“WITHOUT YOU I´M NOTHING" - 20 AÑOS
BIPOLARIDAD CONDUCTORA
Tras un promisorio debut y con un primer corte Top 5 en el UK Chart con “Nancy Boy”, Placebo era una banda que empezaba a generar interés público a mediados de los 90’s. Entre aquellos que se sintieron atraídos resultó estar nada menos que David Bowie, con quien Placebo tuvo el lujo de tocar en varios conciertos durante el año 1996, hasta incluso para el cumpleaños n° 50 del Duke en el Madison Square Garden. El espíritu de Bowie continuó haciéndose carne en Placebo, ya que el siguiente paso del trío consistió en su participación con un cover de “20th Century Boy” en la banda de sonido de la película “Velvet Goldmine” inspirada en la escena Glam Rock de los años 70´s (y directamente relacionada con las vidas de Bowie e Iggy Pop). Esta fue toda la previa al segundo álbum de Placebo, que ya se estaba gestando.
Contar en la producción con el entonces ascendente Steve Osborne (ya tenía en su cartera trabajos con U2, Happy Mondays o Lush) no fue un tema menor, y aunque la relación que tuvo el mismo con la banda fue bastante conflictiva, los resultados no dejaron de ser óptimos. Aun así, temas icónicos de la placa en cuestión como “Pure Morning” (primer single cortado) contaron, como otros temas, con la producción de Phil Vinall.
Sorprendería a más de uno enterarse que “Pure Morning” fue originalmente concebido como un cara B de algún futuro single, pero el resultado final daba obviamente para mucho más que eso. Junto a “Never Let Me Down Again” de Depeche Mode, podemos considerarla una de las más grandes odas a la amistad, y al igual que el tema de Depeche, es oscuro, envolvente y adictivo. Ideal para dar apertura a sus respectivos álbumes. Así fue como el adelanto del nuevo disco, que ya estaba terminado, fue justamente un tema que se metió por la ventana. “Pure Morning” fue lanzado el 3 de agosto de 1998, alcanzando el #4 en el UK singles chart. El sombrío video en cámara lenta muestra a Brian Molko amenazando suicidarse desde el borde de un edificio londinense, para terminar caminando por las paredes en lugar de caer al vacío. Androginia y desafío de leyes físicas en un mismo acto.
La consigna de este segundo disco era mostrar el lado más netamente glam rock de Placebo con ribetes de electro-punk similares al Sonic Youth o Pixies que supieron sacudir la escena under a comienzos de aquella década. Un pasaje furibundo como “Brick Shithouse” da cuenta de esta cólera desatada, que se complementa con saturaciones y acoples en otros tracks desbordantes de contundencia como “Every You Every Me” o “Scared Of Girls”. Incluso en el hidden track “Evil Dildo”. Pareciera que los puntos más elevados se encuentran en esos arrebatos, pero la violencia en Placebo se sublima en los momentos de mayor profundidad emocional que reside, con natural peculiaridad, en sus producciones más lentas, lúgubres y melancólicas. El tipo de amor que se describe en una letra como “Without You I´m Nothing” es aquel que desgarra, que no permite vivir, que arrastra a la desesperación del saber que no hay salida más que el abismo. Ese tipo de situaciones se describen una y otra vez a lo largo de exquisitos 65 minutos. Así como el momento bisexual de Molko entonando la romántica y sufrida “My Sweet Prince” (no “Princess”) con estrofas como “Never thought I’d get any higher / Never thought you’d fuck with my brain”. Así es medio difícil que las cosas funcionen, diría un tradicionalista!
By The Way, yo entiendo que es un gran honor que David Bowie quiera grabar una canción a dúo con tu banda, pero realmente me quedo con la versión del álbum antes que con la del single “Without You I´m Nothing” con la voz de Bowie grabada encima. Te quiero Duke, te amo: no me odies desde el más allá por decir esto!
Para darle empuje comercial al disco, la rola elegida como segundo corte fue la simpática y bailable “You Don’t Care About Us”, que también logró ser top 5 en Inglaterra. Con dos hits en el bolsillo el álbum fue bien recibido por la crítica y Placebo pudo ampliar su universo de fans, lo que sirvió para una aún mejor performance de su obra posterior “Black Market Music”. En una escena musical mundial donde artistas como Marilyn Manson pisaban fuerte, una concepción como la de “Brick Shithouse” puede parecer menos extrema que lo que realmente es: una persona asesinada viendo desde el más allá a su novia acostándose con otro hombre mientras le canta algo tan intimidante como “I’ll be watching when he’s around”. Creepy. Tampoco resulta tan revolucionario ya (ni lo era en 1998) pegarle a la Iglesia en un tema como “Allergic (To Thoughts of Mother Earth)”. De modo que nada de lo que aquí se dijera resultaba escandaloso, pero si en muchos aspectos movilizador con momentos creativos.
Como sea, “Without You I’m Nothing” es un disco que no se molesta en evitar mostrar una completa inestabilidad emocional. Un sube y baja desbocado es la línea que caracteriza toda la obra: de “The Crawl” saltamos a “Every You Every Me”; de la deliciosa melodía de “Summer’s Gone” pasamos a la tormentosa “Scared Of Girls”. Tal vez sea “Every You Every Me” la canción que resume todo aquello que somos y que sentimos: todos tenemos algo viejo y algo nuevo, todos tenemos algo prestado y algo triste. Todos podemos ser egoístas o crueles. Todos podemos ser Placebo.
Me encantan este tipo de discos donde, pese a la bipolaridad, hay un hilo conductor que hace que nada desentone. Ese es el pilar: abusar de ese placer que siente el oído del sufriente ante los altibajos. Frenesí y abatimiento en una constante ida y vuelta, todo por un mismo precio. No se puede pedir más: por algo es esta la producción que mejor representa a Placebo.
viernes, 28 de diciembre de 2018
jueves, 13 de diciembre de 2018
Music Corner n° 174 - Muse
“SIMULATION THEORY"
FICCIÓN DISTÓPICA RETROFUTURISTA
Los genios como Matt Bellamy tienen estas cosas: muchas veces resultan incomprendidos. Las críticas sobre la última producción de Muse vienen siendo en algunos casos un poco injustas, y he visto ejércitos de opinólogos rasgarse las vestiduras proclamando a viva voz la absoluta e irreversible decadencia de Muse, afirmando que el octavo disco del trío es un fiel reflejo de dicha catástrofe, y añorando el regreso a las buenas y sagradas épocas de “Origin of Symmetry”, que era cuando Bellamy, Wolstenholme y Howard conformaban una banda vanguardista que te “volaba el marulo” según la jerga rioplatense. Tratemos de corrernos por un momento de algunas obviedades.
Por empezar, Muse nunca volverá a ser la banda que fue en “Origin of Symmetry” o mucho menos “Showbiz”. Nadie le hubiera pedido a Pink Floyd que después de hacer “The Wall” volviera a hacer un “Atom Heart Mother”, ¿no? It´s evolution, baby, como nos supo enseñar Pearl Jam, para bien o para mal. Muse maduró, creció como banda y cada uno de sus miembros como músico. Cada uno de ellos fue nombrado Doctor Honoris Causa en el año 2008 por la Universidad de Plymouth, solo para mencionar algunos créditos. En segundo lugar, lo que en otros tiempos era bien visto, que era la experimentación, hoy en día es percibida por una parcialidad como carencia de ideas: el concepto de “banda que no se puede encasillar” pasó a ser un delirio megalómano de Matt Bellamy... En fin, no a todos tiene necesariamente que gustarnos el nuevo rumbo: pero de ahí a proclamar decrepitud, hay una gran distancia.
“Simulation Theory” amenazaba ser una caja de pandora que algunos temían abrir. Los adelantos de los últimos meses no habían sido muy alentadores con ejemplos como “Something Human”, pero en mi caso personal, hubo algunos temas como “Dig Down” que, al mejor estilo de un buen vino añejado, maduraron bien con el tiempo. Veamos más en detalle cómo nos fueron llegando estos anticipos. Todo empezó en el año 2017, cuando hacia mayo se lanzó “Dig Down”, una mezcla de synth pop con glam rock que resultó interesante como primer adelanto. Hubo que esperar a los inicios de 2018 para conocer la siguiente novedad, “Thought Contagion”, donde se reiteraba la orientación al rock electrónico pero ya se empezaba a perfilar el concepto que hilvanaba los distintos singles, y que confirmamos con la salida en julio del mismo año del polémico “Something Human” y su correspondiente video. Los sintetizadores comenzaban a entremezclarse con algo de space rock, y si se observa la estética de los covers de cada sencillo junto a la línea de producción de los videos, había una idea rectora.
En todos los casos se evidencian ineludibles alusiones a películas y clips de los años 80’s. El director en todos los casos es Lance Drake, y las referencias son icónicas: Max Headroom (en “Dig Down”), el video de “Thriller” de Michael Jackson (en “Thought Contagion”), el culto al VHS y “Back To The Future” (en “Something Human”), y los video juegos “Cyberpunk 2020” y “Grand Theft Auto: Vice City” (en “The Dark Side”, continuación de “Something Human”). Tanta cultura pop retrofuturista se extendió hasta el video de “Pressure” y su remembranza de la escena del baile de graduación de “Back To The Future”. Hablar de todo esto y mencionar la serie de TV para cuarentones melancólicos “Stranger Things” es como decir que todo queda en familia: más cuando el arte de tapa de “Simulation Theory” fue diseñado por Kyle Lambert, artista visual que trabajó precisamente en “Stranger Things”.
Habiendo mencionado todas estas simpáticas referencias, es menester focalizar un poco en la materia musical propiamente dicha. La placa abre con “Algorithm”, agradable sorpresa ya que en lo que refiere a grandes aperturas de sus discos, Muse continúa manteniendo el nivel épico característico. El segundo track es “The Dark Side”, que era el mejor single de los editados como adelanto, así que nada nuevo para el fan (que lo seguirá disfrutando) pero si un gran tema por descubrir para los neófitos: synth pop noventoso que se nutre del sonido original de Muse y de la impronta que la banda ha decidido imprimir en ésta placa. Se continúa con otro de esos hits propios de Muse con estribillos muy pegadizos que terminan siendo adictivos con el tiempo: el efectivo “Pressure”. La simulación en su apogeo, donde a través de una canción alegre se transmiten mensajes de sofocación como “I´m grinding it out / The pressure’s growing exponentially”. En cuarto lugar llega “Propaganda”, una suerte de “Supermassive Black Hole” remozado y con un solo de guitarra muy Black Rebel Motorcycle Club. Aquel touch funky de “Panic Station” (de “The 2nd Law”) sigue vivo. Cinco productores colaboraron en este tema, incluido el nunca bien ponderado Timbaland, pero afortunadamente aquí los resultados fueron óptimos.
Si vamos a hablar de rolas adictivas que invitan a sacudir la cabeza al mejor heavy metal style o mínimamente seguir el ritmo con el pie, “Break It To Me” es un inmejorable ejemplo. Cualquier DJ principiante lograría con facilidad un enganche perfecto entre este hitazo y “Bulls On Parade” de Rage Against The Machine ¿es acaso un homenaje a una banda que supo inspirar a Muse en sus inicios? Como sea, Tom Morello levanta sus pulgares aprobando. Veníamos genial, era todo 9 puntos para arriba, hasta que llegamos a…
“Something Human”. Ok, si hay que nombrar un tema que haya levantado polvareda en la carrera de Muse, es precisamente este. Desde que lo escuché por primera vez, y aún hoy, me sigo acordando de “A Little Respect” de Erasure. Lo que no es un problema porque lo amo, pero esto es Muse. Otros han llegado a encontrar aquí plagios a George Michael o hasta a Christina Aguilera (si, “Genie In a Bottle”, algo tiene de eso). Es un folk pop muy cheesy que podría tocar REO Speedwagon pero no Muse, o al menos no debería, y por algo no la están haciendo actualmente en la gira. Voy a ser totalmente honesto: de tanto machacarla, ha terminado agradándome. Pero aun así, en el medio de este disco o de cualquier otro disco de Muse, esto no tiene, literalmente, un pedo que ver. Y gran parte de la culpa por algunas críticas destructivas que le han hecho a “Simulation Theory”, la tiene este track perdido en la nebulosa.
Para evitar la hecatombe, llega justo a tiempo “Thought Contagion”, otro de los temas que ya conocíamos, y que dicen que en vivo suena de la ostia. Si bien Bellamy ha sido acusado de querer sonar aquí como Imagine Dragons, el tema es muy efectivo. La lírica es la más fiel a la línea de Muse y su constante paranoia: pensamientos invasivos y contagiosos como virus nos atacan todos los días. Hábilmente representado en un video con coreografías onda Michael Jackson donde todos se convierten en cyber vampiros punk que se mueven como zombies. Divertidísimo! “Get Up and Fight” es el octavo tema. Nuevamente se repite una fórmula ya usada en el pasado (clara referencia a “Mercy”) y que a muchos molesta. Tampoco es novedad la temática tratada: “estamos siendo oprimidos, tú lo sabes, y por eso te pido que te unas a nuestra lucha porque sin ti no podemos”. Listo, pongámosle unos coritos de Tove Lo (artista sueca de la que me hice fan con su álbum “Queen of The Clouds” en el 2014) para hacerlo aún más pop, y cartón lleno. La rebeldía adolescente fluye a borbotones, Matt imprime un tinte romántico con su piano, y aun así es un momento flojo del disco y lleva tiempo asimilarlo. “Blockades” es el tema Muse de manual, y por eso no puede no gustarle a nadie que ya sea seguidor. Los que extrañan “Origin Of Symmetry” o “Absolution” tienen aquí un pequeño oasis, ya que este track es una mezcla de “Bliss”, “Stockholm Syndrome” y varias otras cosas buenísimas del pasado. Luego viene “Dig Down”, que nos pilló a los oyentes en un momento en que estábamos ávidos de nuevo material, y tal vez por eso ha tenido buena acogida y nos simpatiza. Y así llegamos al último tema. Así como “Algorithm” es la típica apertura, “The Void” es el típico cierre al mejor estilo “Exogenesis”. Pero en este caso, con un aire a Jean-Michel Jarré meets Giorgio Moroder, metidos en la batidora Muse. Espectacular. Como plus hay versiones alternativas de casi todos los temas en las 2 ediciones deluxe, destacando entre ellas la Alternate Reality Version de “The Dark Side”, tremendamente conmovedora.
El álbum ha tenido buena recepción del público, y ya fue #1 en varios países europeos incluyendo Inglaterra. La crítica, como ya vimos, es variada: un medio como Metacritic, le asignó un promedio de 63/100. Así de peleada está la cosa. Vivimos en una simulación virtual de la realidad digna de The Matrix, y desde ese concepto quiso partir la banda para darle forma a este trabajo. Me gustó que para manifestarlo, hayan recurrido a la estética sci-fi propia de los años 80’s. Y respecto a las canciones, encuentro en general muy buen material, salvo honrosas excepciones. Aquel que se sienta decepcionado, puede dar por seguro que, gracias a la constante pasión innovadora de Matt Bellamy, el próximo disco nos sorprenderá con algo completamente imprevisible.
FICCIÓN DISTÓPICA RETROFUTURISTA
Los genios como Matt Bellamy tienen estas cosas: muchas veces resultan incomprendidos. Las críticas sobre la última producción de Muse vienen siendo en algunos casos un poco injustas, y he visto ejércitos de opinólogos rasgarse las vestiduras proclamando a viva voz la absoluta e irreversible decadencia de Muse, afirmando que el octavo disco del trío es un fiel reflejo de dicha catástrofe, y añorando el regreso a las buenas y sagradas épocas de “Origin of Symmetry”, que era cuando Bellamy, Wolstenholme y Howard conformaban una banda vanguardista que te “volaba el marulo” según la jerga rioplatense. Tratemos de corrernos por un momento de algunas obviedades.
