenómeno. No era un hecho fortuito ni pasajero: “Like A Prayer” era una bomba que mezclaba elementos del pop, rock, funk y góspel; un hit demoledor, una canción que a primera escuchada se apoderaba de tu cabeza y de ella no podrías expulsarla con facilidad. El single fue lanzado el 3 de marzo de 1989, y pese a su horripilante lado B se clavó en el número 1 de la mayoría de los países del mundo, y donde no llegó al #1 fue #2. Fue el mayor suceso comercial de Madonna a nivel singles en la década del ’80, y en toda su carrera solo sería superado un año después por “Vogue” (curiosa anécdota: “Vogue” pudo haber sido el lado B de “Keep It Together”. Habría sido soberano desperdicio).
A los pocos días saldría a la calle el flamante y tan esperado nuevo álbum de Madonna, producido por Patrick Leonard, Stephen Bray en menor medida, y Prince en un tema a dúo con la diva. El disco abría con el tema que le daba nombre, y después… todo lo que venía después!
A través de sus muy cuidados videos, Madonna había tenido una llegada masiva que no dejó de usar para promocionar el nuevo disco, y tras el impacto de “Like A Prayer”, llegaría “Express Yourself”, que era el segundo track del disco. Que podemos decir del “Express” que ya no se haya dicho… un video impecable, provocativo y altamente erótico. En mi caso personal: si bien amaba a Madonna desde sus inicios, nunca me había despertado atracción física, hasta que vi el video del “Express” que mostraba a Maddy como la dama glamorosa, masoquista y encadenada que seducía a un ejército de modelos masculinos trabajadores y extremadamente musculosos. Desde que salió el álbum a la venta, caía de maduro que “Express Yourself” tenía que ser single, y tanto el video como su nueva versión del “Express” tan diferente a la del álbum estaban hechos para atrapar la atención del mundo. Empecemos por la versión del álbum: dance pop muy fiel a su época con abundante instrumentación de vientos y palmas, era irresistible en una pista de baile.
Por otro lado, el video era mucho más oscuro, inspirado en el clásico film de Fritz Lang “Metropolis”, dirigido por el maestro David Fincher y presentaba la nueva versión de “Express Yourself” remixada por Shep Pettibone que era igualmente efectiva en el dancefloor.
Continuemos la recorrida: el tercer track era el tan esperado trabajo que fusionaba a Madonna con Prince, dos íconos de la década del ’80. Había altas expectativas con una juntada de este nivel! Pero es un tema… de Prince. Y este es un disco de Madonna. O sea, no está mal, pero en este disco queda totalmente fuera de lugar: sería como un producto de Pitbull en un disco de Greta Van Fleet. Si lo ponían en “Sign ‘O’ The Times” de Prince, hubiera estado en el lugar preciso! Pero que se le puede reprochar a la Maddy de aquel entonces… si en la actualidad canta a dúo hasta con Maluma!
La cuarta canción era, una vez más, autobiográfica: el romance y consecuente matrimonio de Madonna con Sean Penn había llegado a su fin, y “Till Death Do Us Apart” fue un alegato de aquella terminación tormentosa. Tan exitosa en su carrera como bipolar en el amor, Maddy esgrimía la amargura de otra relación rota donde el corazón destrozado era el de ella. Las cosas habían llegado al extremo: en diciembre de 1988 Madonna presentó cargos contra Sean Penn por entrar borracho a su casa en Malibu, golpearla y atarla. Según el propio oficial que tomó la declaración, difícilmente pudo reconocerla (se la veía desorientada, con el labio sangrando y en estado de shock) al momento de presentarse en la oficina del Sheriff. A los pocos días (5/01/1989), Madonna solicitó el divorcio por diferencias irreconciliables. Curiosamente, en el año 2015 Madonna despojó de toda culpa y cargo a Sean Penn, afirmando que nunca fue maltratada por él. Sin embargo, las líricas de “Till Death Do Us Apart” parecen contradecirla. ¿Por qué pretendería reescribir la historia? Un motivo puede ser para conservar una vieja amistad. Otro motivo sería que Sean Penn fue el amor de su vida.
Para cerrar la primer cara del disco, una balada. “Promise to Try” es una sentida dedicatoria a su madre, un tema capaz de conmover hasta las lágrimas. Al igual que su madre, ella se llamó Madonna, una caricia que la acompañará toda su vida. Madonna madre murió a los 30 años de cáncer de mama, cuando su hija solo tenía 5 años. Y Madonna hija le canta a la niña que fue: “Little girl, don’t you forget her face / Laughing away your tears / When she was the one who felt all the pain”… Es la misma canción que suena en el documental “Truth Or Dare” cuando Madonna visita la tumba de su madre. Como dos caras de una misma moneda, de un lado del disco se encuentra “Promise to Try”, y del otro lado “Oh Father”, de la que hablaré más adelante.
