"THE WEDDING ALBUM” (1993)
Ave Fénix: a 25 años de la Resurrección
La primera vez que escuché “Ordinary World” quedé deslumbrado. Un amigo me preguntó en aquel momento que tal estaba el nuevo tema de Duran Duran, y yo respondí en forma inequívoca: “Es el nuevo Save A Prayer”. Y eso me generaba una inmensa alegría como fan de Duran, porque por aquel entonces, realmente creía que Duran Duran tenía sus días contados.
El motivo principal para tal creencia era el estrepitoso fracaso que comercialmente significó el lanzamiento de 1990 “Liberty”. Y no es que fuera un disco tan malo como se decía, pero sí era un disco bastante irregular e indefinido. Para hablarlo en términos de vinilo: el lado A era espectacular, el lado B era decepcionante. Y en general, todo artista tiene sus años dorados y después viene un período de decadencia. Algunos logran recuperarse, otros no: si hasta le pasó a U2! En un documental de MTV de fines de los 90’s, Nick Rhodes hablaba de lo mal que le fue a “Liberty” en Estados Unidos, y con honestidad le preguntó al entrevistador, en referencia al público: “¿Por qué no lo compraron?”. “Liberty” contiene dos temas que Simon Le Bon considera de las mejores creaciones alguna vez lanzadas por Duran: “Serious” y “My Antarctica”. A esa lista yo agregaría el track “Liberty” (que fue pensado como tercer corte, pero nunca llegó a serlo debido al escaso interés que despertó el disco). Sin embargo, fue el propio Simon Le Bon quien lo definió alguna vez como un álbum hecho sin concentración y a las apuradas. La reseña especializada de AllMusic.com le pega con un caño: “the group has no idea what direction it wants to pursue”.
En esta novela tiene un rol fundamental el ex Frank Zappa y ex Missing Persons, Warren Cuccurullo. Retrotrayéndonos al año 1986, Warren supo antes que nadie que Andy Taylor (guitarrista oficial de Duran desde sus inicios) no pensaba volver a grabar con Duran Duran (o sea, que iba a dedicarse full time a su carrera solista). Oportunamente Warren pidió una audición para postularse como guitarrista de Duran Duran, y así empezó a formar parte de esta historia. Primero como músico de sesión para los álbumes “Notorious” y “Big Thing”, y hacia 1989, Cuccurullo ya era nombrado miembro oficial. Justo para la época del bajón.
He leído alguna vez que el verdadero artífice de “The Wedding Album” fue Warren: cuenta la leyenda que el resto del grupo estaba absorto ante la hecatombe post “Liberty”. En aquellas épocas, John Taylor estaba luchando contra su adicción a la droga, y Simon Le Bon muy desanimado. El futuro no parecía nada brillante. Pero Warren sacudió el avispero, los molestó, los hizo levantarse de la cama, los hizo componer y los hizo grabar. Gracias a él y a Nick Rhodes, hubo otra oportunidad.
Claro, nadie hace magia: cuando para principios de 1992 el nuevo álbum estaba cocinado, hubo que sortear el poco interés de las discográficas en editar nuevo material de un grupo al que había que revivir con electroshock. Pero algunas canciones comenzaron a filtrarse por ese fenómeno en auge que era internet, y mientras viejos fans volvían al redil, nuevos fans se generaron. Para diciembre de1992 “Ordinary World” era lanzado como single (previa difusión por la radio) y los resultados no se hicieron esperar: Duran Duran volvía a existir en el Top 5 de EEUU y en varios otros países del mundo.
“Ordinary World” es una balada cálida, con un riff ganchero excelentemente logrado por Warren Cuccurullo. La letra fue compuesta por Simon Le Bon y es la segunda de una trilogía dedicada a su amigo David Miles, que completan otras dos sobresalientes composiciones del cancionero duraní, a saber: “Do You Believe in Shame?” y “Out of My Mind”. El camino allanado por “Ordinary World” fue bien aprovechado y el 11 de febrero de 1993 se edita el disco “Duran Duran”, más conocido como “The Wedding Album”. La recepción fue excelente: desde los años de “Rio” que una producción de Duran no recibía tantos elogios.
Con la crítica positiva, el interés del público recuperado y todo el viento a favor, en marzo de 1993 sale un acertadísimo segundo corte, “Come Undone”, segundo top 10 consecutivo en Norteamérica. Esa maravillosa composición iniciada por Cuccurullo y Rhodes iba a formar parte de un proyecto alternativo a Duran, pero cuando Simon Le Bon tomó la posta y empezó a escribir la letra que dedicó a su esposa Yasmin, la suerte quedó echada. Un tema que entró al disco a último momento para darle al mismo un toque más suave y menos dance que como venía perfilando. Tras dos excelsas baladas, el tercer corte sería la energética “Too Much Information”. Siete singles se cortaron en total de esta placa, algunos de los cuales fueron exclusivos para países como Japón, Francia o Brasil.