Por empezar, Muse nunca volverá a ser la banda que fue en “Origin of Symmetry” o mucho menos “Showbiz”. Nadie le hubiera pedido a Pink Floyd que después de hacer “The Wall” volviera a hacer un “Atom Heart Mother”, ¿no? It´s evolution, baby, como nos supo enseñar Pearl Jam, para bien o para mal. Muse maduró, creció como banda y cada uno de sus miembros como músico. Cada uno de ellos fue nombrado Doctor Honoris Causa en el año 2008 por la Universidad de Plymouth, solo para mencionar algunos créditos. En segundo lugar, lo que en otros tiempos era bien visto, que era la experimentación, hoy en día es percibida por una parcialidad como carencia de ideas: el concepto de “banda que no se puede encasillar” pasó a ser un delirio megalómano de Matt Bellamy... En fin, no a todos tiene necesariamente que gustarnos el nuevo rumbo: pero de ahí a proclamar decrepitud, hay una gran distancia.
“Simulation Theory” amenazaba ser una caja de pandora que algunos temían abrir. Los adelantos de los últimos meses no habían sido muy alentadores con ejemplos como “Something Human”, pero en mi caso personal, hubo algunos temas como “Dig Down” que, al mejor estilo de un buen vino añejado, maduraron bien con el tiempo. Veamos más en detalle cómo nos fueron llegando estos anticipos. Todo empezó en el año 2017, cuando hacia mayo se lanzó “Dig Down”, una mezcla de synth pop con glam rock que resultó interesante como primer adelanto. Hubo que esperar a los inicios de 2018 para conocer la siguiente novedad, “Thought Contagion”, donde se reiteraba la orientación al rock electrónico pero ya se empezaba a perfilar el concepto que hilvanaba los distintos singles, y que confirmamos con la salida en julio del mismo año del polémico “Something Human” y su correspondiente video. Los sintetizadores comenzaban a entremezclarse con algo de space rock, y si se observa la estética de los covers de cada sencillo junto a la línea de producción de los videos, había una idea rectora.
En todos los casos se evidencian ineludibles alusiones a películas y clips de los años 80’s. El director en todos los casos es Lance Drake, y las referencias son icónicas: Max Headroom (en “Dig Down”), el video de “Thriller” de Michael Jackson (en “Thought Contagion”), el culto al VHS y “Back To The Future” (en “Something Human”), y los video juegos “Cyberpunk 2020” y “Grand Theft Auto: Vice City” (en “The Dark Side”, continuación de “Something Human”). Tanta cultura pop retrofuturista se extendió hasta el video de “Pressure” y su remembranza de la escena del baile de graduación de “Back To The Future”. Hablar de todo esto y mencionar la serie de TV para cuarentones melancólicos “Stranger Things” es como decir que todo queda en familia: más cuando el arte de tapa de “Simulation Theory” fue diseñado por Kyle Lambert, artista visual que trabajó precisamente en “Stranger Things”.
Habiendo mencionado todas estas simpáticas referencias, es menester focalizar un poco en la materia musical propiamente dicha. La placa abre con “Algorithm”, agradable sorpresa ya que en lo que refiere a grandes aperturas de sus discos, Muse continúa manteniendo el nivel épico característico. El segundo track es “The Dark Side”, que era el mejor single de los editados como adelanto, así que nada nuevo para el fan (que lo seguirá disfrutando) pero si un gran tema por descubrir para los neófitos: synth pop noventoso que se nutre del sonido original de Muse y de la impronta que la banda ha decidido imprimir en ésta placa. Se continúa con otro de esos hits propios de Muse con estribillos muy pegadizos que terminan siendo adictivos con el tiempo: el efectivo “Pressure”. La simulación en su apogeo, donde a través de una canción alegre se transmiten mensajes de sofocación como “I´m grinding it out / The pressure’s growing exponentially”. En cuarto lugar llega “Propaganda”, una suerte de “Supermassive Black Hole” remozado y con un solo de guitarra muy Black Rebel Motorcycle Club. Aquel touch funky de “Panic Station” (de “The 2nd Law”) sigue vivo. Cinco productores colaboraron en este tema, incluido el nunca bien ponderado Timbaland, pero afortunadamente aquí los resultados fueron óptimos.
Si vamos a hablar de rolas adictivas que invitan a sacudir la cabeza al mejor heavy metal style o mínimamente seguir el ritmo con el pie, “Break It To Me” es un inmejorable ejemplo. Cualquier DJ principiante lograría con facilidad un enganche perfecto entre este hitazo y “Bulls On Parade” de Rage Against The Machine ¿es acaso un homenaje a una banda que supo inspirar a Muse en sus inicios? Como sea, Tom Morello levanta sus pulgares aprobando. Veníamos genial, era todo 9 puntos para arriba, hasta que llegamos a…
“Something Human”. Ok, si hay que nombrar un tema que haya levantado polvareda en la carrera de Muse, es precisamente este. Desde que lo escuché por primera vez, y aún hoy, me sigo acordando de “A Little Respect” de Erasure. Lo que no es un problema porque lo amo, pero esto es Muse. Otros han llegado a encontrar aquí plagios a George Michael o hasta a Christina Aguilera (si, “Genie In a Bottle”, algo tiene de eso). Es un folk pop muy cheesy que podría tocar REO Speedwagon pero no Muse, o al menos no debería, y por algo no la están haciendo actualmente en la gira. Voy a ser totalmente honesto: de tanto machacarla, ha terminado agradándome. Pero aun así, en el medio de este disco o de cualquier otro disco de Muse, esto no tiene, literalmente, un pedo que ver. Y gran parte de la culpa por algunas críticas destructivas que le han hecho a “Simulation Theory”, la tiene este track perdido en la nebulosa.
Para evitar la hecatombe, llega justo a tiempo “Thought Contagion”, otro de los temas que ya conocíamos, y que dicen que en vivo suena de la ostia. Si bien Bellamy ha sido acusado de querer sonar aquí como Imagine Dragons, el tema es muy efectivo. La lírica es la más fiel a la línea de Muse y su constante paranoia: pensamientos invasivos y contagiosos como virus nos atacan todos los días. Hábilmente representado en un video con coreografías onda Michael Jackson donde todos se convierten en cyber vampiros punk que se mueven como zombies. Divertidísimo! “Get Up and Fight” es el octavo tema. Nuevamente se repite una fórmula ya usada en el pasado (clara referencia a “Mercy”) y que a muchos molesta. Tampoco es novedad la temática tratada: “estamos siendo oprimidos, tú lo sabes, y por eso te pido que te unas a nuestra lucha porque sin ti no podemos”. Listo, pongámosle unos coritos de Tove Lo (artista sueca de la que me hice fan con su álbum “Queen of The Clouds” en el 2014) para hacerlo aún más pop, y cartón lleno. La rebeldía adolescente fluye a borbotones, Matt imprime un tinte romántico con su piano, y aun así es un momento flojo del disco y lleva tiempo asimilarlo. “Blockades” es el tema Muse de manual, y por eso no puede no gustarle a nadie que ya sea seguidor. Los que extrañan “Origin Of Symmetry” o “Absolution” tienen aquí un pequeño oasis, ya que este track es una mezcla de “Bliss”, “Stockholm Syndrome” y varias otras cosas buenísimas del pasado. Luego viene “Dig Down”, que nos pilló a los oyentes en un momento en que estábamos ávidos de nuevo material, y tal vez por eso ha tenido buena acogida y nos simpatiza. Y así llegamos al último tema. Así como “Algorithm” es la típica apertura, “The Void” es el típico cierre al mejor estilo “Exogenesis”. Pero en este caso, con un aire a Jean-Michel Jarré meets Giorgio Moroder, metidos en la batidora Muse. Espectacular. Como plus hay versiones alternativas de casi todos los temas en las 2 ediciones deluxe, destacando entre ellas la Alternate Reality Version de “The Dark Side”, tremendamente conmovedora.
El álbum ha tenido buena recepción del público, y ya fue #1 en varios países europeos incluyendo Inglaterra. La crítica, como ya vimos, es variada: un medio como Metacritic, le asignó un promedio de 63/100. Así de peleada está la cosa. Vivimos en una simulación virtual de la realidad digna de The Matrix, y desde ese concepto quiso partir la banda para darle forma a este trabajo. Me gustó que para manifestarlo, hayan recurrido a la estética sci-fi propia de los años 80’s. Y respecto a las canciones, encuentro en general muy buen material, salvo honrosas excepciones. Aquel que se sienta decepcionado, puede dar por seguro que, gracias a la constante pasión innovadora de Matt Bellamy, el próximo disco nos sorprenderá con algo completamente imprevisible.
miércoles, 24 de octubre de 2018
Music Corner n° 173 - Pale Waves
“MY MIND MAKES NOISES"
GOTHIC POP PARA NIÑOS FELICES
¡Nos mintieron y me encantó! Los pronósticos indicaban que hasta el 2019 no aparecería el primer full álbum de Pale Waves, más siendo que el EP “All The Things I Never Said” había sido lanzado en febrero por internet y en vinilo el 16 de marzo de este año. Con eso los fans estarían sosegados ¿si? Pues no, y Pale Waves lo sabía. Por eso ya fue lanzada la preventa del ansiado debut hace más de un mes, y el 14 de septiembre el álbum titulado “My Mind Make Noises” fue compartido en Spotify para delirio y satisfacción de los seguidores.
Como la misma banda lo describe, este álbum es una colección de historias: vida, muerte, amor, sexo, amistad, ansiedad, familia. Pop masivo, pero verdaderas joyas del pop. Para ello, la formula sigue siendo efectiva desde el inicio: Ciara Dolan (batería) escribe principalmente la música, y Heather Baron-Gracie las letras. Ciara acompaña en la producción a otros como Jonathan Gilmore, que siempre ha trabajado en proyectos geniales con otras bandas: The 1975, Wolf Alice, Nothing But Thieves, Twenty One Pilots, etc. Heather siempre ha destacado que sin Ciara nunca habría existido Pale Waves como banda, sino algún disco solista y acústico de Heather Baron-Gracie. Y sin dejar de rescatar los aportes y la participación de sus otros dos bandmates: Hugo Silvani (guitarra) y Charlie Wood (bajo y teclados). ¿Y de dónde viene el nombre del disco? Es la primera estrofa del tema “Noises”, pero más allá de esta obviedad, es una frase que tiene tatuada Ciara en un brazo. ¿Ayudan estos “ruidos” a componer mejor? Parece que sí!
El disco abre con la fabulosa “Eighteen”, tema bien orientado al ser adolescente y lo que es enamorarse por primera vez, la nueva sensación de sentir mariposas en el estómago. Fue el quinto single del disco, lanzado el 24 de julio de 2018 y primer corte en rankear fuera de Europa: un suceso moderado en Japón. Buen pop electrónico para empezar. “This city depresses me” es la línea de apertura, tan representativo de lo que es Pale Waves y a lo que apunta: huir de aquello que sentimos como opresión, a través del amor, pero sin olvidar sufrir muchísimo en el intermedio. Perfectamente representado con el video, en que la protagonista escapa por una ruta hacia un bosque, hacia un lago, buscando una salida. Luego sigue “There’s a Honey”, que fue el single debut de Pale Waves: una canción sobre revestir con un manto de duda a quien se ama. Llega en tercer lugar otro hit contundente: “Noises”. Primera apuesta comprometida donde Heather se atreve a hablar de una condición mental, de un estado que podría indicar un trastorno límite de personalidad, pero que la autora describe como su letra más personal. Heather escribió esta canción con un tinte autobiográfico en un momento difícil de su vida, viéndose a sí misma como una chica con baja autoestima y sobreexigente consigo misma, permanentemente expuesta a la crítica y obsesionada con su cuerpo y con la imagen que mostraba a los demás. Dramática en su cierre repitiendo como un lamento: “Look at me, look at me, look at me…”. Según Heather, es una canción por la que ha recibido muchísimos agradecimientos de sus fans, por la identificación que la misma produce. “Ojalá alguien hubiera escrito una canción así cuando yo tenía 17 años”, supo decir.
“Come In Close” llega en el momento preciso del disco para introducir un poco de frenesí con una prerrogativa dance pop, y la propuesta de avanzar y confiar cuando el amor nos llama. Un tema bien arriba para equilibrar pero sin perder el nivel: europop de aire ochentoso, y del bueno. Es el paso previo a “Loveless Girl”, un midtempo sobre un reencuentro con un amor (tal vez) no concretado en el pasado. Nuevo relato autobiográfico de Heather, que solía ser percibida por su entorno como una chica algo fría y distante durante su adolescencia. “Drive” es lo que sigue: puede ser definida como una segunda parte de “Noises”: “Is it all in my head, what they said? I´m not feeling too good, I´m feeling misunderstood” reza un estribillo de una canción con una base muy poderosa. También autobiográfica, Heather describe sus años de colegio como solitarios y en donde su gran compañía era la música. Y al mismo tiempo, “Drive” refiere al sentimiento de vacío y contrarrestar el mismo: “Manejo rápido así puedo sentir algo”, twitteó Baron-Gracie oportunamente como anticipo de lo que sería esta emotiva canción. Suena injusto pero debo decir que el sonido me trajo remembranzas de Samantha Fox, año 1986, y su hit “Touch Me (I Want Your Body)”: aquel fue un hit mundial, merecía un revival!
Lentamente fuimos llegando así a la primera balada del disco: “When Did I Lose It All?”, una nueva historia de corazones rotos, otra decepción en la vida de la pequeña Heather, que tan bien sabe transmitirlas a través de su voz y sus composiciones. Desde el disco debut de Glasvegas en 2008 que no escuchaba una producción pop con letras tan tristes pero tan bien ambientadas. Para coronar este pasaje del disco, y en referencia al dolor que fluye a través de cada track, “She” profundiza la angustia del sentirse engañado y el desgarro del abandono. Es siempre un dolor pasivo, una exposición ante algo que no se puede reaccionar: así transmite Pale Waves cada vivencia. La levantada llega a tiempo para rescatarnos con el último single, “One More Time”, coescrita con Ciara y con un aire a los primeros tiempos de Avril Lavigne. Enseguida el hit “Television Romance”: personalmente, el tema con el que conocí a Pale Waves cuando los vi por primera vez en YouTube. Un video que llama la atención por el look tan lúgubre de Heather y Ciara, y que remite casi inmediatamente a alguna película de Tim Burton. Curiosamente, nadie debe esperar que esa representación gótica de la banda se refleje en lo musical, que es un estilo soft-rock ochentoso.
Desde este punto y hasta el final, el disco ofrece algunos potenciales hits. La trilogía “Red” / “Kiss” / “Black” es una sinfonía continua para oídos de adolescentes conflictuados y sus problemas existenciales. El amor impulsivo con alguien de quien lo único que sabemos es cuál es su color favorito; o pedirle a ese amor que se está diluyendo que nos parta la boca de un beso como la primera vez; o darse cuenta que aquello que era amor ha devenido en odio. Todas temáticas que sí, son adolescentes, pero por otro lado tampoco tienen edad. Y para finalizar el disco, un sentido homenaje de Heather Baron-Gracie a su abuelo y un cierre acústico que hace la diferencia. Un auténtico duelo sin conclusión en la vida de la cantante. Cabe acotar que cualquier similitud al tema “Joe” de The Cranberries, donde Dolores O’Riordan recordaba a su abuelito, es pura coincidencia (?).
Desde el primer single “There’s A Honey” en febrero de 2017 hasta hoy, todo ha sido una maratónica carrera para este cuarteto de Manchester. Ir teloneando a The 1975 por su gira norteamericana por distintos pequeños escenarios, darse el gusto de tocar con The Cure, y en el mientras tanto ir lanzando singles y videos que iban haciendo agrandar más y más la imagen de Pale Waves en las redes. El trabajo duro que toda buena banda under debe hacer, pero cuando se cuenta con la materia prima necesaria, el reconocimiento llega tarde o temprano. Finalmente, el ranking oficial de la BBC mostró el 21 de septiembre el debut de “My Mind Makes Noises” en el #8 del Official UK Top 40 Albums Chart, y en el #1 del Indie Albums Chart. NME lo describió como “Un álbum impresionante y un cuidadoso debut”. No hay dudas que cada detalle está obsesivamente atendido en este disco.
