"K": Krishna también la rockeó
Crispian Mills lo había logrado por sus propios medios: hijo de padres famosos (Hayley Mills y Roy Boulting, actriz y director británicos respectivamente), abría su propio camino hacia la fama pero lo hacía desde otro ámbito: la música. Transcurrían las postrimerías de 1996 y el álbum de su banda Kula Shaker se convertía en el #1 en el Reino Unido, además de ser el disco debut más rápidamente vendido en Gran Bretaña desde el de Elastica en 1995.
En pleno estallido del brit pop, una bandada de artistas ingleses buscaba identificación con Oasis o aquello que había inspirado a los revoltosos hermanos de Manchester: básicamente, The Beatles. Por alguna razón, todo lo que venía saliendo de la fábrica de la neobeatlemanía tenía un tufillo a las composiciones de Lennon y McCartney. Sin embargo, Mills parecía más interesado en el sonido explorado por George Harrison tras sus fructíferas incursiones por la India, su fascinación con el sitar y su introducción a las religiones. La conexión venía por el lado de su madre, también adherente al hinduismo, y que llevó al joven explorador Crispian a realizar su propio viaje de peregrinación espiritual por las tierras de Gandhi.
Tras regresar, Crispian vuelve a juntarse con su amigo Alonza Bevan, con quien ya había tenido una banda en sus años escolares. Completaron la formación Paul Winterhart en batería y Jay Darlington en teclados. Tras algunos cambios de nombre adoptan el de Kula Shaker y obtienen un contrato discográfico en 1995 con Columbia Records.
El novedoso resultado de estas experiencias fue “K”, uno de los mejores discos de la década del ’90 y una explosión psicodélica destinada a sacudir los oídos menos ortodoxos, pero respetando el principio de utilizar ragas y pedales propios de la música india. Las melodías pegadizas, la contundencia del Indie rock de esos años y las guitarras utilizadas con acople, wah-wah y saturación, se completaban con logrados efectos y estructuras de canciones que se permitían complejizarse, en temas plagados de misticismo como “Magic Theatre” o “Temple of the Everlasting Light”. No en vano estos dos temas son la introducción de dos hits que destacaron como “Tattva” y “Govinda” respectivamente. No solo son estos excelentes exponentes del raga rock, sino que en gran parte son cantados en sánscrito y con líricas de contenido religioso. Crispian Mills rescató este contrapunto en una entrevista a la revista VOX en diciembre de 1996: “At the moment, you’ve got to be working-class and sing about shagging and drinking. That’s why we don’t hang out with too many bands”. Solo le faltó decir: “Odiaría que me comparen con Oasis”.
No deja de notarse a lo largo de todo el álbum la influencia de la música de The Greatful Dead, al punto de haber sido cortado como single “Greatful When You’re Dead/Jerry Was There” (su primer Top 40 en UK), un obvio homenaje a Jerry García que consta de una parte de rock más eléctrico tradicional al mejor estilo Hendrix, y una segunda parte más oscura y étnica. Queda claro que si debemos describir el trípode que sostiene esta radiante producción, las patas serían George Harrison, Jerry García y Jimmy Hendrix.
El hit single de formato más tradicional fue la formidable apertura del álbum, “Hey Dude”, que solo fue privado de la cima en los charts por culpa de la desenfrenada Spice Girls-manía que se desataba en esos momentos.
La tapa del disco consistía en un arte conformado por varias imágenes relacionadas con la letra K. Las ilustraciones fueron logradas por el artista de comics Dave Gibbons. Entre otros personajes retratados se encuentra a Martin Luther King, King Kong, Karl Marx, Grace Kelly, JFK, Gene Kelly, Nikita Kruschev, por supuesto la mismísima Krishna, y hasta el número 11 (en representación de la letra K).
Fue un año dorado que se coronó con 4 nominaciones a los Brit Awards 1997, y obteniendo el merecidísimo premio a Artista Revelación Británico. Conocieron así las mieles de la gloria y fueron durante un tiempo los niños mimados por la prensa especializada.
Kula Shaker volvería a apuntar alto con su segundo disco “Peasants, Pigs and Astronauts”, excelente sucesor de “K” pero que no tuvo a las claras el mismo impacto que el álbum debut, siendo que ya no era novedad ni cantar en sánscrito ni la química develada previamente. Y luego de eso, la estrella se apagó. Tras la disolución de Kula en 1999, la carrera de Crispian Mills siguió a los tumbos, intentando forjar una carrera solista en un principio, y finalmente formando The Jeevas, un grupo que editó 2 discos con moderado reconocimiento en UK y en Japón. Alonza Bevan se unió a Johnny Marr en su proyecto The Healers, y Jay Darlington se unió a Oasis como tecladista en sus giras (sin ser miembro oficial de la banda).
Kula Shaker regresó oficialmente en el 2006 y la banda continuó sacando discos en el nuevo milenio, siendo el más reciente “K 2.0” de 2016, su más logrado regreso a las bases que tantas buenas críticas y aceptación les supo dar en sus sorprendentes inicios, hace ya 20 años atrás.
No es moneda corriente encontrar una banda de rock británico que en el estribillo de uno de sus hits radiales cante loas del tipo “Govinda Jaya Jaya”. Literalmente traducido: “Gloria, Gloria a Krishna”. Fueron los años en que Krishna realmente la rockeó.
09/11/2016
martes, 3 de enero de 2017
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