Ahora más maduros, los Duran comenzaron a ser reconocidos por la misma gente que años atrás los denostaba y solo los consideraba un producto fabricado para calentar colegialas. Con este insospechado giro, la banda reformulaba su imagen para convertirse en un fenómeno del rock respetado por seguidores de otros géneros. Cosecharon así nuevos seguidores no solo entre adolescentes, sino también gente de mediana edad de una década distinta de aquella que había visto a Duran Duran consagrarse como fenómeno masivo a nivel mundial.
Fue particularmente notorio el impacto que produjo “The Wedding Album” en Latinoamérica: de la mano de la recientemente iniciada MTV latina, los singles recibieron amplia difusión. Los lazos con América del sur se fortalecieron y los ex chicos salvajes grabaron su primer video por estas tierras, que correspondió al tema “Breath After Breath” a dúo con Milton Nascimento y que se nutría con imágenes de Argentina, Brasil y Uruguay, países por los que estuvieron de gira por primera vez.
Pasaron 25 años de aquella epopeya, de aquel regreso inesperado. Aun así, es bueno tener claro que los altibajos nunca fueron extraños para los Duran, que volvieron a caer con el disco siguiente, perdieron a John Taylor como bajista y se volvieron a recuperar años después, especialmente con el regreso de los 5 miembros originales del grupo en el álbum “Astronaut” (2004), que padeció como contracara la triste partida de Warren Cuccurullo y el final de su ciclo. Como ha quedado expuesto, de estas cenizas el Ave Fénix ha resurgido varias veces… y no dejará de hacerlo.
viernes, 16 de marzo de 2018
martes, 6 de marzo de 2018
Music Corner n° 163 - Pearl Jam
PEARL JAM – “YIELD” (1998): Cediendo el paso a la madurez
Creo que para un conjunto de rock que vende desde sus letras el inconformismo, la frustración o la disidencia, mantener dicha postura es casi natural mientras continúe siendo under. Pero cuando el éxito masifica su música, los estadios más grandes de Norteamérica comienzan a llenarse con sus giras y los carteles de “Sold Out” se convierten en moneda corriente, el proceso de aburguesamiento es prácticamente inevitable. ¿Y entonces?
Era la pregunta que surgía para Pearl Jam en un momento bisagra de su carrera. ¿Cómo encajarían en los oídos de los “Jeremy” del mundo (haciendo referencia al icónico tema del álbum “Ten” sobre un adolescente frustrado e introvertido que decide acabar con su vida) las nuevas líricas escritas por un grupo de muchachos exitosos y adorados por multitudes? ¿O donde estaba ahora el “Disidente” de los años de “Vs”? ¿Seguirían Eddie y sus muchachos en la postura inequívoca de no dormir en la “Cama de Satanás” de la que renegaban en “Vitalogy”? La marginalidad, después de todo, tenía sus beneficios: todos podemos quejarnos desde ese lugar, pero cuando la realidad que nos rodea se modifica ¿cómo nos transformamos?
Este planteo que fue un dilema para muchas bandas (luego acusadas por sus fans de “venderse” al sistema), fue capeado con holgura por Pearl Jam. Aunque aún estaba por verse como lo lograría. Tras la interesante incursión en “No Code”, la producción de 1996 que marcó un cambio de rumbo en la línea artística respecto a entregas anteriores, soplaron vientos de cambio pero era necesario reafirmarse con trabajos que contuvieran la sinergia de los primeros tiempos: furia, calidad y buenas letras. En diciembre de 1997 vería la luz el simple “Given To Fly”, adelanto del próximo disco, que se convertiría en uno de los singles más significativos en la carrera del grupo. Una clásica composición de rock con una buena melodía rabiosa, y la energía de la voz de Eddie Vedder manifestándose intacta. Una oda a la rebeldía adolescente que choca contra muros oxidados pero se regenera para poder seguir desplegando sus alas: relato autobiográfico sobre los golpes que la vida sabe dar.