Mientras Pale Waves se encuentra actualmente de gira por el Reino Unido, el reciente lanzamiento de su ópera prima recibe excelentes comentarios por parte de la crítica especializada (NME, Album Of The Year, The Line Of Best Fit), que lo amó. Aunque otros medios como The Guardian pusieron sus reparos. La principal objeción que algunos seguidores hacen es que muchos temas se parecen entre sí. Ya hace un tiempo atrás, cuando la banda solo tenía 2 singles que sonaban parecido, Heather dijo: “¿Y que esperaban? Somos la misma banda!” Basado en que se trata de un álbum debut, que la banda muestra un gran potencial y que he sido testigo de la notable evolución de Pale Waves con el correr de cada single en estos últimos meses, “My Mind Makes Noises” es un disco que me ha deslumbrado y apostaría que estos chicos padecientes van a llegar mucho más lejos.
GOTHIC POP PARA NIÑOS FELICES
¡Nos mintieron y me encantó! Los pronósticos indicaban que hasta el 2019 no aparecería el primer full álbum de Pale Waves, más siendo que el EP “All The Things I Never Said” había sido lanzado en febrero por internet y en vinilo el 16 de marzo de este año. Con eso los fans estarían sosegados ¿si? Pues no, y Pale Waves lo sabía. Por eso ya fue lanzada la preventa del ansiado debut hace más de un mes, y el 14 de septiembre el álbum titulado “My Mind Make Noises” fue compartido en Spotify para delirio y satisfacción de los seguidores.
Como la misma banda lo describe, este álbum es una colección de historias: vida, muerte, amor, sexo, amistad, ansiedad, familia. Pop masivo, pero verdaderas joyas del pop. Para ello, la formula sigue siendo efectiva desde el inicio: Ciara Dolan (batería) escribe principalmente la música, y Heather Baron-Gracie las letras. Ciara acompaña en la producción a otros como Jonathan Gilmore, que siempre ha trabajado en proyectos geniales con otras bandas: The 1975, Wolf Alice, Nothing But Thieves, Twenty One Pilots, etc. Heather siempre ha destacado que sin Ciara nunca habría existido Pale Waves como banda, sino algún disco solista y acústico de Heather Baron-Gracie. Y sin dejar de rescatar los aportes y la participación de sus otros dos bandmates: Hugo Silvani (guitarra) y Charlie Wood (bajo y teclados). ¿Y de dónde viene el nombre del disco? Es la primera estrofa del tema “Noises”, pero más allá de esta obviedad, es una frase que tiene tatuada Ciara en un brazo. ¿Ayudan estos “ruidos” a componer mejor? Parece que sí!
El disco abre con la fabulosa “Eighteen”, tema bien orientado al ser adolescente y lo que es enamorarse por primera vez, la nueva sensación de sentir mariposas en el estómago. Fue el quinto single del disco, lanzado el 24 de julio de 2018 y primer corte en rankear fuera de Europa: un suceso moderado en Japón. Buen pop electrónico para empezar. “This city depresses me” es la línea de apertura, tan representativo de lo que es Pale Waves y a lo que apunta: huir de aquello que sentimos como opresión, a través del amor, pero sin olvidar sufrir muchísimo en el intermedio. Perfectamente representado con el video, en que la protagonista escapa por una ruta hacia un bosque, hacia un lago, buscando una salida. Luego sigue “There’s a Honey”, que fue el single debut de Pale Waves: una canción sobre revestir con un manto de duda a quien se ama. Llega en tercer lugar otro hit contundente: “Noises”. Primera apuesta comprometida donde Heather se atreve a hablar de una condición mental, de un estado que podría indicar un trastorno límite de personalidad, pero que la autora describe como su letra más personal. Heather escribió esta canción con un tinte autobiográfico en un momento difícil de su vida, viéndose a sí misma como una chica con baja autoestima y sobreexigente consigo misma, permanentemente expuesta a la crítica y obsesionada con su cuerpo y con la imagen que mostraba a los demás. Dramática en su cierre repitiendo como un lamento: “Look at me, look at me, look at me…”. Según Heather, es una canción por la que ha recibido muchísimos agradecimientos de sus fans, por la identificación que la misma produce. “Ojalá alguien hubiera escrito una canción así cuando yo tenía 17 años”, supo decir.
“Come In Close” llega en el momento preciso del disco para introducir un poco de frenesí con una prerrogativa dance pop, y la propuesta de avanzar y confiar cuando el amor nos llama. Un tema bien arriba para equilibrar pero sin perder el nivel: europop de aire ochentoso, y del bueno. Es el paso previo a “Loveless Girl”, un midtempo sobre un reencuentro con un amor (tal vez) no concretado en el pasado. Nuevo relato autobiográfico de Heather, que solía ser percibida por su entorno como una chica algo fría y distante durante su adolescencia. “Drive” es lo que sigue: puede ser definida como una segunda parte de “Noises”: “Is it all in my head, what they said? I´m not feeling too good, I´m feeling misunderstood” reza un estribillo de una canción con una base muy poderosa. También autobiográfica, Heather describe sus años de colegio como solitarios y en donde su gran compañía era la música. Y al mismo tiempo, “Drive” refiere al sentimiento de vacío y contrarrestar el mismo: “Manejo rápido así puedo sentir algo”, twitteó Baron-Gracie oportunamente como anticipo de lo que sería esta emotiva canción. Suena injusto pero debo decir que el sonido me trajo remembranzas de Samantha Fox, año 1986, y su hit “Touch Me (I Want Your Body)”: aquel fue un hit mundial, merecía un revival!
Lentamente fuimos llegando así a la primera balada del disco: “When Did I Lose It All?”, una nueva historia de corazones rotos, otra decepción en la vida de la pequeña Heather, que tan bien sabe transmitirlas a través de su voz y sus composiciones. Desde el disco debut de Glasvegas en 2008 que no escuchaba una producción pop con letras tan tristes pero tan bien ambientadas. Para coronar este pasaje del disco, y en referencia al dolor que fluye a través de cada track, “She” profundiza la angustia del sentirse engañado y el desgarro del abandono. Es siempre un dolor pasivo, una exposición ante algo que no se puede reaccionar: así transmite Pale Waves cada vivencia. La levantada llega a tiempo para rescatarnos con el último single, “One More Time”, coescrita con Ciara y con un aire a los primeros tiempos de Avril Lavigne. Enseguida el hit “Television Romance”: personalmente, el tema con el que conocí a Pale Waves cuando los vi por primera vez en YouTube. Un video que llama la atención por el look tan lúgubre de Heather y Ciara, y que remite casi inmediatamente a alguna película de Tim Burton. Curiosamente, nadie debe esperar que esa representación gótica de la banda se refleje en lo musical, que es un estilo soft-rock ochentoso.
Desde este punto y hasta el final, el disco ofrece algunos potenciales hits. La trilogía “Red” / “Kiss” / “Black” es una sinfonía continua para oídos de adolescentes conflictuados y sus problemas existenciales. El amor impulsivo con alguien de quien lo único que sabemos es cuál es su color favorito; o pedirle a ese amor que se está diluyendo que nos parta la boca de un beso como la primera vez; o darse cuenta que aquello que era amor ha devenido en odio. Todas temáticas que sí, son adolescentes, pero por otro lado tampoco tienen edad. Y para finalizar el disco, un sentido homenaje de Heather Baron-Gracie a su abuelo y un cierre acústico que hace la diferencia. Un auténtico duelo sin conclusión en la vida de la cantante. Cabe acotar que cualquier similitud al tema “Joe” de The Cranberries, donde Dolores O’Riordan recordaba a su abuelito, es pura coincidencia (?).
Desde el primer single “There’s A Honey” en febrero de 2017 hasta hoy, todo ha sido una maratónica carrera para este cuarteto de Manchester. Ir teloneando a The 1975 por su gira norteamericana por distintos pequeños escenarios, darse el gusto de tocar con The Cure, y en el mientras tanto ir lanzando singles y videos que iban haciendo agrandar más y más la imagen de Pale Waves en las redes. El trabajo duro que toda buena banda under debe hacer, pero cuando se cuenta con la materia prima necesaria, el reconocimiento llega tarde o temprano. Finalmente, el ranking oficial de la BBC mostró el 21 de septiembre el debut de “My Mind Makes Noises” en el #8 del Official UK Top 40 Albums Chart, y en el #1 del Indie Albums Chart. NME lo describió como “Un álbum impresionante y un cuidadoso debut”. No hay dudas que cada detalle está obsesivamente atendido en este disco.
Mientras Pale Waves se encuentra actualmente de gira por el Reino Unido, el reciente lanzamiento de su ópera prima recibe excelentes comentarios por parte de la crítica especializada (NME, Album Of The Year, The Line Of Best Fit), que lo amó. Aunque otros medios como The Guardian pusieron sus reparos. La principal objeción que algunos seguidores hacen es que muchos temas se parecen entre sí. Ya hace un tiempo atrás, cuando la banda solo tenía 2 singles que sonaban parecido, Heather dijo: “¿Y que esperaban? Somos la misma banda!” Basado en que se trata de un álbum debut, que la banda muestra un gran potencial y que he sido testigo de la notable evolución de Pale Waves con el correr de cada single en estos últimos meses, “My Mind Makes Noises” es un disco que me ha deslumbrado y apostaría que estos chicos padecientes van a llegar mucho más lejos.
sábado, 15 de septiembre de 2018
Music Corner nº 172 - Soda Stereo
30 AÑOS DE “DOBLE VIDA"
FURIA, AMOR Y MADUREZ
Cuando Soda Stereo estaba en la cima y con Latinoamérica a sus pies, todo eran sonrisas y los desafíos por venir eran grandes. La Gira Signos había durado dos años (1986-1988) y había sido tan fructífera que hasta había generado el primer disco en vivo de la banda, “Ruido Blanco”, además de llevar a Soda a países en los que nunca antes habían tocado y batiendo sus propios records de público en otros. Entre estos recuerdos fue inolvidable la mítica presentación de la banda en el Festival de Viña del Mar (Chile) en marzo de 1987, donde se desataron en sus fans reacciones similares a las registradas durante la Beatlemanía. En marzo de 1988 fue el momento de iniciar algo nuevo, un antes y un después.
Con la mente a mil y muy inspirado, Gustavo Cerati toma la acertada decisión de contratar como productor para el próximo disco a Carlos Alomar (se barajó a Mark Knopfler pero fue descartado). Este muchacho es un puertorriqueño que contaba con un interesante curriculum tras haber trabajado como músico, compositor y productor con gente como David Bowie (incluso en su “Trilogía Berlín”), Iggy Pop, Paul McCartney o Mick Jagger entre otros. Cuenta la leyenda que la relación Cerati-Alomar se inició gracias a un encuentro fortuito en una tienda Neoyorquina en abril de 1988, que dejó abierta la puerta para que Cerati le enviara los demos del próximo disco de Soda. Alomar respondió que le había interesado el material y que estaba dispuesto a trabajar con ellos. Alcoyana-Alcoyana.
El álbum fue grabado íntegramente en New York y fue una experiencia edificante para el trío argentino, que quedó marcado por dicha vivencia y supo plasmar una repentina madurez que se reflejó en un salto de calidad. Cabe destacar que lo foráneo se amalgama con lo nativo inherente a Soda en este disco, dándose una curiosa particularidad: varias referencias porteñas, o sea, a la ciudad de Buenos Aires. Qué más porteño que la ineludible alusión encarnada “En la ciudad de la furia”, cuyo video además es toda una referencia a la capital del Plata. Pero además, tenemos “PicNic en el 4° B” que se basa en una historia de un departamento en el que vivió Cerati en el barrio de Belgrano. Y para completar, la imagen de portada es aquella ya clásica foto en blanco y negro tomada en la céntrica esquina de Hipólito Yrigoyen y Presidente Roca (Diagonal Sur). Fotografía en 35 mm emulando la ambientación de “Metropolis”, film de Fritz Lang del año 1927. Nota aparte, en este disco se estrenaría el logo más emblemático de Soda Stereo, diseñado por Tite Barbuzza y definido por su autora como “un simpático perfil humano”: casi pensado a propósito para contrarrestar todo lo urbano previamente mencionado.
Musicalmente, el crisol de estilos que el nuevo álbum desplegaba era novedoso para la banda. Mucho, mucho funk (algo que no era tan ajeno a Cerati en sus inicios); toques de R&B, disco y hasta rap por primera vez, en el tema “En el borde” (que incluye un rapeo en inglés del mismísimo Carlos Alomar). Bases rítmicas y muy bailables: fuerte influencia afroamericana. Respecto a las letras, había una apreciable evolución: pertenecen casi en su totalidad a Cerati y abarcan desde el inicio con “Picnic en el 4°B” una serie de experiencias personales (cuentan que aquel departamento era un verdadero hábitat fuera de control). “Lo que sangra” es una canción sobre el mundo de la fama y la política, y el camino hacia la cima (la cúpula): el fraude, el careteo, la pérdida del honor, y el amor como única salvación posible. Se aborda la infidelidad desde “En el borde”. Hay una referencia a un cuento de Edgar Allan Poe en la balada “Corazón delator” de la cual dijo Cerati en su momento “Sentí que había dado con algo que creí que nunca iba a poder mejorar” y por cierto que la canción es un fuerte impacto dentro de su cancionero. Cuando el corazón nos delata y nos deja al desnudo. Pero sin dudas merece un capítulo aparte la canción más oscura que haya escrito Gustavo Cerati en toda su carrera: “En la ciudad de la furia”. Es el perfecto calvario del drogadicto que sabe que está todo perdido, todo es un eterno retorno a aquello que lo posee y lo seduce casi como la más dulce e irresistible relación sexual. El mito de Icaro se hace presente en “con las luz del sol se derriten mis alas”, es por eso que usa la metáfora del hombre alado que prefiere la noche, para ocultarse y desaparecer. La ciudad de la furia es ese lugar del que no tiene fuerzas para escapar, dentro de un clima siniestro y deprimente, motivo por el cual cierra con la tan conocida cita “Me verás volver”. En 1989 saldría a la luz el video de “En la ciudad de la furia”, una producción fuera de lo común para la época en lo que al rock latino refiere, y que reflejaba perfectamente los aspectos angustiosos y oscuros de la letra.
“Doble Vida” fue editado en septiembre de 1988 y se apoderó al instante de toda América hispanoparlante, permitiendo a Soda Stereo perpetuar un reinado sin interrupciones que ya se había iniciado con “Signos”. Muchos opinan que “Signos” fue mejor álbum en muchos sentidos, pero las preferencias están divididas y no cabe duda que fue una época de cambios importantes para el trío. Con “Doble Vida” se inició una gira que alcanzó a nuevos países en todo el continente americano, llevándolos a la conquista del mercado latino de Estados Unidos, donde iniciaron con un show el 7 de julio en New York y el 13 de julio en la fiesta de lanzamiento de MTV Internacional. Luego siguieron 25 shows en México y 3 shows en Colombia, para cerrar 1988 en Argentina. Primero, ante 25.000 personas en el Estadio Obras el 3 de diciembre, y el 27 de diciembre en el Festival “5 años de Democracia” ante 150.000 personas. Y así arrancarían 1989: en lo más alto, y ya no hay fábulas.
Y pese a todo lo antedicho, Soda Stereo aún no había llegado a la cúspide de su carrera como artista (otra historia es la de Gustavo Cerati como solista). Solo unos años más tarde llegaría la consagración definitiva e inapelable con la obra maestra “Canción Animal”. Pero hoy, a 30 años del lanzamiento de “Doble Vida”, amerita este recuerdo de una época de oro para una de las bandas que más hizo por la difusión del rock argentino a nivel internacional.
FURIA, AMOR Y MADUREZ
Cuando Soda Stereo estaba en la cima y con Latinoamérica a sus pies, todo eran sonrisas y los desafíos por venir eran grandes. La Gira Signos había durado dos años (1986-1988) y había sido tan fructífera que hasta había generado el primer disco en vivo de la banda, “Ruido Blanco”, además de llevar a Soda a países en los que nunca antes habían tocado y batiendo sus propios records de público en otros. Entre estos recuerdos fue inolvidable la mítica presentación de la banda en el Festival de Viña del Mar (Chile) en marzo de 1987, donde se desataron en sus fans reacciones similares a las registradas durante la Beatlemanía. En marzo de 1988 fue el momento de iniciar algo nuevo, un antes y un después.
