PEARL JAM – “YIELD” (1998): Cediendo el paso a la madurez
Creo que para un conjunto de rock que vende desde sus letras el inconformismo, la frustración o la disidencia, mantener dicha postura es casi natural mientras continúe siendo under. Pero cuando el éxito masifica su música, los estadios más grandes de Norteamérica comienzan a llenarse con sus giras y los carteles de “Sold Out” se convierten en moneda corriente, el proceso de aburguesamiento es prácticamente inevitable. ¿Y entonces?
Era la pregunta que surgía para Pearl Jam en un momento bisagra de su carrera. ¿Cómo encajarían en los oídos de los “Jeremy” del mundo (haciendo referencia al icónico tema del álbum “Ten” sobre un adolescente frustrado e introvertido que decide acabar con su vida) las nuevas líricas escritas por un grupo de muchachos exitosos y adorados por multitudes? ¿O donde estaba ahora el “Disidente” de los años de “Vs”? ¿Seguirían Eddie y sus muchachos en la postura inequívoca de no dormir en la “Cama de Satanás” de la que renegaban en “Vitalogy”? La marginalidad, después de todo, tenía sus beneficios: todos podemos quejarnos desde ese lugar, pero cuando la realidad que nos rodea se modifica ¿cómo nos transformamos?
Este planteo que fue un dilema para muchas bandas (luego acusadas por sus fans de “venderse” al sistema), fue capeado con holgura por Pearl Jam. Aunque aún estaba por verse como lo lograría. Tras la interesante incursión en “No Code”, la producción de 1996 que marcó un cambio de rumbo en la línea artística respecto a entregas anteriores, soplaron vientos de cambio pero era necesario reafirmarse con trabajos que contuvieran la sinergia de los primeros tiempos: furia, calidad y buenas letras. En diciembre de 1997 vería la luz el simple “Given To Fly”, adelanto del próximo disco, que se convertiría en uno de los singles más significativos en la carrera del grupo. Una clásica composición de rock con una buena melodía rabiosa, y la energía de la voz de Eddie Vedder manifestándose intacta. Una oda a la rebeldía adolescente que choca contra muros oxidados pero se regenera para poder seguir desplegando sus alas: relato autobiográfico sobre los golpes que la vida sabe dar.
El quinto álbum de la banda contó nuevamente con la producción de Brendan O’Brien, y sería lanzado el 3 de febrero de 1998 con el título “Yield”. La idea sobre la que giraba esa denominación era la de “Ceder a la naturaleza”, extraída de una novela filosófica del autor Daniel Quinn, “Ishmael”. Y de eso trata en varios pasajes, relacionándose con las catastróficas consecuencias de vivir en una moderna civilización globalizada. Por ejemplo: “I´m the first mammal to wear pants / I am at peace with my lust / I can kill ‘cause in God I trust, yeah” (“Do The Evolution”, tal vez el hit más difundido de este álbum).
“Yield” es un disco menos furioso que la trilogía inicial de PJ, pero aun así vuelve en parte a las raíces, y los indicios se muestran desde el primer track “Brain of J.”, donde se renuevan las referencias al control de pensamiento y opresión en el contexto de un clásico hard rock ganchero. Pero a diferencia de “Ten” o “Vs” donde las letras reflejaban una confrontación constante, aquí hay lugar para el optimismo y los sentimientos positivos. Da fe de ello “Wishlist”, la primera canción de Pearl Jam que pudo entrar felizmente en la rotación de radios AOR (Adult Oriented Rock) por su mensaje plagado de buenos deseos y una línea tan positiva como “I wish I was as fortunate, as fortunate as me”. Y no es que Pearl Jam no hubiera hecho temas lentos o mid tempo agradables al oído distraído, pero con letras como “Black” o “Daughter”, el centrismo cristiano bienpensante podía llegar a arder en llamas. Aquí en cambio, tenemos algunos momentos de melancolía y reflexión, donde podemos darnos el lujo de parar y descansar, donde hay concesiones, como “Low Light”, “All Those Yesterdays” o esa gema que es “In Hiding”.
Para que los hard fans no extrañen, mezclados con estos pasajes de empatía y buenas vibras encontramos la ya mencionada “Do The Evolution”, una crispada crítica al desenfreno arrasador del ser humano, que nos remite a la ya conocida veta punk de rolas como “Spin The Black Circle” o “Lukin”. Y los clásicos llamados de atención como “Faithfull”, que nos recuerdan que no todo está tan bien como nos hacen creer. Más no estamos solos, y en “No Way” buscamos esa conexión con los demás. Hay mucho engaño: la situación sigue siendo desesperante, los políticos y sus medios masivos conspiran para dominarnos… pero hay esperanza.
Decir que Pearl Jam maduró es algo que, precisamente, cae de maduro. No estaríamos hablando de ellos como uno de los shows en vivo más importantes del planeta de no haber sido así. Si PJ no hubiera logrado ese progreso a mediados de los 90’s, quizás hubiera pasado a ser solo un recuerdo, una más de aquellas bandas que posibilitaron la explosión del grunge como una movida fundamental en la Norteamérica inquieta de Bush padre.
Como conclusión y con los años, todo se transformó. Por un lado, Eddie y sus muchachos durmieron finalmente en la “Cama de Satanás”: en 1994 habían declarado una guerra al monopolio Ticketmaster, pero el día de hoy es Ticketmaster quien comercializa las entradas a sus conciertos. Gajes del oficio: no se puede ser más papista que el Papa. Pero desde lo creativo, Pearl Jam también supo cambiar convenientemente de acuerdo a los requerimientos que los tiempos imponen. Los cambios no siempre son bien asimilados y tal vez por eso “Yield” fue un disco muy criticado por algunos medios especializados (AllMusic entre ellos), pero los fans supieron entenderlo y atesorarlo. Por eso hoy en día es uno de los álbumes infaltables en la discografía de Pearl Jam.
martes, 6 de marzo de 2018
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