martes, 20 de diciembre de 2016

Music Corner n° 131 - David Gilmour en Buenos Aires, 18/12/15

EL REY DAVID LLEGA AL HIPODROMO

Todo era una locura. Habíamos salido 3 horas antes del show, pero parecía que por primera vez en mi vida iba a llegar tarde a un recital... ¿y justo tendría que ser éste? La ruta Panamericana era un manicomio, y la salida que nos conducía al Hipódromo de San Isidro estaba atestada de automóviles que circulaban a paso de hombre. Por un momento nos miramos con mi amigo que conducía con resignación: poco importaba en ese momento el elevado importe de esas entradas que habíamos adquirido con tanta anticipación. La tiranía del embotellamiento no respetaba fanatismos ni horarios. Fue nuestra primera alarma de la que sería la peor organización de un show que alguna vez hubiera visto. Quiso el destino que entráramos a tiempo (evitemos detalles sobre donde fue arrojado el vehículo, lo que debimos correr para llegar, y el caos de encontrar una butaca): benditos sean aquellos 35 minutos de demora de inicio del espectáculo que el Rey David nos otorgó. Todo era una locura. Habíamos salido 3 horas antes del show, pero parecía que por primera vez en mi vida iba a llegar tarde a un recital... ¿y justo tendría que ser éste? La ruta Panamericana era un manicomio, y la salida que nos conducía al Hipódromo de San Isidro estaba atestada de automóviles que circulaban a paso de hombre. Por un momento nos miramos con mi amigo que conducía con resignación: poco importaba en ese momento el elevado importe de esas entradas que habíamos adquirido con tanta anticipación. La tiranía del embotellamiento no respetaba fanatismos ni horarios. Fue nuestra primera alarma de la que sería la peor organización de un show que alguna vez hubiera visto. Quiso el destino que entráramos a tiempo (evitemos detalles sobre donde fue arrojado el vehículo, lo que debimos correr para llegar, y el caos de encontrar una butaca): benditos sean aquellos 35 minutos de demora de inicio del espectáculo que el Rey David nos otorgó.

El canoso hombre de negro apareció para calmar las ansias de un público que siempre extrañó su ausencia, y dijo presente con los primeros punteos de su Fender, para dar vida a “5 A.M.”, pieza de apertura de su último lanzamiento “Rattle That Lock”, alrededor del cual giró la mayor parte de su tan ansiado debut en Argentina. Poco necesitábamos para que un escalofrío de placer nos recorriera el cuerpo y se nos enjugaran los ojos de emoción. No tardó en sonar el caballito de batalla que da nombre al último disco, y que está muy bien colocado en esta instancia que podríamos denominar de warm up. Porque lo mejor estaba por llegar, pero con mucha paciencia. Un tema más del mencionado álbum dejó a la audiencia a punto caramelo para lo que sería el primer golpe fuerte de la noche: “Wish You Were Here”, himno para el que Gilmour se hizo de una guitarra acústica y transmitió su primer momento de calidez hacia el público local. En sintonía con la intimidad que acababa de imponerse, fue acertado introducir la steel guitar en lo que me gusta denominar como un nuevo “Us And Them” recientemente salido del horno: “A Boat Lies Waiting”, una belleza para la cual Guy Pratt se trasladó al contrabajo por primera vez en la noche. Continuó así alternando entre el nuevo material y clásicos de Floyd como “Money”, el mismísimo “Us And Them”, y “High Hopes” para cerrar el primer set, tras el cual se impuso un descanso de 15 minutos.

El regreso al escenario no fue para tibios: un momento plagado de psicodelia traspolada de las épocas del Floyd de Syd Barrett, donde nuevamente obtuvo relieve el montaje de luces que respaldó todo el show, y que en el tema siguiente (“Shine On You Crazy Diamond”, que hizo delirar a la audiencia) volvió a mostrar imágenes de videos de la icónica banda en el marco de la pantalla circular que supo usar en históricas giras pasadas. La melancolía abrió paso a la calidez, que volvió a hacerse presente con clásicos como “Coming Back to Life” y que logró un buen pico con la jazzera “The Girl In The Yellow Dress” del último disco del casi septuagenario guitarrista. Pero en seguida retornamos al Gilmour más clásico a través de la floydesca “Today”, puente hacia el dignísimo cierre del segundo set con las impecables “Sorrow” y “Run Like Hell”, donde Pratt hizo las veces de Roger Waters.

Más satisfechos que Willy Wonka en su fábrica de chocolates, no podíamos menos que engolosinarnos con la exigencia de un cierre a puro clásico. Y así fue: los bises nos regalaron 3 himnos legendarios. El público esperaba esa saturación de relojes y despertadores característica del comienzo de “Time”, y allí estuvo, seguida por ese otro infaltable de “The Dark Side of The Moon” que es “Breathe”. Y el cierre y despedida, inmejorable, con un Rey David inspiradísimo que nos regaló una versión de “Comfortably Numb” con un extenso y emotivo solo de guitarra de película, para que aproximadamente 60.000 personas se vayan llorando de alegría a casa (y se olviden de la espantosa organización). Gracias por tanto, maestro, y por favor, no esperes otra eternidad para volver!

23/01/2016

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