Con la mente a mil y muy inspirado, Gustavo Cerati toma la acertada decisión de contratar como productor para el próximo disco a Carlos Alomar (se barajó a Mark Knopfler pero fue descartado). Este muchacho es un puertorriqueño que contaba con un interesante curriculum tras haber trabajado como músico, compositor y productor con gente como David Bowie (incluso en su “Trilogía Berlín”), Iggy Pop, Paul McCartney o Mick Jagger entre otros. Cuenta la leyenda que la relación Cerati-Alomar se inició gracias a un encuentro fortuito en una tienda Neoyorquina en abril de 1988, que dejó abierta la puerta para que Cerati le enviara los demos del próximo disco de Soda. Alomar respondió que le había interesado el material y que estaba dispuesto a trabajar con ellos. Alcoyana-Alcoyana.
El álbum fue grabado íntegramente en New York y fue una experiencia edificante para el trío argentino, que quedó marcado por dicha vivencia y supo plasmar una repentina madurez que se reflejó en un salto de calidad. Cabe destacar que lo foráneo se amalgama con lo nativo inherente a Soda en este disco, dándose una curiosa particularidad: varias referencias porteñas, o sea, a la ciudad de Buenos Aires. Qué más porteño que la ineludible alusión encarnada “En la ciudad de la furia”, cuyo video además es toda una referencia a la capital del Plata. Pero además, tenemos “PicNic en el 4° B” que se basa en una historia de un departamento en el que vivió Cerati en el barrio de Belgrano. Y para completar, la imagen de portada es aquella ya clásica foto en blanco y negro tomada en la céntrica esquina de Hipólito Yrigoyen y Presidente Roca (Diagonal Sur). Fotografía en 35 mm emulando la ambientación de “Metropolis”, film de Fritz Lang del año 1927. Nota aparte, en este disco se estrenaría el logo más emblemático de Soda Stereo, diseñado por Tite Barbuzza y definido por su autora como “un simpático perfil humano”: casi pensado a propósito para contrarrestar todo lo urbano previamente mencionado.
Musicalmente, el crisol de estilos que el nuevo álbum desplegaba era novedoso para la banda. Mucho, mucho funk (algo que no era tan ajeno a Cerati en sus inicios); toques de R&B, disco y hasta rap por primera vez, en el tema “En el borde” (que incluye un rapeo en inglés del mismísimo Carlos Alomar). Bases rítmicas y muy bailables: fuerte influencia afroamericana. Respecto a las letras, había una apreciable evolución: pertenecen casi en su totalidad a Cerati y abarcan desde el inicio con “Picnic en el 4°B” una serie de experiencias personales (cuentan que aquel departamento era un verdadero hábitat fuera de control). “Lo que sangra” es una canción sobre el mundo de la fama y la política, y el camino hacia la cima (la cúpula): el fraude, el careteo, la pérdida del honor, y el amor como única salvación posible. Se aborda la infidelidad desde “En el borde”. Hay una referencia a un cuento de Edgar Allan Poe en la balada “Corazón delator” de la cual dijo Cerati en su momento “Sentí que había dado con algo que creí que nunca iba a poder mejorar” y por cierto que la canción es un fuerte impacto dentro de su cancionero. Cuando el corazón nos delata y nos deja al desnudo. Pero sin dudas merece un capítulo aparte la canción más oscura que haya escrito Gustavo Cerati en toda su carrera: “En la ciudad de la furia”. Es el perfecto calvario del drogadicto que sabe que está todo perdido, todo es un eterno retorno a aquello que lo posee y lo seduce casi como la más dulce e irresistible relación sexual. El mito de Icaro se hace presente en “con las luz del sol se derriten mis alas”, es por eso que usa la metáfora del hombre alado que prefiere la noche, para ocultarse y desaparecer. La ciudad de la furia es ese lugar del que no tiene fuerzas para escapar, dentro de un clima siniestro y deprimente, motivo por el cual cierra con la tan conocida cita “Me verás volver”. En 1989 saldría a la luz el video de “En la ciudad de la furia”, una producción fuera de lo común para la época en lo que al rock latino refiere, y que reflejaba perfectamente los aspectos angustiosos y oscuros de la letra.
“Doble Vida” fue editado en septiembre de 1988 y se apoderó al instante de toda América hispanoparlante, permitiendo a Soda Stereo perpetuar un reinado sin interrupciones que ya se había iniciado con “Signos”. Muchos opinan que “Signos” fue mejor álbum en muchos sentidos, pero las preferencias están divididas y no cabe duda que fue una época de cambios importantes para el trío. Con “Doble Vida” se inició una gira que alcanzó a nuevos países en todo el continente americano, llevándolos a la conquista del mercado latino de Estados Unidos, donde iniciaron con un show el 7 de julio en New York y el 13 de julio en la fiesta de lanzamiento de MTV Internacional. Luego siguieron 25 shows en México y 3 shows en Colombia, para cerrar 1988 en Argentina. Primero, ante 25.000 personas en el Estadio Obras el 3 de diciembre, y el 27 de diciembre en el Festival “5 años de Democracia” ante 150.000 personas. Y así arrancarían 1989: en lo más alto, y ya no hay fábulas.
Y pese a todo lo antedicho, Soda Stereo aún no había llegado a la cúspide de su carrera como artista (otra historia es la de Gustavo Cerati como solista). Solo unos años más tarde llegaría la consagración definitiva e inapelable con la obra maestra “Canción Animal”. Pero hoy, a 30 años del lanzamiento de “Doble Vida”, amerita este recuerdo de una época de oro para una de las bandas que más hizo por la difusión del rock argentino a nivel internacional.
martes, 31 de julio de 2018
Music Corner n° 171 - Jack Antonoff
UN NOSTALGICO REMOZADO
Jack Antonoff es uno de esos personajes que, al menos por estas latitudes, poca gente registra como el multifacético creativo que en realidad es. En mi caso, fue a fuerza de leer su nombre en reiteradas ocasiones que empecé a prestarle mayor atención. Si pensáramos en lo más destacado de su carrera, sin dudas coincidiríamos que el punto máximo de reconocimiento mundial lo logró en el año 2012, cuando junto con su banda Fun alcanzó el puesto número 1 en decenas de rankings alrededor del mundo con su megahit “We Are Young”. En Billboard, “We Are Young” llegó a ser el tema #3 del año 2012, y en los Grammy Awards del año 2013 se llevó el premio a la Canción del Año y el grupo Fun alzó el galardón a Best New Artist, además de varias otras nominaciones. Si dejáramos todo aquí, poco estaríamos contando sobre Jack Antonoff.
Para empezar a ampliar un poquito, digamos que Fun no es el único proyecto de Jack Antonoff, y que ha sido nominado y ganador del Grammy en otras ocasiones además de las mencionadas. Antonoff es un norteamericano judío oriundo de New Jersey de 34 años: es músico, cantante, compositor y productor, y en esta última de sus actividades es donde puede sorprender a más de uno con su currículum: ha producido discos para Taylor Swift, Lorde y St.Vincent. Trabajó con Tay Tay en “1989”, álbum que en el año 2016 se llevó el Grammy al Disco del Año, y en el más reciente álbum “Reputation” (2017). La colaboración con Taylor Swift se extiende a la co-autoría de varios temas junto a la diva, entre ellos los singles “Out Of The Woods” y “Look What You Make Me Do”. Claro, ha participado también en la composición de muchísimos hits para otros artistas como Sia, St. Vincent, Fifth Harmony, Lorde, Pink o Christina Perri.
Su primer proyecto data del año 2000 con la banda Outline (años de rebeldía punk), aunque comienza a adquirir mayor notoriedad hacia el año2002 cuando forma la banda Steel Train con su amigo Scott Irby-Ranniar. Con Steel Train se editaría una serie de EP’s y álbumes hasta que en el año 2008 Antonoff formó junto a Nate Ruess y Andrew Dost la ya mencionada banda Fun. Navegando entre el rock alternativo y el pop barroco, Fun debutó con el disco “Aim and Ignite” en 2009. Pero todo el éxito antes descripto llegaría con su álbum “Some Nights”, gracias al cual Fun fue comparado en algunas ocasiones con Queen. Del éxito comercial ya hablamos: “We Are Young” se convirtió en la primera (y única) rola que consiguió más de 300.000 bajadas semanales durante 7 semanas consecutivas. Sin separarse, Fun anunció en 2015 que se tomaba un tiempo para la realización de otros proyectos personales de sus miembros.
Antonoff ya había sacado para entonces nuevo material bajo el nombre de Bleachers. Esta etapa se orienta más hacia el synth pop y new wave, y muestra tal vez el lado más ochentoso de Jack. Los primeros singles y el álbum debut datan del año 2014, obteniendo sendos números 1 en los rankings alternativos y bubbling under. “Strange Desire” es el nombre este primer disco de Bleachers (co-producido entre otros con Vince Clark), y que incluye “I Wanna Get Started” y “Rollercoaster”, una canción que se ha vuelto a escuchar este año en la banda de sonido de la película “Love, Simon”. Aprovechemos este comentario para ver las conexiones del buen Jack con la industria del cine.
En 2016 Antonoff participó en la composición del tema principal de la película “Fifty Shades Darker” (segunda de la trilogía) que fue cantado por Taylor Swift y Zayn (ex One Direction), y que no solo fue Top 5 tanto en USA como en UK, sino que obtuvo una nominación al Grammy 2018 como Mejor Canción para Banda de Sonido. Antes que esto, Antonoff había sido nominado en 2014 a un Golden Globe compartido con Taylor Swift por la canción “Sweeter Than Fiction”, correspondiente a la película “One Chance”. Más allá de esto, Jack cuenta con más de 60 créditos en lo que refiere a composición en medios audiovisuales, incluyendo cine y series de televisión. Su más reciente trabajo es la producción de la banda de sonido de la película “Love, Simon”, una exitosa comedia romántica donde no solo grabó el tema principal “Alfie’s Song” bajo su seudónimo Bleachers, sino que usó otros temas propios y de otros artistas con los cuales ha trabajado, como Troye Sivan y MØ.
A veces los creativos que mejor saben llevar sus conflictos al arte suelen resaltar. Jack ha manifestado diversos tipos de conflictos internos relacionados con la ansiedad, la depresión y un trastorno obsesivo compulsivo que se potencia con su germofobia (miedo patológico a la suciedad, la contaminación y los gérmenes). Algo en común con Lena Dunham había: la guionista, actriz y productora fue su pareja hasta fines del año 2017, y ambos adictos al trabajo se retroalimentaron en forma positiva durante su tiempo juntos. Si la música ha sido su manera de canalizar sus luchas, bienvenida: con esa musa la relación continúa. Considerado un genio por su generación, ha trabajado generalmente con mujeres y ha manifestado que le atraen las féminas brutalmente honestas. Por eso declara inspirarse en referentes como Kate Bush, Björk o Fiona Apple. Como vemos, un espíritu intranquilo. Por momentos ansioso e inquieto, pero en su intimidad muy sincero, personal y con un enorme potencial.
Jack Antonoff es uno de esos personajes que, al menos por estas latitudes, poca gente registra como el multifacético creativo que en realidad es. En mi caso, fue a fuerza de leer su nombre en reiteradas ocasiones que empecé a prestarle mayor atención. Si pensáramos en lo más destacado de su carrera, sin dudas coincidiríamos que el punto máximo de reconocimiento mundial lo logró en el año 2012, cuando junto con su banda Fun alcanzó el puesto número 1 en decenas de rankings alrededor del mundo con su megahit “We Are Young”. En Billboard, “We Are Young” llegó a ser el tema #3 del año 2012, y en los Grammy Awards del año 2013 se llevó el premio a la Canción del Año y el grupo Fun alzó el galardón a Best New Artist, además de varias otras nominaciones. Si dejáramos todo aquí, poco estaríamos contando sobre Jack Antonoff.
Para empezar a ampliar un poquito, digamos que Fun no es el único proyecto de Jack Antonoff, y que ha sido nominado y ganador del Grammy en otras ocasiones además de las mencionadas. Antonoff es un norteamericano judío oriundo de New Jersey de 34 años: es músico, cantante, compositor y productor, y en esta última de sus actividades es donde puede sorprender a más de uno con su currículum: ha producido discos para Taylor Swift, Lorde y St.Vincent. Trabajó con Tay Tay en “1989”, álbum que en el año 2016 se llevó el Grammy al Disco del Año, y en el más reciente álbum “Reputation” (2017). La colaboración con Taylor Swift se extiende a la co-autoría de varios temas junto a la diva, entre ellos los singles “Out Of The Woods” y “Look What You Make Me Do”. Claro, ha participado también en la composición de muchísimos hits para otros artistas como Sia, St. Vincent, Fifth Harmony, Lorde, Pink o Christina Perri.
Su primer proyecto data del año 2000 con la banda Outline (años de rebeldía punk), aunque comienza a adquirir mayor notoriedad hacia el año2002 cuando forma la banda Steel Train con su amigo Scott Irby-Ranniar. Con Steel Train se editaría una serie de EP’s y álbumes hasta que en el año 2008 Antonoff formó junto a Nate Ruess y Andrew Dost la ya mencionada banda Fun. Navegando entre el rock alternativo y el pop barroco, Fun debutó con el disco “Aim and Ignite” en 2009. Pero todo el éxito antes descripto llegaría con su álbum “Some Nights”, gracias al cual Fun fue comparado en algunas ocasiones con Queen. Del éxito comercial ya hablamos: “We Are Young” se convirtió en la primera (y única) rola que consiguió más de 300.000 bajadas semanales durante 7 semanas consecutivas. Sin separarse, Fun anunció en 2015 que se tomaba un tiempo para la realización de otros proyectos personales de sus miembros.
Antonoff ya había sacado para entonces nuevo material bajo el nombre de Bleachers. Esta etapa se orienta más hacia el synth pop y new wave, y muestra tal vez el lado más ochentoso de Jack. Los primeros singles y el álbum debut datan del año 2014, obteniendo sendos números 1 en los rankings alternativos y bubbling under. “Strange Desire” es el nombre este primer disco de Bleachers (co-producido entre otros con Vince Clark), y que incluye “I Wanna Get Started” y “Rollercoaster”, una canción que se ha vuelto a escuchar este año en la banda de sonido de la película “Love, Simon”. Aprovechemos este comentario para ver las conexiones del buen Jack con la industria del cine.
En 2016 Antonoff participó en la composición del tema principal de la película “Fifty Shades Darker” (segunda de la trilogía) que fue cantado por Taylor Swift y Zayn (ex One Direction), y que no solo fue Top 5 tanto en USA como en UK, sino que obtuvo una nominación al Grammy 2018 como Mejor Canción para Banda de Sonido. Antes que esto, Antonoff había sido nominado en 2014 a un Golden Globe compartido con Taylor Swift por la canción “Sweeter Than Fiction”, correspondiente a la película “One Chance”. Más allá de esto, Jack cuenta con más de 60 créditos en lo que refiere a composición en medios audiovisuales, incluyendo cine y series de televisión. Su más reciente trabajo es la producción de la banda de sonido de la película “Love, Simon”, una exitosa comedia romántica donde no solo grabó el tema principal “Alfie’s Song” bajo su seudónimo Bleachers, sino que usó otros temas propios y de otros artistas con los cuales ha trabajado, como Troye Sivan y MØ.
A veces los creativos que mejor saben llevar sus conflictos al arte suelen resaltar. Jack ha manifestado diversos tipos de conflictos internos relacionados con la ansiedad, la depresión y un trastorno obsesivo compulsivo que se potencia con su germofobia (miedo patológico a la suciedad, la contaminación y los gérmenes). Algo en común con Lena Dunham había: la guionista, actriz y productora fue su pareja hasta fines del año 2017, y ambos adictos al trabajo se retroalimentaron en forma positiva durante su tiempo juntos. Si la música ha sido su manera de canalizar sus luchas, bienvenida: con esa musa la relación continúa. Considerado un genio por su generación, ha trabajado generalmente con mujeres y ha manifestado que le atraen las féminas brutalmente honestas. Por eso declara inspirarse en referentes como Kate Bush, Björk o Fiona Apple. Como vemos, un espíritu intranquilo. Por momentos ansioso e inquieto, pero en su intimidad muy sincero, personal y con un enorme potencial.
jueves, 28 de junio de 2018
Music Corner n° 170 - Van Halen
CUMPLE 40 AÑOS EL ALBUM DEBUT DE VAN HALEN
VAN HALEN… O VAN HAGAR?