“Cherish” es frescura, es agradecimiento, es esperanza. Es la contracara de “Till Death Do Us Apart”, ya que trata del amor que todavía sentía Madonna por su ex marido. Es la fe en que el amor todavía vive aún después de las peores rupturas, ya que siempre podemos rescatar aquello que valió la pena. Fuerte, positiva y especialmente pensada para la radio, “Cherish” fue el tercer single del álbum y en su video se metaforiza lo antedicho a partir de esa mutación de ser humano a sirena: ese nuevo amor que la espera en la orilla hacia el final.
El continuo de optimismo nos lleva a “Dear Jessie”, una reflexión sobre las fantasías infantiles y la inocencia. Parece mentira que en el mismo disco donde hay temas tan fuertes y provocativos como la crítica a la religión, la libertad femenina, el maltrato infantil o el amor convertido en amargura, haya espacio para un contraste emocional de este tipo. Pero al fin y al cabo, no es total la desconexión: es la nostalgia de la diva por su propia infancia perdida. Está dedicada a la hija de Patrick Leonard (Jessie), con quien Madonna entabló una dulce relación. Con remembranzas a la psicodelia beatlemaníaca, la canción es básicamente encantadora. Fue el cuarto single europeo del álbum, alcanzando el top 5 en UK.
Llegamos a lo que para mí es una joyita oculta en este disco, si bien lo de “oculta” es relativo ya que fue editada como simple. Injustamente, fue el primer corte de Madonna en muchos años en no llegar al Top 10 de Billboard (apenas llegó al 20), pero para mi, es uno de los temas con mayor carga emotiva y donde se vuelcan sentimientos más íntimos y dolorosos sin ningún tipo de sobreactuación (algo para lo cual, reconozcamos, Maddy está creada a la perfección). Me refiero a “Oh Father”: un tema que saca a la luz un conflicto interno en su vida personal, un duelo inconcluso que recién (aparentemente) se cerraría más adelante según lo que se refleja en el documental “Truth Or Dare” (1991, patéticamente conocido en Argentina como “A la cama con Madonna”).
Nuevamente es David Fincher quien dirige el video de “Oh Father”, dándole a la canción el tinte oscuro y dramático que la misma requiere. Focalizado en la muerte de su madre, la dificultosa relación con su padre en la infancia y los traumas que la misma generó en su adultez, el video traza un hilo conductor entre la niña inocente y un Edipo no resuelto que se refleja en la repetición de una historia con un novio violento, confundiendo por momentos si quien se encuentra en el lecho es o no su propio padre. MTV había solicitado que se remueva del video la escena de la madre muerta con los labios cocidos, pero aunque el requerimiento no tuvo lugar, se convirtió en video de alta rotación en Canadá. Si hay una canción que me ha llevado a través de los años a volver a escuchar “Like a Prayer”, esa canción es “Oh Father”.
En consonancia con la cuestión familiar, “Keep It Together” trata sobre los lazos de amor/odio en la propia familia, y la innegable importancia que ella le dio siempre. El tema fue un hit en los rankings Dance Club, y no por casualidad muchos encontraron alguna ligera referencia a “We Are Family” de Sister Sledge. De base funky, fue dedicada a la banda norteamericana de soul/funk Sly and the Family Stone.
Los latinos amaban a Madonna, y ella lo sabía. Por eso, no dejaba de dar guiños cómplices en cada lanzamiento desde “True Blue”. Comenzando con la remera impresa con la frase “Italians Do It Better” en el video de “Papa Don’t Preach”, pasando por “La Isla Bonita” y su video españolizado, hasta el abuso en hits megacomerciales como “Who’s That Girl”. Ahora, se despachaba con “Spanish Eyes” y por supuesto, la acogida en la comunidad latina fue total. El romance con los hispanoparlantes seguiría a lo largo de toda la carrera de Madonna hasta la actualidad. Pero esta canción tiene raíces más profundas: el SIDA y la lucha de un ser querido, su profesor de danzas y mentor Christopher Flynn, quien falleció finalmente en octubre de 1990.
Todo llega a su fin, en este caso es “Act Of Contriction” un delirio que toma por raíz una plegaria católica, la que va deteriorándose lentamente detrás de un asfixiante loop hasta terminar con un alarido de una furiosa Madonna a la cual se le ha cancelado una reserva en un restaurante.
La gira a la que dio lugar “Like A Prayer” junto con el siguiente disco de Madonna “I´m Breathless” fue la icónica “Blond Ambition World Tour”. Es considerada hoy en día una de las mejores giras de la década del 90 y por supuesto, fue tan altamente controversial como el principal álbum del cual se nutría.
A 30 años de aquel lanzamiento que colocó a Madonna para muchos medios especializados (MTV o Billboard entre otros) como “Artista de la Década”, ningún elogio es excesivo. Un disco que reafirmó a Madonna en la cima del pop. Y a partir de ese instante, allí siguió eternamente. Fue “Como una plegaria”, si analizamos el disco en su conjunto: por los que estuvieron y partieron, por los que están y pelean, y por los que vendrán. Definitivamente, “Like A Prayer” está en mi Top 3 de álbumes favoritos de la Reina.
viernes, 19 de julio de 2019
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