El quinto álbum de la banda contó nuevamente con la producción de Brendan O’Brien, y sería lanzado el 3 de febrero de 1998 con el título “Yield”. La idea sobre la que giraba esa denominación era la de “Ceder a la naturaleza”, extraída de una novela filosófica del autor Daniel Quinn, “Ishmael”. Y de eso trata en varios pasajes, relacionándose con las catastróficas consecuencias de vivir en una moderna civilización globalizada. Por ejemplo: “I´m the first mammal to wear pants / I am at peace with my lust / I can kill ‘cause in God I trust, yeah” (“Do The Evolution”, tal vez el hit más difundido de este álbum). “Yield” es un disco menos furioso que la trilogía inicial de PJ, pero aun así vuelve en parte a las raíces, y los indicios se muestran desde el primer track “Brain of J.”, donde se renuevan las referencias al control de pensamiento y opresión en el contexto de un clásico hard rock ganchero. Pero a diferencia de “Ten” o “Vs” donde las letras reflejaban una confrontación constante, aquí hay lugar para el optimismo y los sentimientos positivos. Da fe de ello “Wishlist”, la primera canción de Pearl Jam que pudo entrar felizmente en la rotación de radios AOR (Adult Oriented Rock) por su mensaje plagado de buenos deseos y una línea tan positiva como “I wish I was as fortunate, as fortunate as me”. Y no es que Pearl Jam no hubiera hecho temas lentos o mid tempo agradables al oído distraído, pero con letras como “Black” o “Daughter”, el centrismo cristiano bienpensante podía llegar a arder en llamas. Aquí en cambio, tenemos algunos momentos de melancolía y reflexión, donde podemos darnos el lujo de parar y descansar, donde hay concesiones, como “Low Light”, “All Those Yesterdays” o esa gema que es “In Hiding”. Para que los hard fans no extrañen, mezclados con estos pasajes de empatía y buenas vibras encontramos la ya mencionada “Do The Evolution”, una crispada crítica al desenfreno arrasador del ser humano, que nos remite a la ya conocida veta punk de rolas como “Spin The Black Circle” o “Lukin”. Y los clásicos llamados de atención como “Faithfull”, que nos recuerdan que no todo está tan bien como nos hacen creer. Más no estamos solos, y en “No Way” buscamos esa conexión con los demás. Hay mucho engaño: la situación sigue siendo desesperante, los políticos y sus medios masivos conspiran para dominarnos… pero hay esperanza.
Decir que Pearl Jam maduró es algo que, precisamente, cae de maduro. No estaríamos hablando de ellos como uno de los shows en vivo más importantes del planeta de no haber sido así. Si PJ no hubiera logrado ese progreso a mediados de los 90’s, quizás hubiera pasado a ser solo un recuerdo, una más de aquellas bandas que posibilitaron la explosión del grunge como una movida fundamental en la Norteamérica inquieta de Bush padre. Como conclusión y con los años, todo se transformó. Por un lado, Eddie y sus muchachos durmieron finalmente en la “Cama de Satanás”: en 1994 habían declarado una guerra al monopolio Ticketmaster, pero el día de hoy es Ticketmaster quien comercializa las entradas a sus conciertos. Gajes del oficio: no se puede ser más papista que el Papa. Pero desde lo creativo, Pearl Jam también supo cambiar convenientemente de acuerdo a los requerimientos que los tiempos imponen. Los cambios no siempre son bien asimilados y tal vez por eso “Yield” fue un disco muy criticado por algunos medios especializados (AllMusic entre ellos), pero los fans supieron entenderlo y atesorarlo. Por eso hoy en día es uno de los álbumes infaltables en la discografía de Pearl Jam.
Creo que para un conjunto de rock que vende desde sus letras el inconformismo, la frustración o la disidencia, mantener dicha postura es casi natural mientras continúe siendo under. Pero cuando el éxito masifica su música, los estadios más grandes de Norteamérica comienzan a llenarse con sus giras y los carteles de “Sold Out” se convierten en moneda corriente, el proceso de aburguesamiento es prácticamente inevitable. ¿Y entonces?
Era la pregunta que surgía para Pearl Jam en un momento bisagra de su carrera. ¿Cómo encajarían en los oídos de los “Jeremy” del mundo (haciendo referencia al icónico tema del álbum “Ten” sobre un adolescente frustrado e introvertido que decide acabar con su vida) las nuevas líricas escritas por un grupo de muchachos exitosos y adorados por multitudes? ¿O donde estaba ahora el “Disidente” de los años de “Vs”? ¿Seguirían Eddie y sus muchachos en la postura inequívoca de no dormir en la “Cama de Satanás” de la que renegaban en “Vitalogy”? La marginalidad, después de todo, tenía sus beneficios: todos podemos quejarnos desde ese lugar, pero cuando la realidad que nos rodea se modifica ¿cómo nos transformamos?