La cosa es así: resulta muy difícil reemplazar a un cantante icónico en una banda de rock. En pocos casos se logró con éxito. Podemos mencionar el caso de AC/DC, que tras la muerte de Bon Scott recibe a Brian Johnson para acompañar a la banda en los años de su mayor éxito comercial. Por otro lado, pensemos en Marillion: cuando se va Fish y ocupa su lugar Steve Hogarth, ya no fue lo mismo. Existe un caso donde fue completamente imposible encontrar un reemplazo: Queen. Por supuesto que todas estas cuestiones dependen del oído del consumidor.
Si hablamos de Van Halen, las aguas se dividen. Existen los fanáticos de “Diamond Dave”: tal apodo no puede más que representar lo valioso que era David Lee Roth para la banda en el momento en que se produce la ruptura, en 1985. Considerado uno de los mejores vocalistas de hard rock de todos los tiempos, Dave era además un notable frontman por su destacada presencia escénica: de esos que se mete al público en el bolsillo por más que todo el resto salga mal. Fueron 6 discos con Dave, algunos excelentes, otros muy buenos, ninguno malo. Si tenemos que quedarnos con alguno de esta primera época, hay dos grandes candidatos: el elegido por los metaleros es en general el primero, llamado simplemente “Van Halen” (que acaba de cumplir 40 años), y que de arranque mostró los puntos más fuertes del grupo. De la propia autoría, el clásico “Running With The Devil” exhibió el potencial compositivo de los cuatro miembros. De “You Really Got Me” quedó a la vista la habilidad para realizar un cover que sea hoy más recordado que la mismísima versión original de The Kinks. Y de “Eruption” saltó a la vista que estábamos en presencia de uno de los más virtuosos guitarristas de la era del rock, el mismísimo Eddie Van Halen.
Y por supuesto, el otro elegido que disputa el trono es el multiplatino y disco de diamante en USA (como también lo fue el primer disco, vale aclarar) titulado “1984”, que contiene el que sin dudas es el hit radial más conocido de Van Halen en la historia. Hablamos del inmortal “Jump”, curiosamente destacado por su línea de sintetizador que fue creada por un músico de la talla de Eddie, y que había sido compuesta ya en 1981 pero que por el rechazo de los demás miembros del grupo, aún no había sido lanzada. “1984” explotó en los charts y se mantuvo 5 semanas en el puesto #2 de USA solo porque un imbatible como “Thriller” de Michael Jackson no le permitió llegar a la cima.
La lucha de egos pudo más que cualquier razón esgrimida. Ya hablamos del gran Dave, pero no hemos tocado aún las cualidades del gran Eddie. Resulta que este muchacho dio nacimiento al shredding en el año 1978, dejando boquiabierto al mundo con su alto nivel de complejidad, técnica y velocidad al tocar la guitarra. Las principales influencias del joven Eddie fueron Eric Clapton y Jimmy Page: del primero heredó la precisión, del segundo tomó el salvajismo. Eddie Van Halen hizo pensar a quienes escuchaban sus grabaciones que eso no era real, que se trataba de puros efectos de sonido logrados en estudio. Pero al verlo en vivo, las multitudes rindieron culto al nuevo Dios. El toque personal que Eddie agregó a su precisión y rapidez fue el uso del tapping: tocaba la guitarra con ambas manos sobre el brazo del instrumento.
Así que en la competencia sobre quién la tenía más larga, él único perdedor fue Van Halen como grupo… ¿o no? Luego de las tensiones surgidas entre el guitarrista y el cantante durante el “1984 Tour”, Dave probó suerte con un par de singles solistas con los que no le fue nada mal en los charts: las remakes de “California Girls” (Beach Boys) y el clásico “Just A Gigolo” fueron sendos éxitos, y David Lee Roth le hizo pito catalán a sus ex compañeros de banda. No en vano tituló su primer disco solista editado en 1986 “Eat ‘Em and Smile” (“Cómetelos y sonríe”), una clara dedicatoria a sus ex compañeros. La respuesta llegaría un par de años después.
En el mismo año en que David Lee Roth lanzaba su primer full álbum solista, Van Halen lanzaba su nueva gran apuesta: el disco “5150” con su flamante vocalista Sammy Hagar. Sammy era un rockero menos llamativo que Dave, pero no por eso menos carismático. Había sido miembro co-fundador de la mítica banda de hard rock californiano Montrose en los años 70’s, y tras una interesante carrera solista, un amigo de Eddie que era mecánico de autos los presentó. Cuenta Sammy: “De no haber sido por mi Ferrari 512, nunca nos habríamos conocido”. La diosa fortuna quiso que Hagar fuera aprobado como nuevo cantante, y los fans le dieron un gran SI a “5150”… y a todos los álbumes que siguieron de Van Halen con Sammy Hagar: 4 de ellos fueron número 1 en EEUU. Era aquello que el Van Halen de Roth nunca había logrado…y los muchachos se acordaron de su ex compañero con sorna en la siguiente producción, a la que nombraron como un sentido homenaje a Dave: “OU812” (Una abreviatura de “Oh, You Ate One Too”… o sea “Oh, vos también te comiste una”). Disco que para colmo fue, a nivel singles, aún más popular que “5150”. Y para rematarla, los fanáticos rebautizaron a la banda (por lo menos por un tiempo) como Van Hagar, para diferenciarla de la etapa anterior. La realidad es que seguían extrañando a Dave.
Del único del que nadie se acordó en este duelo fue de Gary Cherone, que fue vocalista de Van Halen (tras la partida de Hagar) en un solo disco editado en 1998, “Van Halen III”. Pero a nadie se le ocurrió nombrar a la banda como Van Cherone. Como sea, tanto Sammy Hagar como David Lee Roth volvieron eventualmente a Van Halen (Dave es actualmente el cantante de la banda). Y cuando en el año 2007 Van Halen fue incluido en el Rock and Roll Hall of Fame, ambos cantantes fueron invitados. Pobre Gary Cherone, ninguneado… La respuesta a la pregunta del inicio sería, por lo tanto, un virtual empate. Tanto Dave como Sammy se encontrarán por siempre en el corazón de los seguidores de Van Halen. Pero si quieren divertirse, pueden entrar a https://www.facebook.com/VanHalen/ y ver a los fans de uno y otro sacándose chispas!
VAN HALEN… O VAN HAGAR?
La cosa es así: resulta muy difícil reemplazar a un cantante icónico en una banda de rock. En pocos casos se logró con éxito. Podemos mencionar el caso de AC/DC, que tras la muerte de Bon Scott recibe a Brian Johnson para acompañar a la banda en los años de su mayor éxito comercial. Por otro lado, pensemos en Marillion: cuando se va Fish y ocupa su lugar Steve Hogarth, ya no fue lo mismo. Existe un caso donde fue completamente imposible encontrar un reemplazo: Queen. Por supuesto que todas estas cuestiones dependen del oído del consumidor.
Si hablamos de Van Halen, las aguas se dividen. Existen los fanáticos de “Diamond Dave”: tal apodo no puede más que representar lo valioso que era David Lee Roth para la banda en el momento en que se produce la ruptura, en 1985. Considerado uno de los mejores vocalistas de hard rock de todos los tiempos, Dave era además un notable frontman por su destacada presencia escénica: de esos que se mete al público en el bolsillo por más que todo el resto salga mal. Fueron 6 discos con Dave, algunos excelentes, otros muy buenos, ninguno malo. Si tenemos que quedarnos con alguno de esta primera época, hay dos grandes candidatos: el elegido por los metaleros es en general el primero, llamado simplemente “Van Halen” (que acaba de cumplir 40 años), y que de arranque mostró los puntos más fuertes del grupo. De la propia autoría, el clásico “Running With The Devil” exhibió el potencial compositivo de los cuatro miembros. De “You Really Got Me” quedó a la vista la habilidad para realizar un cover que sea hoy más recordado que la mismísima versión original de The Kinks. Y de “Eruption” saltó a la vista que estábamos en presencia de uno de los más virtuosos guitarristas de la era del rock, el mismísimo Eddie Van Halen.
Y por supuesto, el otro elegido que disputa el trono es el multiplatino y disco de diamante en USA (como también lo fue el primer disco, vale aclarar) titulado “1984”, que contiene el que sin dudas es el hit radial más conocido de Van Halen en la historia. Hablamos del inmortal “Jump”, curiosamente destacado por su línea de sintetizador que fue creada por un músico de la talla de Eddie, y que había sido compuesta ya en 1981 pero que por el rechazo de los demás miembros del grupo, aún no había sido lanzada. “1984” explotó en los charts y se mantuvo 5 semanas en el puesto #2 de USA solo porque un imbatible como “Thriller” de Michael Jackson no le permitió llegar a la cima.
La lucha de egos pudo más que cualquier razón esgrimida. Ya hablamos del gran Dave, pero no hemos tocado aún las cualidades del gran Eddie. Resulta que este muchacho dio nacimiento al shredding en el año 1978, dejando boquiabierto al mundo con su alto nivel de complejidad, técnica y velocidad al tocar la guitarra. Las principales influencias del joven Eddie fueron Eric Clapton y Jimmy Page: del primero heredó la precisión, del segundo tomó el salvajismo. Eddie Van Halen hizo pensar a quienes escuchaban sus grabaciones que eso no era real, que se trataba de puros efectos de sonido logrados en estudio. Pero al verlo en vivo, las multitudes rindieron culto al nuevo Dios. El toque personal que Eddie agregó a su precisión y rapidez fue el uso del tapping: tocaba la guitarra con ambas manos sobre el brazo del instrumento.
Así que en la competencia sobre quién la tenía más larga, él único perdedor fue Van Halen como grupo… ¿o no? Luego de las tensiones surgidas entre el guitarrista y el cantante durante el “1984 Tour”, Dave probó suerte con un par de singles solistas con los que no le fue nada mal en los charts: las remakes de “California Girls” (Beach Boys) y el clásico “Just A Gigolo” fueron sendos éxitos, y David Lee Roth le hizo pito catalán a sus ex compañeros de banda. No en vano tituló su primer disco solista editado en 1986 “Eat ‘Em and Smile” (“Cómetelos y sonríe”), una clara dedicatoria a sus ex compañeros. La respuesta llegaría un par de años después.
En el mismo año en que David Lee Roth lanzaba su primer full álbum solista, Van Halen lanzaba su nueva gran apuesta: el disco “5150” con su flamante vocalista Sammy Hagar. Sammy era un rockero menos llamativo que Dave, pero no por eso menos carismático. Había sido miembro co-fundador de la mítica banda de hard rock californiano Montrose en los años 70’s, y tras una interesante carrera solista, un amigo de Eddie que era mecánico de autos los presentó. Cuenta Sammy: “De no haber sido por mi Ferrari 512, nunca nos habríamos conocido”. La diosa fortuna quiso que Hagar fuera aprobado como nuevo cantante, y los fans le dieron un gran SI a “5150”… y a todos los álbumes que siguieron de Van Halen con Sammy Hagar: 4 de ellos fueron número 1 en EEUU. Era aquello que el Van Halen de Roth nunca había logrado…y los muchachos se acordaron de su ex compañero con sorna en la siguiente producción, a la que nombraron como un sentido homenaje a Dave: “OU812” (Una abreviatura de “Oh, You Ate One Too”… o sea “Oh, vos también te comiste una”). Disco que para colmo fue, a nivel singles, aún más popular que “5150”. Y para rematarla, los fanáticos rebautizaron a la banda (por lo menos por un tiempo) como Van Hagar, para diferenciarla de la etapa anterior. La realidad es que seguían extrañando a Dave.
Del único del que nadie se acordó en este duelo fue de Gary Cherone, que fue vocalista de Van Halen (tras la partida de Hagar) en un solo disco editado en 1998, “Van Halen III”. Pero a nadie se le ocurrió nombrar a la banda como Van Cherone. Como sea, tanto Sammy Hagar como David Lee Roth volvieron eventualmente a Van Halen (Dave es actualmente el cantante de la banda). Y cuando en el año 2007 Van Halen fue incluido en el Rock and Roll Hall of Fame, ambos cantantes fueron invitados. Pobre Gary Cherone, ninguneado… La respuesta a la pregunta del inicio sería, por lo tanto, un virtual empate. Tanto Dave como Sammy se encontrarán por siempre en el corazón de los seguidores de Van Halen. Pero si quieren divertirse, pueden entrar a https://www.facebook.com/VanHalen/ y ver a los fans de uno y otro sacándose chispas!
viernes, 15 de junio de 2018
Music Corner n° 169 - Garbage
"VERSION 2.0” (1998)
WE NEED TO TALK ABOUT GARBAGE
La Garbagemanía explotó en el año 1996, especialmente tras la edición del single “Stupid Girl”, pero no solo por un hit ganchero. En aquellas épocas donde aún no estaban definidas movidas como el Ñu Metal o la tribu Emo, ese espacio de rock alternativo con orientación post punk no tenía tan claros referentes y Garbage logró ubicarse en un nicho de mercado orientado a la gente que le gusta masoquearse con letras donde la realización es posible a través de la depresión. “I´m Only Happy When It Rains”, como reza una lírica de aquel famoso álbum debut.
El productor Butch Vig, ahora devenido rockstar por haber formado su propia banda, no tuvo ganas de arriesgar demasiado y decidió permanecer en su zona de confort a la hora de dar el siguiente paso: letras que tiren para abajo, videos musicales con gran despliegue estético, y la redundancia en el pop alternativo (o sea, rock alternativo con melodías entradoras). El mismo Butch declaró que la idea de la banda no era reinventar su sonido. En el mientras tanto, la imagen de Shirley Manson había crecido a pasos agigantados en esos años y ya era toda una venerada diva oscura, de modo que su rol de front woman era otra garantía más de que el barco iría viento en popa.
Por eso fue que “Push It” y su video multinominado a varios MTV Video Music Awards fue un acierto en todo sentido como adelanto del siguiente disco. Pasan allí cosas tan surrealistas como que Shirley entrega a sus novios para ser asesinados: el primero de ellos por tres monjas sin rostro en un supermercado, el segundo (que tiene cabeza de bombilla de luz) por tres niños cuasi zombies en su propia casa, y otras extrañas escenas fellinescas. Las loas al sufrimiento cantaban nuevamente presente: “Sorry that I hurt you / please don’t ask me why / I want to see you happy / I want to see you shine”.Todo muy raro pero muy simpático… o siniestro, depende el ojo del consumidor. Suficiente para que el disco genere gran expectativa y que cuando fuera lanzado el 11 de mayo de 1998, debutara en el número 1 en Inglaterra.
El nuevo álbum entraba en el género que podríamos llamar electronic rock (o Sci-fi pop, como ellos mismos patentaron), yuxtaponiendo la electrónica de la época con diversas interpolaciones de los Beach Boys y The Pretenders. La amalgama de irresistibles melodías pop con el dolor y la frustración continuaban siendo la característica agridulce de Garbage. Esa doble cara está siempre presente desde las primeras líneas de “Temptation Waits”: “I tell you something / I am a Wolf but / I like to wear sheep’s clothing”. El disco es principalmente bailable, y los tres primeros tracks son un mazazo tras otro. El segundo single “I Think I´m Paranoid” fue un gran acierto: contiene un pegadizo riff de guitarra creado por Duke Erikson que anduvo muy bien con la voz ligeramente distorsionada de Shirley. Como dato curioso, “I Think I´m Paranoid” fue incluso lanzado comercialmente por BMG en Argentina. El single fue un éxito Top 10 en UK y número 1 en España. Y para completar el tridente de inicio, otro powerful single que es “When I Grow Up”, una divertida justificación a la vida irresponsable (y el tema más jocoso del disco).
