viernes, 20 de abril de 2018

Music Corner n° 166 - Madonna

"RAY OF LIGHT” (1998)
REINA MADRE

Fue el séptimo álbum. Fue el menos escandaloso, aunque curiosamente, el más íntimo. Aquí es donde pareció más honesta que nunca, sin por esto insinuar que antes no lo haya sido. Nunca fue fácil la honestidad brutal de Madonna: díganselo a la Iglesia Católica, que por años fue utilizada como su punching ball favorito. O a su propio padre, a quien tantas dedicatorias buenas y malas (especialmente malas) le regaló. Pero la Reina del Pop había forjado su título no solo en base a una decena de hits que ya todo el mundo (literalmente) conocía y coreaba, sino por el uso que supo darle a su liderazgo bien ganado. Les habló desde el corazón, les habló con críticas y acusaciones, les habló sin tapujos… y por eso muchos la detestaron (pero la mayoría la idolatró). Los años 80’s le pertenecieron y como mujer, nadie pudo rivalizar con ella en el terreno de la música comercial.

Ya en los 90’s el reinado pareció tambalear. Tras el disco “Erótica” y el libro “Sex”, parecía que los caprichos de Madonna habían llegado demasiado lejos. Personalmente ya estaba un poco cansado de ver sus fotos desnuda, pretendiendo provocar desde la homosexualidad o el sadomasoquismo, y supongo que no fui el único. La diva nunca fue apocada a la hora de arriesgar ni redoblar apuestas, y no reculó en ningún momento, mientras su eterna inquietud siempre la llevó a continuar explorando en distintos ámbitos. Ya en el año 1997, era una madre primeriza que pisaba los 40 años cuando decidió dar otro giro a su inagotable carrera.

Es habitual que Madonna se rodee de gente que entiende el momento musical por el que atraviesa el vanguardismo de cada época. Esta fórmula que repitió infinidad de veces, le ha permitido mantenerse vigente hasta la actualidad. En aquel momento, tras la explosión electrónica de mediados de los 90´s, Madonna testeó a tres productores bien icónicos. El primero fue Babyface, con quien ya había trabajado en “Bedtime Stories” (1994), pero fue descartado. En segundo lugar Patrick Leonard, con quien Madonna trabajó en reiteradas oportunidades desde 1985, y que en esta oportunidad volvería a desempeñarse como co-productor y co-escritor. Pero el jugador fundamental del nuevo trabajo sería William Orbit, que imprimiría al material compuesto su indubitable sello personal.

El nuevo álbum “Ray of Light” fue lanzado a nivel mundial el 3 de marzo de 1998. Desde la apertura con “Drowned World / Substitute For Love” se plantea un cambio de imagen y una transformación espiritual que propone esta nueva Madonna convertida a la Cábala, practicante de Yoga y estudiosa del hinduismo y el budismo. Como introducción: “I traded fame for love / without a second thought” son las primeras palabras de esta transportadora melodía ambient pop tan bien lograda en combinación con Orbit: algo se hunde, pero algo nuevo lo reemplaza. El segundo track “Swim” es una invitación a limpiarse de los pecados que arrastramos, y en referencia a toda la etapa early 90´s de la diva que ya hemos descripto, es netamente autobiográfica: nadar hasta el fondo del océano, descubrir nuevas orillas. Recién para el tercer track la electrónica omnipresente se tornará bailable con el tema que da nombre al disco: este techno dance acelerado con influencias del trance fue el segundo corte y arrasó las pistas de baile, mientras echaba una mirada mística al universo y reflexionaba sobre cuán pequeños somos en comparación. Como single, fue número 1 varios países europeos y en el Dance Club chart de Billboard.

Continúa el disco con “Candy Perfum Girl”, y vuelve el tinte enigmático en una seductora melodía mid-tempo, una lírica sexualmente difusa marcada por un ritmo embriagador. Cuando llegamos a “Skin” no puedo evitar preguntarme lo difícil que debe haber sido seleccionar los cortes de difusión de un disco sin desperdicios. Nuevamente se encienden las luces y arde la pista, y Madonna nos da una licencia, nos autoriza a volvernos melancólicos y recordar que somos humanos. Se permite desear nuevamente, pero a modo de excusa nos jura: “I´m not like this all the time… I need to have your protection”. Primer tema donde retorna exitosamente la dupla con Patrick Leonard, pero siempre con la impronta de Orbit que aquí colabora en la producción con Marius de Vries. La exitosa formula se repite en el siguiente track y quinto corte del disco, “Nothing Really Matters”: una canción obviamente inspirada por su primogénita Lourdes (nacida en 1996), que dio lugar a esta etapa introspectiva de la artista. Ya hacia la mitad de este viaje llega “Sky Fits Heaven”, y nos empapamos nuevamente con la temática religiosa solo que ahora focalizando en las verdades compartidas por Catolicismo, Budismo e Hinduismo, mientras no dejamos de bailar. En esta misma línea continua “Shanti Ashtangi”, íntegramente cantada en sánscrito.

Ya para la última parte del disco, Madonna vuelve a abordar los temas más humanos y terrenales. Tiempo de develar una pieza clave: una canción icónica que fuera el principal corte y adelanto del disco, la excelente balada electrónica “Frozen”. Aquí la contracara de todo lo expuesto hasta ahora: la canción es acerca de la gente fría y carente de emociones, egoísta y sin empatía. “Frozen” fue la carta de presentación de “Ray of Light” y fue un gran éxito a nivel mundial, alabado por los críticos y los fans. El track #10 es la vibrante balada “The Power of Goodbye”, de gran belleza instrumental y con una letra estremecedora sobre ruptura, que constituyó otro de los singles del álbum. Para “To Have and Not to Hold” se destacan algunos pasajes de música latina que siempre supieron acompañar a la diva, para dar forma a una canción sobre la dificultad para comprender al otro en una relación de pareja y los límites generados por dicha incomprensión. Con un tema recurrente en la medida justa, pero ahora utilizando un poco de drum & bass, Madonna vuelve sobre la cuestión de maternidad en otra dedicatoria a su hija Lourdes en “Little Star”. Y ya para finalizar, una dedicatoria de la artista a su propia madre: “Mer Girl” es otra invitación a la reflexión.

Siempre hay que festejar los 40 años: es esa edad donde parece que ya estás del otro lado, donde ya superaste la crisis de la edad y cuando los adolescentes comenzaron a verte como un señor/señora mayor. Para Madonna, la llegada a los 40 estuvo marcada por una serie de hitos que la llevaron a una transformación en todo sentido, principalmente espiritual. Acertadamente supo redirigir esa energía hacia su trabajo, y los planetas se alinearon a su favor. La Reina del Pop, ahora madre y más sabia, realizó una serie de composiciones sobresalientes, logró musicalmente un sonido fiel a la época y demandado por su público, contó con una producción soberbia que le permitió imprimir un toque ascético a todo el trabajo, y se sintió plenamente realizada al poder volcar en un disco todo ese acervo cultural que la circundaba. Indudablemente es por eso que “Ray Of Light” es un disco increíble, emotivo, envolvente e imperdible: es la obra maestra de Madonna, el mejor disco de su carrera.

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