Este planteo que fue un dilema para muchas bandas (luego acusadas por sus fans de “venderse” al sistema), fue capeado con holgura por Pearl Jam. Aunque aún estaba por verse como lo lograría. Tras la interesante incursión en “No Code”, la producción de 1996 que marcó un cambio de rumbo en la línea artística respecto a entregas anteriores, soplaron vientos de cambio pero era necesario reafirmarse con trabajos que contuvieran la sinergia de los primeros tiempos: furia, calidad y buenas letras. En diciembre de 1997 vería la luz el simple “Given To Fly”, adelanto del próximo disco, que se convertiría en uno de los singles más significativos en la carrera del grupo. Una clásica composición de rock con una buena melodía rabiosa, y la energía de la voz de Eddie Vedder manifestándose intacta. Una oda a la rebeldía adolescente que choca contra muros oxidados pero se regenera para poder seguir desplegando sus alas: relato autobiográfico sobre los golpes que la vida sabe dar.
El quinto álbum de la banda contó nuevamente con la producción de Brendan O’Brien, y sería lanzado el 3 de febrero de 1998 con el título “Yield”. La idea sobre la que giraba esa denominación era la de “Ceder a la naturaleza”, extraída de una novela filosófica del autor Daniel Quinn, “Ishmael”. Y de eso trata en varios pasajes, relacionándose con las catastróficas consecuencias de vivir en una moderna civilización globalizada. Por ejemplo: “I´m the first mammal to wear pants / I am at peace with my lust / I can kill ‘cause in God I trust, yeah” (“Do The Evolution”, tal vez el hit más difundido de este álbum). “Yield” es un disco menos furioso que la trilogía inicial de PJ, pero aun así vuelve en parte a las raíces, y los indicios se muestran desde el primer track “Brain of J.”, donde se renuevan las referencias al control de pensamiento y opresión en el contexto de un clásico hard rock ganchero. Pero a diferencia de “Ten” o “Vs” donde las letras reflejaban una confrontación constante, aquí hay lugar para el optimismo y los sentimientos positivos. Da fe de ello “Wishlist”, la primera canción de Pearl Jam que pudo entrar felizmente en la rotación de radios AOR (Adult Oriented Rock) por su mensaje plagado de buenos deseos y una línea tan positiva como “I wish I was as fortunate, as fortunate as me”. Y no es que Pearl Jam no hubiera hecho temas lentos o mid tempo agradables al oído distraído, pero con letras como “Black” o “Daughter”, el centrismo cristiano bienpensante podía llegar a arder en llamas. Aquí en cambio, tenemos algunos momentos de melancolía y reflexión, donde podemos darnos el lujo de parar y descansar, donde hay concesiones, como “Low Light”, “All Those Yesterdays” o esa gema que es “In Hiding”. Para que los hard fans no extrañen, mezclados con estos pasajes de empatía y buenas vibras encontramos la ya mencionada “Do The Evolution”, una crispada crítica al desenfreno arrasador del ser humano, que nos remite a la ya conocida veta punk de rolas como “Spin The Black Circle” o “Lukin”. Y los clásicos llamados de atención como “Faithfull”, que nos recuerdan que no todo está tan bien como nos hacen creer. Más no estamos solos, y en “No Way” buscamos esa conexión con los demás. Hay mucho engaño: la situación sigue siendo desesperante, los políticos y sus medios masivos conspiran para dominarnos… pero hay esperanza.
Decir que Pearl Jam maduró es algo que, precisamente, cae de maduro. No estaríamos hablando de ellos como uno de los shows en vivo más importantes del planeta de no haber sido así. Si PJ no hubiera logrado ese progreso a mediados de los 90’s, quizás hubiera pasado a ser solo un recuerdo, una más de aquellas bandas que posibilitaron la explosión del grunge como una movida fundamental en la Norteamérica inquieta de Bush padre. Como conclusión y con los años, todo se transformó. Por un lado, Eddie y sus muchachos durmieron finalmente en la “Cama de Satanás”: en 1994 habían declarado una guerra al monopolio Ticketmaster, pero el día de hoy es Ticketmaster quien comercializa las entradas a sus conciertos. Gajes del oficio: no se puede ser más papista que el Papa. Pero desde lo creativo, Pearl Jam también supo cambiar convenientemente de acuerdo a los requerimientos que los tiempos imponen. Los cambios no siempre son bien asimilados y tal vez por eso “Yield” fue un disco muy criticado por algunos medios especializados (AllMusic entre ellos), pero los fans supieron entenderlo y atesorarlo. Por eso hoy en día es uno de los álbumes infaltables en la discografía de Pearl Jam.
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