No existen momentos relajados en esta producción salvo el destacado cierre con “You Look So Fine” (tal como en el primer disco, se despiden con una balada), pero efectivamente se reducen los BPM en “Medication”, que logra un tono asfixiante con sus pesadas guitarras para acompañar los lamentos claustrofóbicos de Shirley, quien bien podría estar dedicándole este tema a una institución psiquiátrica. Como ya dijimos sufrimos con alegría, trocando casi naturalmente a “Special”, una alegre experiencia de desapego respecto a la rola previamente descripta. Y así siguen los altibajos emocionales a lo largo de todo el disco, bien high en “Hammering In My Head” o creepy down en “The Trick Is To Keep Breathing”, para terminar… down, obviamente! Pero “You Look So Fine” es el perfecto espécimen que Garbage es capaz de engendrar: una sublime canción dolorosa donde su espina más prominente es la línea final: “Let’s pretend happy end”. No podíamos esperar otra cosa.
“Version 2.0” no logró superar el éxito comercial del álbum debut de Garbage, pero le posibilitó a la banda un mayor crecimiento internacional y la conquista de nuevos fans. En pocas palabras: si una persona de las que dicen “yo escucho de todo” porque escucha FM comercial todo el día te preguntara “¿Qué me recomendás que escuche de Garbage?”, la respuesta más que obvia sería este disco.
WE NEED TO TALK ABOUT GARBAGE
La Garbagemanía explotó en el año 1996, especialmente tras la edición del single “Stupid Girl”, pero no solo por un hit ganchero. En aquellas épocas donde aún no estaban definidas movidas como el Ñu Metal o la tribu Emo, ese espacio de rock alternativo con orientación post punk no tenía tan claros referentes y Garbage logró ubicarse en un nicho de mercado orientado a la gente que le gusta masoquearse con letras donde la realización es posible a través de la depresión. “I´m Only Happy When It Rains”, como reza una lírica de aquel famoso álbum debut.
El productor Butch Vig, ahora devenido rockstar por haber formado su propia banda, no tuvo ganas de arriesgar demasiado y decidió permanecer en su zona de confort a la hora de dar el siguiente paso: letras que tiren para abajo, videos musicales con gran despliegue estético, y la redundancia en el pop alternativo (o sea, rock alternativo con melodías entradoras). El mismo Butch declaró que la idea de la banda no era reinventar su sonido. En el mientras tanto, la imagen de Shirley Manson había crecido a pasos agigantados en esos años y ya era toda una venerada diva oscura, de modo que su rol de front woman era otra garantía más de que el barco iría viento en popa.
Por eso fue que “Push It” y su video multinominado a varios MTV Video Music Awards fue un acierto en todo sentido como adelanto del siguiente disco. Pasan allí cosas tan surrealistas como que Shirley entrega a sus novios para ser asesinados: el primero de ellos por tres monjas sin rostro en un supermercado, el segundo (que tiene cabeza de bombilla de luz) por tres niños cuasi zombies en su propia casa, y otras extrañas escenas fellinescas. Las loas al sufrimiento cantaban nuevamente presente: “Sorry that I hurt you / please don’t ask me why / I want to see you happy / I want to see you shine”.Todo muy raro pero muy simpático… o siniestro, depende el ojo del consumidor. Suficiente para que el disco genere gran expectativa y que cuando fuera lanzado el 11 de mayo de 1998, debutara en el número 1 en Inglaterra.
El nuevo álbum entraba en el género que podríamos llamar electronic rock (o Sci-fi pop, como ellos mismos patentaron), yuxtaponiendo la electrónica de la época con diversas interpolaciones de los Beach Boys y The Pretenders. La amalgama de irresistibles melodías pop con el dolor y la frustración continuaban siendo la característica agridulce de Garbage. Esa doble cara está siempre presente desde las primeras líneas de “Temptation Waits”: “I tell you something / I am a Wolf but / I like to wear sheep’s clothing”. El disco es principalmente bailable, y los tres primeros tracks son un mazazo tras otro. El segundo single “I Think I´m Paranoid” fue un gran acierto: contiene un pegadizo riff de guitarra creado por Duke Erikson que anduvo muy bien con la voz ligeramente distorsionada de Shirley. Como dato curioso, “I Think I´m Paranoid” fue incluso lanzado comercialmente por BMG en Argentina. El single fue un éxito Top 10 en UK y número 1 en España. Y para completar el tridente de inicio, otro powerful single que es “When I Grow Up”, una divertida justificación a la vida irresponsable (y el tema más jocoso del disco).
No existen momentos relajados en esta producción salvo el destacado cierre con “You Look So Fine” (tal como en el primer disco, se despiden con una balada), pero efectivamente se reducen los BPM en “Medication”, que logra un tono asfixiante con sus pesadas guitarras para acompañar los lamentos claustrofóbicos de Shirley, quien bien podría estar dedicándole este tema a una institución psiquiátrica. Como ya dijimos sufrimos con alegría, trocando casi naturalmente a “Special”, una alegre experiencia de desapego respecto a la rola previamente descripta. Y así siguen los altibajos emocionales a lo largo de todo el disco, bien high en “Hammering In My Head” o creepy down en “The Trick Is To Keep Breathing”, para terminar… down, obviamente! Pero “You Look So Fine” es el perfecto espécimen que Garbage es capaz de engendrar: una sublime canción dolorosa donde su espina más prominente es la línea final: “Let’s pretend happy end”. No podíamos esperar otra cosa.
“Version 2.0” no logró superar el éxito comercial del álbum debut de Garbage, pero le posibilitó a la banda un mayor crecimiento internacional y la conquista de nuevos fans. En pocas palabras: si una persona de las que dicen “yo escucho de todo” porque escucha FM comercial todo el día te preguntara “¿Qué me recomendás que escuche de Garbage?”, la respuesta más que obvia sería este disco.
martes, 29 de mayo de 2018
Music Corner n° 168 - Pale Waves
MUSICA EN PAL-N
En la era en que todo lo vintage está en boga y los millennials proclaman el descubrimiento de nuevos universos sin ser conscientes de que en realidad se tomaron el De Lorean y volvieron a los 80’s, surgieron estos chicos góticos de Manchester con su pop tan sencillo de digerir. Pero de excelente calidad: algo bastante diferente al pop mainstream de hoy en día, una suerte de indie pop, también asimilable con el synth o el goth-pop. Se llaman Pale Waves.
La banda está conformada por Heather Baron-Gracie como cantante principal y guitarrista, Ciara Doran como baterista (ambas líderes fundacionales), Hugo Silvani como guitarrista y Charlie Wood en bajo y teclados. Heather y Ciara se conocieron en el 2010 por internet, cuando ambas tenían 18 años, y se convirtieron en mejores amigas. Ciara declaró en una entrevista para NME que quedó instantáneamente impactada por el sentido de la moda de Heather: o sea, la “no moda”. En el 2015 comenzaron a postear algunas canciones online y llamaron la atención del sello Dirty Hit, con el cuál firmaron en 2017.
Heather fue en su adolescencia una chica introvertida de bajo perfil, y solía realizar composiciones melancólicas, siempre en guitarra acústica. El aporte de Ciara en este sentido fue el de comenzar a imponer la idea de un formato “banda” un poco más orientado al dream pop: un estilo ochentoso que es más bien un subgénero del rock alternativo y emparentado con el shoegazing. La sociedad funciona así: Heather se ocupa más de las letras, Ciara de la música. El single debut de Pale Waves fue “There’s a Honey”, que fue producido por The 1975 (sus compañeros de sello), banda para la cual oficiaron de soporte y que los apadrinó. No es de extrañar que algo del sonido de The 1975 haya impregnado acertadamente las composiciones de Pale Waves. En agosto de 2017 lanzaron un segundo single, “Television Romance”, cuyo video contó además con la dirección de Matty Healy (cantante de The 1975). Las ya mencionadas influencias del pop de los 80´s están relacionadas con artistas como Prince, Madonna o Cocteau Twins, y Heather reconoce a “Purple Rain” como una de sus canciones favoritas. Pero lo primero que uno recuerda al ver un video de Pale Waves es inevitablemente a The Cure. Y si de cine habláramos, tanto Heather como Ciara parecen ambas extraídas de algún film de Tim Burton. Es curioso que los otros dos miembros de la banda, Hugo y Charlie, sean el contrapunto al lucir una imagen tipo indie brit boys.
En enero de 2018 la banda anunció que había comenzado a grabar su álbum debut. Mientras esperamos, podemos saciar el apetito con su primer EP “All The Things I Never Said”, lanzado en febrero por internet y en versión vinilo el 16 de marzo. Dicho EP contiene los simples “New Year’s Eve” (que fue el adelanto), “My Obsession” y “The Tide”. ¿Y qué más? En lo inmediato, a esperar. La percepción de la crítica sobre el material editado hasta ahora por la banda ha sido positiva. En lo personal, le pongo muchas fichas a Pale Waves. Espero con ansias este disco, que se calcula, recién llegará para el 2019.
En la era en que todo lo vintage está en boga y los millennials proclaman el descubrimiento de nuevos universos sin ser conscientes de que en realidad se tomaron el De Lorean y volvieron a los 80’s, surgieron estos chicos góticos de Manchester con su pop tan sencillo de digerir. Pero de excelente calidad: algo bastante diferente al pop mainstream de hoy en día, una suerte de indie pop, también asimilable con el synth o el goth-pop. Se llaman Pale Waves.
La banda está conformada por Heather Baron-Gracie como cantante principal y guitarrista, Ciara Doran como baterista (ambas líderes fundacionales), Hugo Silvani como guitarrista y Charlie Wood en bajo y teclados. Heather y Ciara se conocieron en el 2010 por internet, cuando ambas tenían 18 años, y se convirtieron en mejores amigas. Ciara declaró en una entrevista para NME que quedó instantáneamente impactada por el sentido de la moda de Heather: o sea, la “no moda”. En el 2015 comenzaron a postear algunas canciones online y llamaron la atención del sello Dirty Hit, con el cuál firmaron en 2017.
Heather fue en su adolescencia una chica introvertida de bajo perfil, y solía realizar composiciones melancólicas, siempre en guitarra acústica. El aporte de Ciara en este sentido fue el de comenzar a imponer la idea de un formato “banda” un poco más orientado al dream pop: un estilo ochentoso que es más bien un subgénero del rock alternativo y emparentado con el shoegazing. La sociedad funciona así: Heather se ocupa más de las letras, Ciara de la música. El single debut de Pale Waves fue “There’s a Honey”, que fue producido por The 1975 (sus compañeros de sello), banda para la cual oficiaron de soporte y que los apadrinó. No es de extrañar que algo del sonido de The 1975 haya impregnado acertadamente las composiciones de Pale Waves. En agosto de 2017 lanzaron un segundo single, “Television Romance”, cuyo video contó además con la dirección de Matty Healy (cantante de The 1975). Las ya mencionadas influencias del pop de los 80´s están relacionadas con artistas como Prince, Madonna o Cocteau Twins, y Heather reconoce a “Purple Rain” como una de sus canciones favoritas. Pero lo primero que uno recuerda al ver un video de Pale Waves es inevitablemente a The Cure. Y si de cine habláramos, tanto Heather como Ciara parecen ambas extraídas de algún film de Tim Burton. Es curioso que los otros dos miembros de la banda, Hugo y Charlie, sean el contrapunto al lucir una imagen tipo indie brit boys.
En enero de 2018 la banda anunció que había comenzado a grabar su álbum debut. Mientras esperamos, podemos saciar el apetito con su primer EP “All The Things I Never Said”, lanzado en febrero por internet y en versión vinilo el 16 de marzo. Dicho EP contiene los simples “New Year’s Eve” (que fue el adelanto), “My Obsession” y “The Tide”. ¿Y qué más? En lo inmediato, a esperar. La percepción de la crítica sobre el material editado hasta ahora por la banda ha sido positiva. En lo personal, le pongo muchas fichas a Pale Waves. Espero con ansias este disco, que se calcula, recién llegará para el 2019.
martes, 22 de mayo de 2018
Music Corner n° 167 - Last Shadow Puppets
"THE AGE OF THE UNDERSTATEMENT” (2008)
ENTREACTO
“Pop has become too predictable” supieron sentenciar ellos mismos en el marco de la más reciente gira de The Last Shadow Puppets, durante una entrevista a The Telegraph. Si se trata de hacer un pop que no sea tan obvio, los Arctic Monkeys triunfaron holgadamente y se convirtieron en uno de los artistas de indie rock mejor posicionados en la escena inglesa de la última década. Cuando comenzaron parecía ser solo una bandita más de nenes jugando el papel de malos y acelerados, pero a medida que transcurrieron los discos se fueron puliendo y supieron mantener su energía aún ganando en calidad. Está claro que no todos pueden ser como The Ramones y repetir prácticamente lo mismo durante toda una carrera.
Arctic Monkeys estaba en la cresta de la ola tras su segundo álbum “Favourite Worst Nightmare”, que entre otros logros, se llevó en los Brit Awards del año 2008 los premios a Mejor Banda Británica y Mejor Álbum Británico. Curiosamente, fue justo cuando se apartó por un instante de la ascendente carrera con su banda, que Alex Turner encontró la excelencia a través de este proyecto alternativo que se dio a conocer en el año 2008 como The Last Shadow Puppets. El anuncio ya había sido hecho por la revista NME en agosto de 2007: Alex Turner se estaría juntando con Miles Kane (cantante de The Rascals), James Ford (de Simian Mobile Disco) y Zach Dawes, para grabar un disco. Miles Kane se había hecho amigo de Alex Turner cuando fue soporte de los Arctic Monkeys con su banda previa, The Little Flames.
El álbum debut de Last Shadow Puppets vió la luz el 21 de abril de 2008 e inmediatamente se colocó en el #1 del UK Chart. La semana previa se había sido lanzado el single que da nombre al disco, “The Age of the Understatement”: una rola muy particular dentro del género conocido como pop barroco, una fusión entre el rock y algunos instrumentos y arreglos orquestales propios de la música clásica. Una versión alternativa de este hit es el track #6 “Only The Truth”, cuya principal diferencia es la variante en el tempo promediando la canción, algo más propio del rock progresivo. El segundo corte del álbum fue también el segundo track, “Standing Next To Me”. Si bien las influencias declaradas por los integrantes de LSP serían los primeros discos de David Bowie y aquel ícono pop inglés de los 60’s que fue Scott Walker, en esta canción es evidente la influencia de los Beatles. Es un contrapunto entre dos hombres relacionados sentimentalmente con la misma mujer: el que canta es el que la posee y sabe que el otro la desea, y este punto de vista es lo que hace más interesante la lírica.
Los siguientes temas del disco son “Calm Like You” y “Separate and Ever Deadly”, anticipos de lo que sería el próximo disco de los Arctic Monkeys: art rock como experimento en las texturas y las métricas, buscando un apartamiento del rock como fenómenos netamente adolescente. Como a lo largo de todo el álbum, cada canción tiene que ver con distintas situaciones en relaciones de pareja, reflejando sus vaivenes, aciertos y errores. Como “The Chamber”, el ejemplo de lo que sobreviene como arrepentimiento tras haber tomado una decisión difícil: “Cornered by yourself / you must admit / that you are the instigator / hanging on to arguments”. En “Only The Truth” se destacan los trabajos de vientos, y por tratarse su letra sobre una “Devoradora de hombres”, el juego de la orquesta consiste hacia el final en ir saturando sonidos hasta convertirlos en algo similar al zumbido de una abeja que se acoplará con los gritos de un grupo de hombres atrapados como presas. El tercer corte es la bellísima “My Mistakes Were Made For You”, inspirada en un tema de Scott Walker de 1969. Difícil describir con palabras que es lo que hace que esta canción sea hermosa, pero podemos redundar en lo ya dicho sobre el pop barroco y su exquisitez a la hora de incorporar trabajos de cuerda y generar atmósferas clásicas. En este caso gracias a la participación de la London Metropolitan Orchestra dirigida ni más ni menos que por Owen Pallett, violinista de Arcade Fire.
La fórmula Alex Turner- Miles Kane garantizó entendimiento en muchos sentidos. El perfil de rock experimental y post-punk de The Rascals no desentonaba con la línea seguida por los Monitos del Ártico, y el caldo de cultivo fue óptimo para desembocar en producciones como “I Don’t Like You Anymore”, más emparentada con un garage rock al estilo “I Bet You Look Good On The Dancefloor” que con el trabajo más refinado que éste álbum en su conjunto representa. Aun así, no desentona y sirve como equilibrio para melodías melancólicas que irán llegando hacia el cierre del disco, como esa delicada pieza que es “The Meeting Place” y su impecable trabajo de vientos que aporta emotividad a una típica letra de ruptura irremediable ante la pérdida de la química: “I´m sorry I met you darling / I´m sorry I left you”. Sin duda, de las mejores composiciones de la dupla Turner-Kane.
Tras este breve paréntesis, un entreacto en sus carreras, Turner volvería más inspirado que nunca a los Arctic Monkeys y aportaría toda una variedad de estilos al siguiente trabajo del grupo, “Humbug”. Miles Kane trabajó ese mismo año en el disco debut de The Rascals “Rascalize”, para finalmente abandonar la banda en 2009. Las puertas quedarían abiertas para que ambos se reencontraran en los estudios varios años después y nos regalaran en 2016 un segundo disco de The Last Shadow Puppets. Tengamos fe que esta colaboración no morirá.
ENTREACTO
“Pop has become too predictable” supieron sentenciar ellos mismos en el marco de la más reciente gira de The Last Shadow Puppets, durante una entrevista a The Telegraph. Si se trata de hacer un pop que no sea tan obvio, los Arctic Monkeys triunfaron holgadamente y se convirtieron en uno de los artistas de indie rock mejor posicionados en la escena inglesa de la última década. Cuando comenzaron parecía ser solo una bandita más de nenes jugando el papel de malos y acelerados, pero a medida que transcurrieron los discos se fueron puliendo y supieron mantener su energía aún ganando en calidad. Está claro que no todos pueden ser como The Ramones y repetir prácticamente lo mismo durante toda una carrera.
Arctic Monkeys estaba en la cresta de la ola tras su segundo álbum “Favourite Worst Nightmare”, que entre otros logros, se llevó en los Brit Awards del año 2008 los premios a Mejor Banda Británica y Mejor Álbum Británico. Curiosamente, fue justo cuando se apartó por un instante de la ascendente carrera con su banda, que Alex Turner encontró la excelencia a través de este proyecto alternativo que se dio a conocer en el año 2008 como The Last Shadow Puppets. El anuncio ya había sido hecho por la revista NME en agosto de 2007: Alex Turner se estaría juntando con Miles Kane (cantante de The Rascals), James Ford (de Simian Mobile Disco) y Zach Dawes, para grabar un disco. Miles Kane se había hecho amigo de Alex Turner cuando fue soporte de los Arctic Monkeys con su banda previa, The Little Flames.
El álbum debut de Last Shadow Puppets vió la luz el 21 de abril de 2008 e inmediatamente se colocó en el #1 del UK Chart. La semana previa se había sido lanzado el single que da nombre al disco, “The Age of the Understatement”: una rola muy particular dentro del género conocido como pop barroco, una fusión entre el rock y algunos instrumentos y arreglos orquestales propios de la música clásica. Una versión alternativa de este hit es el track #6 “Only The Truth”, cuya principal diferencia es la variante en el tempo promediando la canción, algo más propio del rock progresivo. El segundo corte del álbum fue también el segundo track, “Standing Next To Me”. Si bien las influencias declaradas por los integrantes de LSP serían los primeros discos de David Bowie y aquel ícono pop inglés de los 60’s que fue Scott Walker, en esta canción es evidente la influencia de los Beatles. Es un contrapunto entre dos hombres relacionados sentimentalmente con la misma mujer: el que canta es el que la posee y sabe que el otro la desea, y este punto de vista es lo que hace más interesante la lírica.
Los siguientes temas del disco son “Calm Like You” y “Separate and Ever Deadly”, anticipos de lo que sería el próximo disco de los Arctic Monkeys: art rock como experimento en las texturas y las métricas, buscando un apartamiento del rock como fenómenos netamente adolescente. Como a lo largo de todo el álbum, cada canción tiene que ver con distintas situaciones en relaciones de pareja, reflejando sus vaivenes, aciertos y errores. Como “The Chamber”, el ejemplo de lo que sobreviene como arrepentimiento tras haber tomado una decisión difícil: “Cornered by yourself / you must admit / that you are the instigator / hanging on to arguments”. En “Only The Truth” se destacan los trabajos de vientos, y por tratarse su letra sobre una “Devoradora de hombres”, el juego de la orquesta consiste hacia el final en ir saturando sonidos hasta convertirlos en algo similar al zumbido de una abeja que se acoplará con los gritos de un grupo de hombres atrapados como presas. El tercer corte es la bellísima “My Mistakes Were Made For You”, inspirada en un tema de Scott Walker de 1969. Difícil describir con palabras que es lo que hace que esta canción sea hermosa, pero podemos redundar en lo ya dicho sobre el pop barroco y su exquisitez a la hora de incorporar trabajos de cuerda y generar atmósferas clásicas. En este caso gracias a la participación de la London Metropolitan Orchestra dirigida ni más ni menos que por Owen Pallett, violinista de Arcade Fire.
La fórmula Alex Turner- Miles Kane garantizó entendimiento en muchos sentidos. El perfil de rock experimental y post-punk de The Rascals no desentonaba con la línea seguida por los Monitos del Ártico, y el caldo de cultivo fue óptimo para desembocar en producciones como “I Don’t Like You Anymore”, más emparentada con un garage rock al estilo “I Bet You Look Good On The Dancefloor” que con el trabajo más refinado que éste álbum en su conjunto representa. Aun así, no desentona y sirve como equilibrio para melodías melancólicas que irán llegando hacia el cierre del disco, como esa delicada pieza que es “The Meeting Place” y su impecable trabajo de vientos que aporta emotividad a una típica letra de ruptura irremediable ante la pérdida de la química: “I´m sorry I met you darling / I´m sorry I left you”. Sin duda, de las mejores composiciones de la dupla Turner-Kane.
Tras este breve paréntesis, un entreacto en sus carreras, Turner volvería más inspirado que nunca a los Arctic Monkeys y aportaría toda una variedad de estilos al siguiente trabajo del grupo, “Humbug”. Miles Kane trabajó ese mismo año en el disco debut de The Rascals “Rascalize”, para finalmente abandonar la banda en 2009. Las puertas quedarían abiertas para que ambos se reencontraran en los estudios varios años después y nos regalaran en 2016 un segundo disco de The Last Shadow Puppets. Tengamos fe que esta colaboración no morirá.
viernes, 20 de abril de 2018
Music Corner n° 166 - Madonna
"RAY OF LIGHT” (1998)
REINA MADRE
Fue el séptimo álbum. Fue el menos escandaloso, aunque curiosamente, el más íntimo. Aquí es donde pareció más honesta que nunca, sin por esto insinuar que antes no lo haya sido. Nunca fue fácil la honestidad brutal de Madonna: díganselo a la Iglesia Católica, que por años fue utilizada como su punching ball favorito. O a su propio padre, a quien tantas dedicatorias buenas y malas (especialmente malas) le regaló. Pero la Reina del Pop había forjado su título no solo en base a una decena de hits que ya todo el mundo (literalmente) conocía y coreaba, sino por el uso que supo darle a su liderazgo bien ganado. Les habló desde el corazón, les habló con críticas y acusaciones, les habló sin tapujos… y por eso muchos la detestaron (pero la mayoría la idolatró). Los años 80’s le pertenecieron y como mujer, nadie pudo rivalizar con ella en el terreno de la música comercial.
Ya en los 90’s el reinado pareció tambalear. Tras el disco “Erótica” y el libro “Sex”, parecía que los caprichos de Madonna habían llegado demasiado lejos. Personalmente ya estaba un poco cansado de ver sus fotos desnuda, pretendiendo provocar desde la homosexualidad o el sadomasoquismo, y supongo que no fui el único. La diva nunca fue apocada a la hora de arriesgar ni redoblar apuestas, y no reculó en ningún momento, mientras su eterna inquietud siempre la llevó a continuar explorando en distintos ámbitos. Ya en el año 1997, era una madre primeriza que pisaba los 40 años cuando decidió dar otro giro a su inagotable carrera.
Es habitual que Madonna se rodee de gente que entiende el momento musical por el que atraviesa el vanguardismo de cada época. Esta fórmula que repitió infinidad de veces, le ha permitido mantenerse vigente hasta la actualidad. En aquel momento, tras la explosión electrónica de mediados de los 90´s, Madonna testeó a tres productores bien icónicos. El primero fue Babyface, con quien ya había trabajado en “Bedtime Stories” (1994), pero fue descartado. En segundo lugar Patrick Leonard, con quien Madonna trabajó en reiteradas oportunidades desde 1985, y que en esta oportunidad volvería a desempeñarse como co-productor y co-escritor. Pero el jugador fundamental del nuevo trabajo sería William Orbit, que imprimiría al material compuesto su indubitable sello personal.
El nuevo álbum “Ray of Light” fue lanzado a nivel mundial el 3 de marzo de 1998. Desde la apertura con “Drowned World / Substitute For Love” se plantea un cambio de imagen y una transformación espiritual que propone esta nueva Madonna convertida a la Cábala, practicante de Yoga y estudiosa del hinduismo y el budismo. Como introducción: “I traded fame for love / without a second thought” son las primeras palabras de esta transportadora melodía ambient pop tan bien lograda en combinación con Orbit: algo se hunde, pero algo nuevo lo reemplaza. El segundo track “Swim” es una invitación a limpiarse de los pecados que arrastramos, y en referencia a toda la etapa early 90´s de la diva que ya hemos descripto, es netamente autobiográfica: nadar hasta el fondo del océano, descubrir nuevas orillas. Recién para el tercer track la electrónica omnipresente se tornará bailable con el tema que da nombre al disco: este techno dance acelerado con influencias del trance fue el segundo corte y arrasó las pistas de baile, mientras echaba una mirada mística al universo y reflexionaba sobre cuán pequeños somos en comparación. Como single, fue número 1 varios países europeos y en el Dance Club chart de Billboard.
Continúa el disco con “Candy Perfum Girl”, y vuelve el tinte enigmático en una seductora melodía mid-tempo, una lírica sexualmente difusa marcada por un ritmo embriagador. Cuando llegamos a “Skin” no puedo evitar preguntarme lo difícil que debe haber sido seleccionar los cortes de difusión de un disco sin desperdicios. Nuevamente se encienden las luces y arde la pista, y Madonna nos da una licencia, nos autoriza a volvernos melancólicos y recordar que somos humanos. Se permite desear nuevamente, pero a modo de excusa nos jura: “I´m not like this all the time… I need to have your protection”. Primer tema donde retorna exitosamente la dupla con Patrick Leonard, pero siempre con la impronta de Orbit que aquí colabora en la producción con Marius de Vries. La exitosa formula se repite en el siguiente track y quinto corte del disco, “Nothing Really Matters”: una canción obviamente inspirada por su primogénita Lourdes (nacida en 1996), que dio lugar a esta etapa introspectiva de la artista. Ya hacia la mitad de este viaje llega “Sky Fits Heaven”, y nos empapamos nuevamente con la temática religiosa solo que ahora focalizando en las verdades compartidas por Catolicismo, Budismo e Hinduismo, mientras no dejamos de bailar. En esta misma línea continua “Shanti Ashtangi”, íntegramente cantada en sánscrito.
Ya para la última parte del disco, Madonna vuelve a abordar los temas más humanos y terrenales. Tiempo de develar una pieza clave: una canción icónica que fuera el principal corte y adelanto del disco, la excelente balada electrónica “Frozen”. Aquí la contracara de todo lo expuesto hasta ahora: la canción es acerca de la gente fría y carente de emociones, egoísta y sin empatía. “Frozen” fue la carta de presentación de “Ray of Light” y fue un gran éxito a nivel mundial, alabado por los críticos y los fans. El track #10 es la vibrante balada “The Power of Goodbye”, de gran belleza instrumental y con una letra estremecedora sobre ruptura, que constituyó otro de los singles del álbum. Para “To Have and Not to Hold” se destacan algunos pasajes de música latina que siempre supieron acompañar a la diva, para dar forma a una canción sobre la dificultad para comprender al otro en una relación de pareja y los límites generados por dicha incomprensión. Con un tema recurrente en la medida justa, pero ahora utilizando un poco de drum & bass, Madonna vuelve sobre la cuestión de maternidad en otra dedicatoria a su hija Lourdes en “Little Star”. Y ya para finalizar, una dedicatoria de la artista a su propia madre: “Mer Girl” es otra invitación a la reflexión.
Siempre hay que festejar los 40 años: es esa edad donde parece que ya estás del otro lado, donde ya superaste la crisis de la edad y cuando los adolescentes comenzaron a verte como un señor/señora mayor. Para Madonna, la llegada a los 40 estuvo marcada por una serie de hitos que la llevaron a una transformación en todo sentido, principalmente espiritual. Acertadamente supo redirigir esa energía hacia su trabajo, y los planetas se alinearon a su favor. La Reina del Pop, ahora madre y más sabia, realizó una serie de composiciones sobresalientes, logró musicalmente un sonido fiel a la época y demandado por su público, contó con una producción soberbia que le permitió imprimir un toque ascético a todo el trabajo, y se sintió plenamente realizada al poder volcar en un disco todo ese acervo cultural que la circundaba. Indudablemente es por eso que “Ray Of Light” es un disco increíble, emotivo, envolvente e imperdible: es la obra maestra de Madonna, el mejor disco de su carrera.
REINA MADRE
Fue el séptimo álbum. Fue el menos escandaloso, aunque curiosamente, el más íntimo. Aquí es donde pareció más honesta que nunca, sin por esto insinuar que antes no lo haya sido. Nunca fue fácil la honestidad brutal de Madonna: díganselo a la Iglesia Católica, que por años fue utilizada como su punching ball favorito. O a su propio padre, a quien tantas dedicatorias buenas y malas (especialmente malas) le regaló. Pero la Reina del Pop había forjado su título no solo en base a una decena de hits que ya todo el mundo (literalmente) conocía y coreaba, sino por el uso que supo darle a su liderazgo bien ganado. Les habló desde el corazón, les habló con críticas y acusaciones, les habló sin tapujos… y por eso muchos la detestaron (pero la mayoría la idolatró). Los años 80’s le pertenecieron y como mujer, nadie pudo rivalizar con ella en el terreno de la música comercial.
Ya en los 90’s el reinado pareció tambalear. Tras el disco “Erótica” y el libro “Sex”, parecía que los caprichos de Madonna habían llegado demasiado lejos. Personalmente ya estaba un poco cansado de ver sus fotos desnuda, pretendiendo provocar desde la homosexualidad o el sadomasoquismo, y supongo que no fui el único. La diva nunca fue apocada a la hora de arriesgar ni redoblar apuestas, y no reculó en ningún momento, mientras su eterna inquietud siempre la llevó a continuar explorando en distintos ámbitos. Ya en el año 1997, era una madre primeriza que pisaba los 40 años cuando decidió dar otro giro a su inagotable carrera.
Es habitual que Madonna se rodee de gente que entiende el momento musical por el que atraviesa el vanguardismo de cada época. Esta fórmula que repitió infinidad de veces, le ha permitido mantenerse vigente hasta la actualidad. En aquel momento, tras la explosión electrónica de mediados de los 90´s, Madonna testeó a tres productores bien icónicos. El primero fue Babyface, con quien ya había trabajado en “Bedtime Stories” (1994), pero fue descartado. En segundo lugar Patrick Leonard, con quien Madonna trabajó en reiteradas oportunidades desde 1985, y que en esta oportunidad volvería a desempeñarse como co-productor y co-escritor. Pero el jugador fundamental del nuevo trabajo sería William Orbit, que imprimiría al material compuesto su indubitable sello personal.
El nuevo álbum “Ray of Light” fue lanzado a nivel mundial el 3 de marzo de 1998. Desde la apertura con “Drowned World / Substitute For Love” se plantea un cambio de imagen y una transformación espiritual que propone esta nueva Madonna convertida a la Cábala, practicante de Yoga y estudiosa del hinduismo y el budismo. Como introducción: “I traded fame for love / without a second thought” son las primeras palabras de esta transportadora melodía ambient pop tan bien lograda en combinación con Orbit: algo se hunde, pero algo nuevo lo reemplaza. El segundo track “Swim” es una invitación a limpiarse de los pecados que arrastramos, y en referencia a toda la etapa early 90´s de la diva que ya hemos descripto, es netamente autobiográfica: nadar hasta el fondo del océano, descubrir nuevas orillas. Recién para el tercer track la electrónica omnipresente se tornará bailable con el tema que da nombre al disco: este techno dance acelerado con influencias del trance fue el segundo corte y arrasó las pistas de baile, mientras echaba una mirada mística al universo y reflexionaba sobre cuán pequeños somos en comparación. Como single, fue número 1 varios países europeos y en el Dance Club chart de Billboard.
Continúa el disco con “Candy Perfum Girl”, y vuelve el tinte enigmático en una seductora melodía mid-tempo, una lírica sexualmente difusa marcada por un ritmo embriagador. Cuando llegamos a “Skin” no puedo evitar preguntarme lo difícil que debe haber sido seleccionar los cortes de difusión de un disco sin desperdicios. Nuevamente se encienden las luces y arde la pista, y Madonna nos da una licencia, nos autoriza a volvernos melancólicos y recordar que somos humanos. Se permite desear nuevamente, pero a modo de excusa nos jura: “I´m not like this all the time… I need to have your protection”. Primer tema donde retorna exitosamente la dupla con Patrick Leonard, pero siempre con la impronta de Orbit que aquí colabora en la producción con Marius de Vries. La exitosa formula se repite en el siguiente track y quinto corte del disco, “Nothing Really Matters”: una canción obviamente inspirada por su primogénita Lourdes (nacida en 1996), que dio lugar a esta etapa introspectiva de la artista. Ya hacia la mitad de este viaje llega “Sky Fits Heaven”, y nos empapamos nuevamente con la temática religiosa solo que ahora focalizando en las verdades compartidas por Catolicismo, Budismo e Hinduismo, mientras no dejamos de bailar. En esta misma línea continua “Shanti Ashtangi”, íntegramente cantada en sánscrito.
Ya para la última parte del disco, Madonna vuelve a abordar los temas más humanos y terrenales. Tiempo de develar una pieza clave: una canción icónica que fuera el principal corte y adelanto del disco, la excelente balada electrónica “Frozen”. Aquí la contracara de todo lo expuesto hasta ahora: la canción es acerca de la gente fría y carente de emociones, egoísta y sin empatía. “Frozen” fue la carta de presentación de “Ray of Light” y fue un gran éxito a nivel mundial, alabado por los críticos y los fans. El track #10 es la vibrante balada “The Power of Goodbye”, de gran belleza instrumental y con una letra estremecedora sobre ruptura, que constituyó otro de los singles del álbum. Para “To Have and Not to Hold” se destacan algunos pasajes de música latina que siempre supieron acompañar a la diva, para dar forma a una canción sobre la dificultad para comprender al otro en una relación de pareja y los límites generados por dicha incomprensión. Con un tema recurrente en la medida justa, pero ahora utilizando un poco de drum & bass, Madonna vuelve sobre la cuestión de maternidad en otra dedicatoria a su hija Lourdes en “Little Star”. Y ya para finalizar, una dedicatoria de la artista a su propia madre: “Mer Girl” es otra invitación a la reflexión.
Siempre hay que festejar los 40 años: es esa edad donde parece que ya estás del otro lado, donde ya superaste la crisis de la edad y cuando los adolescentes comenzaron a verte como un señor/señora mayor. Para Madonna, la llegada a los 40 estuvo marcada por una serie de hitos que la llevaron a una transformación en todo sentido, principalmente espiritual. Acertadamente supo redirigir esa energía hacia su trabajo, y los planetas se alinearon a su favor. La Reina del Pop, ahora madre y más sabia, realizó una serie de composiciones sobresalientes, logró musicalmente un sonido fiel a la época y demandado por su público, contó con una producción soberbia que le permitió imprimir un toque ascético a todo el trabajo, y se sintió plenamente realizada al poder volcar en un disco todo ese acervo cultural que la circundaba. Indudablemente es por eso que “Ray Of Light” es un disco increíble, emotivo, envolvente e imperdible: es la obra maestra de Madonna, el mejor disco de su carrera.
martes, 3 de abril de 2018
Music Corner n° 165 - Phil Collins
Phil Collins en el Campo de Polo, BA, 20/03/2018
TAKE A LOOK AT ME NOW
“Not Dead Yet” es el nombre que Phil Collins puso a su autobiografía editada en 2016, y que da nombre a su gira iniciada en 2017 por Europa y Sudamérica. Parece así mofarse de su propia vejez y estado físico no muy óptimos, algo que viniendo de él no es extraño. Como admirador del inigualable ex baterista de Genesis, y habiendo sacado los tickets para el show con 4 meses de anticipación, esperaba ansiosamente que la condición de “vivo” del grandioso Phil no se alterara. Y llegamos así al 20 de marzo.
La cita es en el Campo de Polo, y ni bien llego veo una multitud de canosos y pelados entre la asistencia, en muchos casos acompañados de sus hijos a quienes tantas veces les habrán hablado de la genialidad que es esa leyenda viviente que hoy nos deslumbrará con su presencia. Pero antes, un aperitivo a la altura de semejante acontecimiento: The Pretenders le da calor a un público expectante en una noche ya casi otoñal. Chrissie Hynde, una veterana rockera que conoce el manejo de los escenarios, toma prestado al público de Collins y le entrega lo más destacado de su repertorio. La acompañan tres músicos excelentes que dan aún más vuelo a clásicos de la talla de “Brass In My Pocket”, “Back On The Chain Gang” o “Don’t Get Me Wrong”. Uno de ellos es el baterista, miembro fundador y compañero de ruta de Chrissie desde el inicio: Martin Chambers. También destaca el bajista Nick Wilkinson. Pero el que se roba el show y al cuál la cámara enfoca más que a la mismísima líder de la banda, es el guitarrista James Walbourne: un derroche de energía pocas veces visto. Antes del inmejorable cierre con “Middle Of The Road”, Chambers se luce con un solo de batería. Quedamos todos felices y satisfechos.
Poco antes de las 22 hs hace su aparición el mito aún vivo. Vemos a Phil Collins caminar con dificultad apoyado sobre un bastón, y mientras es ovacionado, logra llegar a una silla que lo espera en el centro de la escena. Allí se acomodará para permanecer el resto de su presentación, y tras saludar a sus admiradores con su habitual gracias y burlándose de su escaso conocimiento de español, nos regala de inicio el himno “Against All Odds”. No es fácil contener las lágrimas al verlo tan condicionado físicamente mientras canta “Take a Look at me Now”: aquella imágenes de un Phil saltarín y que solía batirse a duelo de batería con Chester Thompson, son ahora solo recuerdos. Lo cuál da un toque aún más conmovedor a esta balada, además de quedar expuesta alguna limitación vocal. Pero no solo entendemos y aceptamos, sino que apreciamos la fortaleza de seguir de gira “contra todos los obstáculos”. Vendrá luego “Another Day In Paradise”, aquel hitazo que Phil dedicó a la cruda realidad de los homeless de todo el mundo, y que adiciona emotividad a la velada. Para el tercer tema, la formación de vientos comienza a lucirse con el clásico “I Missed Again”, otra vez coreada por todos los presentes en su estribillo. Y en este trabajo de ir de apoco aumentado los BPM tema tras tema, llega “Hang In Long Enough”, aquella apertura de su álbum “…But Seriously” que noto en esta oportunidad un tanto más lenta que la versión original, tal vez para ayudar a Phil en la articulación de su canto.
Llega el primer momento Genesis de la noche con “Throwing It All Away” en primer lugar, y luego “Follow You, Follow Me”, un clásico que hizo lagrimear más que nada a los cincuentones. Contribuyeron a eso las imágenes que inundaron las pantallas con los Genesis de todas las épocas, recordando a aquellas glorias que por ésta banda supieron desfilar: Peter Gabriel, Steve Hackett, Tony Banks y Mike Rutherford entre otros. Continuamos con aquel tema que tanto le gusta a Phil que es “Who Said I Would”, donde vuelven a lucirse los 4 coristas que lo acompañan (2 hombres y 2 mujeres). Antes de seguir adelante, Phil presenta a toda el sobresaliente grupo de músicos que lo acompaña, donde el más aplaudido será el histórico bajista Leland Sklar, y deja para el final la presentación de su hijo de 16 años Nicholas Collins, que saluda luciendo la camiseta de la selección argentina. Tras esta introducción llena de sonrisas y complicidades, se lucirá la corista Bridgette Bryan a dúo con Phil en el ya clásico cover de Stephen Bishop “Separate Lives”.
Tras aquel otro hit de “…But Seriously” que fue “Something Happened On The Way To Heaven”, llega uno de los momentos más esperados de la noche: un reflector ilumina desde abajo el rostro envejecido de Collins, dándole un toque satánico mientras entona la inmortal “In The Air Tonight”. Inmediatamente cambia la onda a algo mucho más bailable con el cover de The Supremes “You Can’t Hurry Love” y la noventera “Dance Into The Light”, a la que se pegará el mayor éxito comercial de Genesis en USA: “Invisible Touch”. No creo que Phil haya elegido en esta gira los temas más representativos de Genesis, pero que sí tuvieron alta efectividad ante el público. Y la gente salta y baila movida por la batuta de un hombre tan hábil que lo logra sentado desde su silla, que arenga con megahits de los años ochenta como “Easy Lover” y la irresistible “Sussudio” para cerrar.
Phil y su banda se retiran, pero todos sabemos que habrá algo más, aunque sea un tema más… y tal como lo previmos, vuelven todos a escena para un último regalo, la canción que cierra el disco “No Jacket Required” y que supo ser una suerte de himno que Phil compuso en homenaje a aquellos a quienes solía extrañar cada vez que salía de gira: suena “Take Me Home” y nos emocionamos una vez más. Nunca será suficiente pero sabemos entender: son casi las 23.30 hs y no tenemos nada de que quejarnos. Phil Collins saluda por última vez en esta noche y se retira lentamente ayudado por su bastón. Gracias por tantos años de música, de sensaciones y de lindos momentos. Gracias una vez más Phil: “Not Dead Yet Live” es el nombre de tu gira, y has demostrado que no estás muerto. Difícilmente alguna vez lo estés.
TAKE A LOOK AT ME NOW
“Not Dead Yet” es el nombre que Phil Collins puso a su autobiografía editada en 2016, y que da nombre a su gira iniciada en 2017 por Europa y Sudamérica. Parece así mofarse de su propia vejez y estado físico no muy óptimos, algo que viniendo de él no es extraño. Como admirador del inigualable ex baterista de Genesis, y habiendo sacado los tickets para el show con 4 meses de anticipación, esperaba ansiosamente que la condición de “vivo” del grandioso Phil no se alterara. Y llegamos así al 20 de marzo.
La cita es en el Campo de Polo, y ni bien llego veo una multitud de canosos y pelados entre la asistencia, en muchos casos acompañados de sus hijos a quienes tantas veces les habrán hablado de la genialidad que es esa leyenda viviente que hoy nos deslumbrará con su presencia. Pero antes, un aperitivo a la altura de semejante acontecimiento: The Pretenders le da calor a un público expectante en una noche ya casi otoñal. Chrissie Hynde, una veterana rockera que conoce el manejo de los escenarios, toma prestado al público de Collins y le entrega lo más destacado de su repertorio. La acompañan tres músicos excelentes que dan aún más vuelo a clásicos de la talla de “Brass In My Pocket”, “Back On The Chain Gang” o “Don’t Get Me Wrong”. Uno de ellos es el baterista, miembro fundador y compañero de ruta de Chrissie desde el inicio: Martin Chambers. También destaca el bajista Nick Wilkinson. Pero el que se roba el show y al cuál la cámara enfoca más que a la mismísima líder de la banda, es el guitarrista James Walbourne: un derroche de energía pocas veces visto. Antes del inmejorable cierre con “Middle Of The Road”, Chambers se luce con un solo de batería. Quedamos todos felices y satisfechos.
Poco antes de las 22 hs hace su aparición el mito aún vivo. Vemos a Phil Collins caminar con dificultad apoyado sobre un bastón, y mientras es ovacionado, logra llegar a una silla que lo espera en el centro de la escena. Allí se acomodará para permanecer el resto de su presentación, y tras saludar a sus admiradores con su habitual gracias y burlándose de su escaso conocimiento de español, nos regala de inicio el himno “Against All Odds”. No es fácil contener las lágrimas al verlo tan condicionado físicamente mientras canta “Take a Look at me Now”: aquella imágenes de un Phil saltarín y que solía batirse a duelo de batería con Chester Thompson, son ahora solo recuerdos. Lo cuál da un toque aún más conmovedor a esta balada, además de quedar expuesta alguna limitación vocal. Pero no solo entendemos y aceptamos, sino que apreciamos la fortaleza de seguir de gira “contra todos los obstáculos”. Vendrá luego “Another Day In Paradise”, aquel hitazo que Phil dedicó a la cruda realidad de los homeless de todo el mundo, y que adiciona emotividad a la velada. Para el tercer tema, la formación de vientos comienza a lucirse con el clásico “I Missed Again”, otra vez coreada por todos los presentes en su estribillo. Y en este trabajo de ir de apoco aumentado los BPM tema tras tema, llega “Hang In Long Enough”, aquella apertura de su álbum “…But Seriously” que noto en esta oportunidad un tanto más lenta que la versión original, tal vez para ayudar a Phil en la articulación de su canto.
Llega el primer momento Genesis de la noche con “Throwing It All Away” en primer lugar, y luego “Follow You, Follow Me”, un clásico que hizo lagrimear más que nada a los cincuentones. Contribuyeron a eso las imágenes que inundaron las pantallas con los Genesis de todas las épocas, recordando a aquellas glorias que por ésta banda supieron desfilar: Peter Gabriel, Steve Hackett, Tony Banks y Mike Rutherford entre otros. Continuamos con aquel tema que tanto le gusta a Phil que es “Who Said I Would”, donde vuelven a lucirse los 4 coristas que lo acompañan (2 hombres y 2 mujeres). Antes de seguir adelante, Phil presenta a toda el sobresaliente grupo de músicos que lo acompaña, donde el más aplaudido será el histórico bajista Leland Sklar, y deja para el final la presentación de su hijo de 16 años Nicholas Collins, que saluda luciendo la camiseta de la selección argentina. Tras esta introducción llena de sonrisas y complicidades, se lucirá la corista Bridgette Bryan a dúo con Phil en el ya clásico cover de Stephen Bishop “Separate Lives”.
Tras aquel otro hit de “…But Seriously” que fue “Something Happened On The Way To Heaven”, llega uno de los momentos más esperados de la noche: un reflector ilumina desde abajo el rostro envejecido de Collins, dándole un toque satánico mientras entona la inmortal “In The Air Tonight”. Inmediatamente cambia la onda a algo mucho más bailable con el cover de The Supremes “You Can’t Hurry Love” y la noventera “Dance Into The Light”, a la que se pegará el mayor éxito comercial de Genesis en USA: “Invisible Touch”. No creo que Phil haya elegido en esta gira los temas más representativos de Genesis, pero que sí tuvieron alta efectividad ante el público. Y la gente salta y baila movida por la batuta de un hombre tan hábil que lo logra sentado desde su silla, que arenga con megahits de los años ochenta como “Easy Lover” y la irresistible “Sussudio” para cerrar.
Phil y su banda se retiran, pero todos sabemos que habrá algo más, aunque sea un tema más… y tal como lo previmos, vuelven todos a escena para un último regalo, la canción que cierra el disco “No Jacket Required” y que supo ser una suerte de himno que Phil compuso en homenaje a aquellos a quienes solía extrañar cada vez que salía de gira: suena “Take Me Home” y nos emocionamos una vez más. Nunca será suficiente pero sabemos entender: son casi las 23.30 hs y no tenemos nada de que quejarnos. Phil Collins saluda por última vez en esta noche y se retira lentamente ayudado por su bastón. Gracias por tantos años de música, de sensaciones y de lindos momentos. Gracias una vez más Phil: “Not Dead Yet Live” es el nombre de tu gira, y has demostrado que no estás muerto. Difícilmente alguna vez lo estés.
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